Ese futuro anhelado, que debería ser una meta posible en lugar de una utopía, no corre por fuera de nosotros mismos, es decir por fuera de nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras voluntades, sino que está en nosotros mismos esperando que hagamos algo, que demos un paso para sacarlo afuera y juntarlo con los anhelos de los otros puesto que son los mismos en todas las personas de bien.