La producción y distribución de cocaína parece estar interrumpida en los países productores de América Latina con las medidas implantadas para frenar la pandemia covid-19, señaló este jueves 7 de mayo de 2020 un informe de la oficina antidrogas de la ONU.
Al mismo tiempo, la escasez de heroína en Europa y América del Norte hace que los consumidores recurran a prácticas aún más peligrosas, según el reporte de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).
Las medidas implementadas por los gobiernos interrumpen las rutas de tráfico de drogas por aire, reducen su transporte por tierra y los traficantes buscan rutas alternativas, incluidas las marítimas, dependiendo de la mercancía.
En América Latina, «la producción de cocaína parece tener obstáculos en Colombia, ya que los productores sufren de escasez de gasolina, un químico esencial que entraba por contrabando desde Venezuela», según el informe.
Además, las cadenas de suministro en Colombia «parecen estar fuertemente afectadas por los controles policiales, lo que podría llevar a los productores a almacenar grandes cantidades de la droga dentro del país».
Las autoridades dijeron que la presión policial aumentó durante la pandemia y la campaña de erradicación del arbusto de coca continúa. Según las últimas cifras suministradas por la ONUDD, de 2017, Colombia plantó 245.000 hectáreas de coca y elaboró 1976 toneladas de cocaína, el 70 por ciento de la producción mundial.
En Bolivia la COVID-19 está limitando la capacidad de las autoridades para controlar el cultivo, lo que podría conducir a un aumento en la producción.
En Perú, una caída en el precio de la cocaína sugiere una reducción en las oportunidades de tráfico. Esto puede desalentar el cultivo del arbusto a corto plazo, aunque la crisis económica que se avecina puede llevar a más agricultores a dedicarse al cultivo de coca en todos los principales países productores.
Pero de momento en Estados Unidos se informa de escasez de cocaína en las calles, y en Brasil se han registrado fuertes aumentos de precios de la droga.
Una disminución en el comercio internacional por la pandemia también puede producir escasez en los suministros de precursores, lo que en el caso de México parece haber interrumpido la fabricación de metanfetamina y fentanilo.
Esa misma causa, fuera de la región, interrumpe la fabricación de captagón en Líbano y Siria, mientras que en Afganistán el auge de la COVID-19 desalienta a la fuerza laboral para trasladarse en estos meses de cosecha a la zona donde se cultiva la adormidera, base para fabricar opio y heroína.
Hasta ahora, la heroína ha sido transportada principalmente por tierra, pero debido a la pandemia, las rutas marítimas parecen cada vez más utilizadas para el tráfico, como lo demuestran las incautaciones de opiáceos en el océano Índico.
La mayor parte de la cocaína se desplaza por mar, por lo que se continúan detectando grandes cargas en los puertos europeos durante la pandemia.
El tráfico de cannabis (marihuana) puede no afectarse de la misma manera que el de la heroína o la cocaína, porque su producción a menudo tiene lugar cerca de los mercados de consumo y, por lo tanto, los traficantes dependen menos de los envíos largos y transcontinentales de grandes cantidades de la droga.
Las drogas sintéticas, como la metanfetamina, tienden a ser traficadas por vía aérea más que otros tipos de drogas. Por lo tanto, es probable que las restricciones a los viajes aéreos tengan un efecto drástico sobre esa carga ilegal.
En cuanto al consumo, se reporta escasez de drogas en el nivel minorista, para una disminución de su empleo, sobre todo en entornos recreativos, pero en el caso de la heroína la merma puede conducir al uso de otras sustancias nocivas como reemplazo.
En Europa, el sudeste de Asia y en América del Norte junto con la escasez del opiáceo se reportan cambios de los consumidores hacia el fentanilo y sus derivados.
También se ha informado de un aumento en el uso de productos farmacéuticos como los benzodiacepinas, que ya duplican su precio en ciertas áreas, y el aumento en el uso de drogas inyectables con uso compartido de equipos conlleva riesgos de sobredosis y propagación de enfermedades.
Finalmente, la ONUDD, también conocida por su sigla en inglés UNDOC, estima que «la recesión económica a largo plazo causada por la pandemia tiene el potencial de conducir a una transformación duradera y profunda de los mercados de drogas».