Es muy probable que estos cuadernos de bitácora tengan los días contados, al menos desde esta nave de prospección estelar. Éste es un proyecto internacional en el que participan países de todos los continentes, todos aportan según sus posibilidades pero la tripulación la componen personal de todas las nacionalidades primando sobre todo el mérito y la capacidad para las tareas a desarrollar.
No hay prejuicios a la hora de asignar trabajos, y que los trabajos duros y más desagradables los desempeñen las personas que vienen de los países más pobres se acabó hace mucho, al menos en la flota estelar.
Pero no sabemos lo que durará esta situación ya que estamos asistiendo a la privatización del espacio. Lo que ocurrió en la Tierra con los recursos naturales, patrimonio de los pueblos que los habitan, es de sobra conocido.

Esos recursos fueron privatizados uno tras otro para beneficio de unos pocos y desgracia para la mayoría que tuvieron que plegarse a las decisiones de los usurpadores.
Ocurrió con la propia tierra que pisamos y que nos da alimento casi desde el descubrimiento de la agricultura con el paso de poblaciones cazadoras y recolectoras al asentamiento fijo en terrenos dedicados a la agricultura.
Desde el primer momento los más poderosos se fueron quedando con las mejores tierras. Fue un caso curioso el de la Reconquista (en realidad Conquista) de los reinos cristianos de la Península Ibérica a los musulmanes.
Según avanzaban, las tierras ganadas no eran repartidas entre los soldados, campesinos o mercenarios que eran los que daban la batalla, se entregaban a los nobles, o a la iglesia que acompañaba a los reyes como recompensa y para mantener su fidelidad. Y los que expusieron sus vidas se quedaron trabajando esas tierras en régimen de semiesclavitud, lo que se llamó feudalismo.
Eso que pasó con las tierras pasó también con las aguas, con los cursos de los ríos. Pasó desde el descubrimiento de la electricidad con la apropiación de ese recurso natural, los cauces, se expropiaron a su vecinos pobladores para con un recurso de todos generar electricidad que seguimos pagando a precio de oro, o plata, para mayor beneficio de unos pocos.
Está bien que quien invierte recupere su inversión, pero de ahí a expropiar el recurso de por vida va una gran diferencia.
Con los recursos naturales que propiciaron la revolución industrial que todavía estamos padeciendo, por sus consecuencias medioambientales, ocurrió lo mismo, la madera de los bosques, esa misma madre convertida en carbón bajo tierra en las minas milenarias o el petróleo y gas natural.
Todos son recursos que pertenecían a los pobladores de las tierras que la habitaban, eran recursos de la comunidad que fueron expropiados para su explotación por unas élites seleccionadas que se han enriquecido de manera vergonzosa e infame.
En un país del norte de Europa, a finales de los años sesenta del pasado siglo, en las aguas de su mar se descubrió petróleo. La explotación comenzó de inmediato y la riqueza que ese producto ha ido dando ha sido y es inmensa.
La diferencia con otras explotaciones de recursos naturales que se privatizaron fue que en este caso quien tomó el control de dicha explotación fue el gobierno de ese país y los beneficios se revierten en su economía beneficiándose de ello toda la población.
Es famoso su Fondo de pensiones alimentado con los beneficios excedentes y que garantizan el futuro del país y su población. Estos habitantes son de los más felices, y ricos, del mundo gracias a la gestión pública de un recurso de todos.
Estamos asistiendo a la privatización del espacio, lo que fue un proyecto común con la Estación Espacial Internacional, con los complejos de observatorios espaciales terrestres o con los telescopios Hubble y Web se está convirtiendo en una carrera entre los multimillonarios de las empresas tecnológicas, tampoco quiero nombrarlos, por ver quién llega antes a Marte, quién consigue la exclusividad de los transbordadores y naves espaciales, quedando las empresas públicas espaciales al servicio de estas multinacionales.
Ya saben a quienes va a beneficiar todo el desarrollo científico que conlleva la investigación en el espacio, o los recursos naturales de la Luna o Marte, objetivos de explotación inmediata.
De nuevo lo que era de todos pasará a ser beneficio de unos pocos, si seguimos dejándoles hacer.



