Fantasía marsellesa de Robert Guédiguian

El “hilo de Ariane” es una de las metáforas legendarias sacadas de la mitología griega, que se refiere a lo que sirve de guía y permite salir de una situación difícil. Ariane era la hija mayor de Minos, rey de Creta, y hermana de Fedra. Se enamoró de Teseo, su medio hermano (Minos tuvo una gran descendencia), quien pretendía matar al Minotauro. Para conocer los secretos del laberinto, Ariane hacía contantes preguntas a su autor, Dédalo, quien le había construido una pista de baile para ella sola en Cnosos. Ariane le dio toda la información que poseía a Teseo y también un hilo que le permitió salir del Laberinto una vez que hubo vencido al Minotauro. Entonces Teseo raptó a Ariane, con su consentimiento, le prometió casarse con ella y finalmente la abandonó en la isla de Naxos.
El hilo de Ariane ha dado origen a toda una metonimia ulterior, entre otras cosas, en ergonomía es un sistema de ayuda a la navegación (incluida la navegación por la Web) y, para los buceadores y espeleólogos, el cable que van tirando para poder encontrar al volver el punto de partida.
Todos estos elementos, y un montón de referencias culturales, aparecen a lo largo de la hora y media de proyección de «El cumpleaños de Ariane» quien, mientras confecciona una aparatosa tarta para celebrarlo, va recibiendo las llamadas de su marido e hijos excusándose por no poder acudir a la fiesta.
Entonces, Ariane abandona el pastel sobre la mesa, coge las llaves de su coche y sale decidida a pasar un día especial. En su trayecto se encuentra en “un país de maravillas” donde conoce a gente insospechada y encuentra elementos mágicos, como esa tortuga parlanchina “elemento irreal necesario para que el espectador sepa que ha entrado e un mundo extraño” donde, como en algunas películas de Fellini, aparecen elementos de una filmografía anterior: un restaurante a la orilla del mar donde se rodó «A la vie, a la mort», la isla, los barcos y las fábricas de marie-Jo y sus dos amores… y una sucesión de homenajes a figuras de la literatura, el cine, el teatro, la filosofía y la canción (Chejov, Brecht, Cartre, Passolini, Gidard, Fellini, Aragon, Ferrat…)
Película ligera y también modesta, “fantasía” kitsch–una más- con una Marsella espléndida y apetecible de fondo, El cumpleaños de Ariane es una fábula, un cuento, un sueño poético e ingenuo en torno al pequeño mundo familiar de su director, formado por personajes llenos de ternura que hace tiempo perdieron sus ilusiones.
“La peregrinación de Ariane y su clan nos llevan al mar, al Museo de Historia Natural, a la isla de Frioul, al teatro antiguo y al mito del Arca de Noé (…) con el objetivo de recuperar una forma de utopía, de solidaridad, de una manera lúdica empapada de nostalgia: no nos casaremos nunca de repetir hasta qué punto Guédiguian tiene el don de atravesar decorados y paisajes para convertirlos en lugares habitados por la ausencia, atormentados por la idea de un paraíso perdido” (Jacques Morice).
Es también una historia “de amor y cine conjugados como la de Ariane Ascaride y Robert Guédiguian quienes, con este, llevan dieciocho films juntos. Toda la vida prácticamente.


