El Correo de Andalucía bien merece una reflexión

La situación que vive la plantilla de El Correo de Andalucía, con nóminas impagadas y con un cambio de propiedad en entredicho, es reflejo de un débil sector mediático andaluz

Cabecera de El Correo de Andalucía

El Correo de Andalucía, cuya portada digital no informa hace días de lo que pasa sino de lo que les pasa, reúne una serie de características que no dejan de compilar lo que ha pasado en el mundo de los medios de comunicación en Andalucía en las últimas décadas.

Por encima de lo que sucede laboralmente en El Correo, con las lamentables y hasta trágicas consecuencias personales y profesionales que acarrea individualmente, nos encontramos ante el símbolo de la tragedia de los últimos cuarenta años dentro del periodismo andaluz.

Andalucía no ha sido capaz (metámonos todo en el saco) de generar una cosmovisión mediática con acento andaluz. Sólo es preciso mirar quién compone el accionariado y quién se sienta en los consejos de administración de los medios de comunicación con cabecera o importante presencia en Andalucía para comprobarlo.

La culpa es de todos, pero unos merecen más penas que otros. En las últimas tres décadas, Andalucía ha experimentado una transformación importantísima, probablemente la mayor de su historia. Esto es así pese a quien le pese.

Pero no todo ha sido para bien. El poder andaluz, tal y como lo definió José Aumente, el “necesario para empezar a ser dueños de nuestro propio futuro”, tampoco se ha proyectado, como ha sucedido en otros campos, en el de los medios de comunicación.

La estructura de propiedad de la información en Andalucía es una de las cuestiones que ningún gobierno, de los que ha habido desde 1982, ha acometido con la necesaria energía, pese a los intentos que pudieran haberse dado en este tiempo. Tampoco ha habido un tejido empresarial lo suficientemente potente e interesado, con las excepciones honrosas y menos honorables, que de todo hay, como para generar un conjunto de grupos de comunicación con acento andaluz, de obediencia andaluza (valga el concepto sin ambages como plasmación de la expresión de la identidad histórica y del derecho al autogobierno que se esgrimía en el Estatuto de Autonomía de 1981), y disponer así un entramado que sustente la sociedad moderna que se ha construido, eludiendo las circunstancias de las dudas que la situación económica nos genera a todos.

Sólo una excepción, la de la RTVA, con Canal Sur como marca principal, es la que ha dispuesto un sistema de vertebración mediática autóctono en línea con lo que su Ley de regulación plantea,  el de vertebración y desarrollo social, identitario y cultural de Andalucía”.

No es bueno, de todas formas, que una tierra como Andalucía, que es más extensa y tiene más población que quince de los veintiocho estados de la Unión Europea, sustente su esquema de comunicación en un único pilar.

Situaciones como las de El Correo de Andalucía son lamentablemente comunes desde hace años, pero en la que sufre la plantilla del decano de la prensa sevillana inciden factores que sobrepasan lo estrictamente laboral.

Edición especial en plena huelga

El Correo de Andalucía (no me gusta retirarle el adjetivo territorial porque forma parte de la esencia de lo que simboliza) soporta buena parte de la historia andaluza. Estuvo, como acertadamente se recoge la edición especial realizada por sus trabajadores interrumpiendo su huelga, sustentador del espíritu autonómico andaluz, y fue sustento de muchas voces discrepantes con la oficialidad franquista y tardofranquista.

Más allá aún de eso, El Correo de Andalucía fue una empresa andaluza, comprometida con su tierra y su gente, que pudo servir en un momento determinado como base de un entramado mediático andaluz que la falta de visión de algunos, la incapacidad de otros y la avaricia de alguien más, hizo imposible construir. Eso y el ánimo colonialista que se mantiene en la España de las Autonomías.

Más allá también del afecto personal que siento (conservo enmarcada la página en la que don Emilio Lemos Ortega desvelaba cuáles eran el escudo y la bandera de Andalucía, una de la edición del 15 de marzo de 1977) y que este periódico me diese la oportunidad de poner por primera vez mi nombre al final de un artículo (lugar en el que se ubicaba la autoría entonces), El Correo de Andalucía representa para mí, en su verdadera dimensión, la parte del fracaso de Andalucía como proyecto colectivo.

Hay otras muchas facetas en las que Andalucía ha triunfado, pero en su segunda modernización, esa que hoy da error cuando trata de accederse a ella en internet, se perseguía una transformación de algunos esquemas productivos.

La plantilla anuncia la huelga en portada (eldiario.es)

Parece necesario, es necesario, que el poder político andaluz recoja esta bandera, también más allá de retóricas visitas o recibimientos a una plantilla angustiada por la incertidumbre de sus puestos de trabajo, y que con El Correo de Andalucía como referencia se plantee que Andalucía precisa de un poder andaluz mediático y se ponga manos a la obra. Es imprescindible para la construcción de Andalucía.

@alvarovegacid

www.alvarovega.es

Álvaro Vega
Álvaro Vega (Córdoba, España, 1963) es periodista de la Agencia EFE, actualmente en excedencia por su pertenencia desde mayo de 2008 al Consejo de Administración de la Agencia Pública Empresarial de la Radio y Televisión de Andalucía (RTVA), que gestiona todos los soportes de Canal Sur, y forma parte de la junta directiva de la Sección Española de Reporteros Sin Fronteras (RSF) desde junio de 2011. Es autor de cinco libros, cuatro ensayos ("Palacio Portocarrero. Baluarte del Renacimiento en Palma del Río", "El pato que se hizo andaluz", "El papel de la prensa en Córdoba durante la II República" y "Provincializar no existe, pero funciona") y una una novela, "El letargo de Abudia". www.alvarovega.es

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