Cualquiera que maneje o haya manejado una comunidad de cualquier tipo en internet sabe que el peor perfil al que se puede enfrentar es el del cibervoluntario de un partido político. Es aún peor que el troll que busca ofender o disfrutar a través de la molestia al resto de la comunidad, que al menos suele disfrutar de un cierto libre albedrío u originalidad, incluso cierta clase, escribe José Manuel Rodríguez en Medium.
El cibervoluntario es por definición una fuente de spam y de comentarios repetitivos construidos sobre la base de un argumentario facilitado por el partido al que defiende, de forma acrítica y escasamente razonada. Por eso es un elemento parasitario en cualquier debate, ya que no es capaz de razonar en condiciones sobre aquello que expone, al no ser él mismo quien ha construido lo que dice.
Esa figura ha vuelto a resurgir con el advenimiento de Podemos, que al parecer ha construido su propia ‘armada digital’ para este objeto. Sin ir más lejos, domina la escena en Twitter con una coordinación brillante de un número indeterminado de usuarios, cuyo objetivo es construir tendencias visibles (trending topics). De esa manera sus simpatizantes consiguen trazar un discurso generalizado y presuntamente compartido por muchos, sobre la base de la percepción errónea de que una tendencia es fruto de una colaboración muy masiva (no lo es en realidad).
Esto último es un elemento clave, en el sentido de que logran una visibilidad con la que se atribuyen a ojos del resto un mayor respaldo del que probablemente tienen, en proporción con otras opciones políticas o idearios de cualquier tipo que se mueven peor en este terreno. Toman el relevo en este ejercicio a la recordada por insufrible Marea Magenta de UPyD (aparentemente a la baja, coincidiendo con el surgimiento de cibervoluntarios de Ciudadanos) o a continuos amagos de community managers de PSOE y PP de criticar al adversario con estrategias que a menudo son troleadas porque nadie las ha pensado con algún detenimiento.
La diferencia es que los chicos de Podemos sí saben hacerlo bien, y se mueven con soltura en esta mezcla de marketing de guerrilla y activismo de sofá que han traído los tiempos en internet. Yo lo llamo simplemente ‘palizactivismo’ y ha introducido un nuevo elemento en la ecuación sobre la información que los medios ofrecen acerca de las formaciones políticas, al confiar en usuarios alineados un ejercicio de presión sobre los relatos incómodos. Podemos es especialmente activo en ese sentido, y juega a lanzar con frecuencia a sus acólitos contra los medios que no le ‘compran’ perspectivas interesadas.
¿Quién vota en contra de Podemos?
Al margen de Twitter, que es un escenario esencial para los cibervoluntarios por su condición de sitio en el que los medios buscan medir la repercusión de los temas o las discusiones, la armada de Podemos también actúa en lugares como Menéame, Forocoches o los espacios de los comentarios de los diarios digitales más importantes.
Sobre los primeros entornos, cabe decir que Menéame se mueve por la propia naturaleza de sus miembros en un sesgo de izquierdas (público relativamente joven, bien formado, a menudo afectado por la crisis en cuanto a escasez de expectativas laborales, lector de medios progresistas), pero desde hace algún tiempo acoge debates interesantísimos sobre los envíos interesados acerca de Podemos, como el que tuvo lugar en este, un gráfico tuiteado.
Estas son solo algunas intervenciones que dan a entender que existe malestar creciente entre algunos usuarios sobre el cada vez más evidente uso de Menéame para difundir relatos de parte, a manos de usuarios con variado grado de simpatía hacia Podemos y de implicación en su proyecto de dar batalla en todos los entornos digitales.
Sin embargo, esos usuarios cuentan en contra con una espiral del silencio que Podemos está sabiendo tejer con bastante maestría (no en vano, está dirigido por profesores de Ciencias Políticas). Esta formación ha hecho suya la causa contra lo que denomina ‘casta’ y ha capitalizado la queja, la crítica y el desencanto sobre una forma de hacer política que ampara abusos y tiende a moverse en terrenos cercanos a la corrupción y la inmoralidad. Desde ese punto de vista, algunas personas se sienten cohibidas a la hora de criticarles, desde el momento en el que el discurso que va calando es “venimos a cambiar todo lo que está mal y si te opones o lo cuestionas es que quieres que todo eso siga de la misma manera”.
Esta postura se resume en la manida frase de ”si no eres parte de la solución, eres parte del problema”, y aplicada a entornos digitales se materializa en que los cibervoluntarios de Podemos se mueven con un autoasignado estatus moral que prácticamente anula el debate con quienes crean otras cosas o apoyen a otras formaciones, en base a una falacia de ‘razón de casta’. Y eso se percibe en los debates que se pueden leer en cualquier parte, en los que a menudo las aportaciones de los simpatizantes de Podemos se mueven en niveles de confrontación más que en términos de convencimiento (se traslada ahí nuevamente la propia estrategia del partido de apelar a la lucha, la conquista y otras imágenes similares).
También en los comentarios de los digitales
Dentro de las perspectivas polémicas de Podemos se encuentra su visión de los medios de comunicación, en relación con su propiedad, fines o regulación. Ese es tema que de por sí da para un debate bastante amplio, pero lo que interesa para el de hoy es que algunos simpatizantes de este partido han convertido igualmente los espacios para comentar de los digitales en sitios en los que ofrecer su versión del mundo, a menudo a través de copiar y pegar.
Yo mismo puedo contar de primera mano que en El Confidencial hemos tenido problemas de spam de cibervoluntarios o simpatizantes de Podemos, que ha habido que atajar con muchas horas de trabajo y mejoras técnicas para evitar molestias al resto de usuarios y la devaluación de los comentarios.
Cuando hablo de spam me refiero a comentarios pegados y copiados en diferentes artículos (probablemente también se puedan encontrar en otros digitales), nunca con intención alguna de promover debate, sino de colocar una pancarta en tantos sitios como se les permitiera. Las normas que rigen la comunidad prohíben este ejercicio para cualquier partido o causa ideológica, en interés de todos los usuarios y de la limpieza y relevancia de la conversación. Nosotros creemos en la charla, el debate y las intervenciones de mérito que aporten a los demás, y hemos tenido que expulsar a creadores de spam de Podemos como en su momento hubo que hacer lo mismo con otros cibervoluntarios de otros partidos, que aspiraban a convertir los comentarios en mítines interesados.
Para ahondar más en las prácticas de estas personas, hay que decir que casi siempre se registran con correos de servicios efímeros, que solo mantienen la cuenta durante unos minutos. Es el tiempo necesario para completar un registro en cualquier parte a través del enlace que se envía automáticamente. Así se crea un usuario con el único objeto de comenzar a hacer el spam indicado.
Supongo que en otros medios habrá sucedido lo mismo (El País, El Mundo o ABC tienen externalizada la tarea de gestionar los comentarios a través de empresas como Interactora), y eso en parte habrá sumado para provocar la oleada de cambios en las mecánicas de participación que han acometido digitales como Público o elDiario, con el fin de evitar abusos.
En este post «El auge de los cibervoluntarios de Podemos» hacéis una asociación de marca ilícita, puesto que el termino «cibervoluntarios» es una marca registrada desde el año 2002 que esta en posesión de la Fundacion Cibervoluntarios, somos una entidad sin animo de lucro que nos dedicamos a romper brechas sociales a través del uso de las nuevas tecnologías, tenéis toda la información sobre nuestra entidad en http://www.cibervoluntarios.org.
Llevamos mas de 10 años trabajando en esta linea mucho antes que los partidos politicos utilizaran las TICs para promocionarse entre sus seguidores, y luchando que para que el termino Cibervoluntarios no sea utilizado por los partidos politicos para mal llamar a sus seguidores en Internet, hasta el momento siempre que hemos acudido a los partidos politicos con esta demanda han quitado el termino de sus campañas, comunicaciones, documentos públicos… poniendo términos análogos. Nos gustaría, como entidad apolítica, que cambiaran el termino Cibervoluntarios por otro análogo (ej. voluntarios tecnológicos…) puesto que es una marca registrada conocida por nuestro trabajo a lo largo de todos estos años y no un termino genérico. Es algo que puede perjudicar a nuestra entidad al asociarla con cualquier partido politico. También me gustaría que si tenéis conocimiento de que Podemos o cualquier otro partido político esta usando nuestra marca lo pongáis en nuestro conocimiento para tomar las acciones oportunas.