El gobierno de François Hollande va a pagar 60 millones de dólares a las familias de los estadounidenses que durante la Segunda Guerra Mundial fueron transportados a los campos de la muerte nazis en trenes de la SNCF (el servicio nacional de ferrocarriles).
«No solo iban franceses en los siniestros vagones que conducían a los deportados a una muerte casi cierta. También había ciudadanos de otros países, y entre ellos de Estados Unidos, que reclaman una reparación cuando han pasado más de 60 años de aquellos acontecimientos. Su demanda va a ser satisfecha”, escriben en la página del canal internacional France 24.
Según los términos del acuerdo firmado en Washington el 5 de diciembre de 2014, el gobierno francés va a indemnizar a las víctimas con 60 millones de dólares a través de un fondo del que pueden ser beneficiarios “unos cuantos miles de deportados no franceses o sus familias.
Según la embajadora francesa para los Derechos Humanos, Patrizianna Sparacino-Thiellay, cada deportado superviviente que hoy tenga nacionalidad estadounidense deberá recibir alrededor de 10.000 dólares. En contrapartida, el gobierno de Estados Unidos se ha comprometido a defender la inmunidad de jurisdicción que poseen las empresas extranjeras afincadas en su territorio; una inmunidad que les protege de cualquier procedimiento judicial. En 2013, un senador estadounidense pidió al Congreso que reformara el procedimiento para poder llevar a la SNCF ante los tribunales del país.
Requisada por el régimen de Vichy, la compañía ferroviaria francesa deportó entre 1942 y 1944 a 76.000 judíos en vagones de mercancías, tanto a través del país como en dirección a los campos de exterminio; de ellos, sobrevivieron unos 3000. Según la información de France 24, la indemnización concierne a todos los no franceses que se encontraban en Francia aquellos años, y que fueron deportados tanto en autobuses como en tren, y que no cumplían los criterios exigidos en anteriores medidas de reparación bien porque habían emigrado o porque habían llegado a territorio francés después del 1 de septiembre de 1939.
La compañía SNCF nunca se ha considerado culpable, ni siquiera responsable de la deportación, sino solo “un instrumento de la deportación (…) cuya responsabilidad es de las autoridades francesas”.