El feo: ¡Quién fuera dueño de su propia cara!

“Déjense conmover por esas facciones. No existe un rostro más perfecto”

el-feo-teatro-del-arte-color El feo: ¡Quién fuera dueño de su propia cara! Es un cirujano plástico el que vende su trabajo. Está exhibiendo a un cliente cuya transformación facial ha sido un éxito redondo. Ahora el cirujano es dueño de esa cara tanto como el cliente satisfecho, aunque haya pagado su obra. Podemos situarnos ante el inmeso despropósito que en clave du humor futurista se nos anuncia. Futurista, menos mal que todavía no hemos llegado a eso, al menos no tengo conocimiento de ello, pero es bien posible que, a no tardar, estemos ante ello.

El Teatro ha de ir por delante de lo que sucede. El arte en general, pero sobre todo el Teatro, si quiere ser eficaz ante los cambios sociales, ha de cumplir una función premonitoria, como las antiguas pitonisas, para que estemos atentos y avisados ante lo que pueda venirnos. Sólo así será catártico o no será, que para lamentarnos a toro pasado ya estamos los espectadores.

el-feo-teatro-del-arte-escena El feo: ¡Quién fuera dueño de su propia cara!

Por eso es tan regocijante ver triunfar una comedia como El feo, de la que es autor el alemán Marius von Mayenburg, para darnos cuenta de por dónde van los tiros a la vez que, por tratarse de una comedia, una transfiguración que creemos NO nos atañe de entrada, nos reímos alegremente mientras nos dejamos arrastrar por el torbellino de emociones. Imposible no ponerse en el lugar de El feo: todos, incluso los guapos, hemos sido patitos feos alguna vez, aplastados por quien no veía más allá de nuestra apariencia o de sus manías; imposible no sumergirse de lleno en los abismos que abre ante nosotros este vodevil, este enredo sin puertas ni escapatoria alguna, con cuatro actores que se desdoblan en ocho personajes.

Y cuando todo acaba, esa pesadilla de belleza toma fuerza ante nosotros para darnos el coraje de tocarnos la cara y decirnos: pero qué bien estoy yo con la mía, ésta, la que tengo, y cómo quiero yo que estos defectos que la hacen única pervivan conmigo. Y al que no le guste mi cara, que no mire.

En resumen, una divertida sátira social sobre cómo el culto a la belleza y la búsqueda del éxito por encima de todo puede arrastrarnos a la locura. La función está representada además por cuatro grandes actores, Rebeca Vallas, maravillosa, a la cabeza, capaces de transformarse ante el espectador por el conjuro de una palabra. Y es que para ellos todas las palabras del texto son mágicas.

El Teatro del Arte fue inaugurado hace un año con el estreno de la obra ‘Razas‘. Desde entonces han pasado obras como ‘En construcción‘ dirigida por Tristán Ulloa, ‘Las hermanas Rivas‘, De Adriana Roffi y Mariano Rochman o ‘Confesiones de Alá‘, de Saphia Azzeddine. Consolidandose así como una de las salas alternativas de referencia.

Ficha

  • Título; El feo
  • Autor: Marius von Mayenburg
  • Director: Paco Montes
  • Reparto: Rebeca Valls, Fran Calvo, Mario Tardón y Oscar de la Fuente
  • Escenografía y Vestuario: Mónica Boromello
  • Iluminación: David Elcano y Raúl Alonso
  • Fotografía: Fer Padilla y Sandra Munuera
  • Coproducida por D-Lumen Theater y Draft.inn

FECHAS Y HORARIOS: 29 Nov – 29 Dic 2013

  • Viernes y Sábados a las 20:00. Domingos a las 19:00

TEATRO DEL ARTE (Cosme y Damián, 3, Madrid)

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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