El lenguaje periodístico y su uso por los científicos

Rocío Castrillo Cascajo[1]

Con frecuencia escuchamos en los medios de comunicación a científicos, forenses o expertos en disciplinas técnicas y no sabemos –o nos resulta difícil entender– qué quieren contarnos. Este artículo va dirigido a ellos, a los hombres y mujeres de la Ciencia, y les ofrece unas pautas sencillas y fáciles de poner en práctica a la hora de relacionarse con la prensa.

maquina-escribir-bn-900x600 El lenguaje periodístico y su uso por los científicos

La comunicación es una relación que establecen dos actores, emisor y receptor, a través de un mensaje que se transmite mediante un código, por un canal y en un momento determinado. Se trata de un proceso fundamental para la humanidad. Las relaciones sociales se fundamentan en la capacidad de comunicación de los seres humanos.

El mensaje o contenido de la información que se transmite es la parte central del proceso comunicativo. Se trata de uno de los tres elementos fundamentales, junto al emisor y al receptor, de la comunicación. Aparece en todos los modelos comunicativos existentes desde Aristóteles, cuya Retórica distinguía entre orador, discurso y auditorio.

El mensaje propio de los medios de comunicación es el lenguaje periodístico. Su conocimiento ayudará a los forenses y científicos en general a lograr la máxima eficacia comunicativa en sus relaciones con los medios, ya sean escritos, audiovisuales o digitales. Un científico debe saber cómo expresarse ante la prensa, sin margen para el error o la manipulación de los datos.

Este artículo explica en qué consiste la eficacia comunicativa y ofrece –en especial a los peritos de Criminalística– las pautas más adecuadas que deben seguir cuando necesiten informar a los medios de comunicación sobre el resultado de investigaciones periciales relacionadas con cualquier asunto de los llamados «crímenes mediáticos».

La eficacia comunicativa

La eficacia comunicativa se define como la capacidad de un emisor de transmitir el mensaje que desea. En los experimentos clásicos el emisor describía figuras geométricas solo con palabras y el receptor las dibujaba. También se ha experimentado con lo que se entiende sobre una misma información en radio y en televisión. A igualdad de formación intelectual, con los medios abstractos la eficacia comunicativa es más difícil que con los medios icónicos.

La imagen obedece a un código universal, entendible para cualquier individuo, con la única excepción de quienes carecen del sentido de la vista. Sin embargo, el lenguaje solo pueden descifrarlo las personas dotadas de las competencias necesarias para hacerlo.

Si trasladamos al Periodismo (entendido como información y no como opinión) el concepto de eficacia comunicativa, el mensaje será eficaz cuando consiga su objetivo: informar. Por tanto, para las fuentes generadoras de información periodística es fundamental cerciorarse de que el receptor haya entendido lo que el emisor ha pretendido transmitir.

El Periodismo es comunicación social, puesto que sus contenidos interesan a amplios sectores de la sociedad. Y lo primero que se debe hacer a la hora de estudiar el uso social de los mensajes es distinguir entre comprensión (los mensajes se comprenden en relación al código, es decir, comprendemos el mensaje si compartimos el código); e interpretación (los mensajes se interpretan en relación con el contexto). Interpretamos el mensaje si advertimos su intención, aunque no la exprese directamente. Por tanto, se distingue un contenido significativo, fijo y uniforme, de uno variable o de interpretación contextual.

En la información criminalística no debe existir ese margen para la interpretación contextual. Por explicarlo de una forma más clara, los hechos que un perito transmita a un periodista (referidos a la escena del crimen o a cualquier otro aspecto del caso sobre el que verse su pericia) no pueden someterse por parte del perito a ninguna interpretación distinta a la que resulte del análisis científico de los datos.

El lenguaje periodístico

El lenguaje periodístico es el lenguaje propio de los medios de comunicación. Existen diferentes modalidades en función del canal que se utilice para difundir la información, cada una con sus códigos discursivos propios. Las abordamos a continuación:

En los medios escritos, el mensaje es un texto que narra un acontecimiento. Ese texto se caracteriza como un hecho lingüístico sui generis que busca un grado de comunicación muy peculiar, distinta al lenguaje ordinario pero también al literario o poético. Fernando Lázaro Carreter compara el lenguaje informativo con el literario y con el profesional y técnico. En su opinión, aunque el periodismo pueda tener cierta calidad estética, se caracteriza por la economía expresiva y no se puede considerar en términos de verdadera creación artística.

Y frente a las jergas profesionales técnicas, sostiene que el lenguaje periodístico debe ser accesible a todos los públicos, aunque más próximo al nivel culto que al habla coloquial. La corrección lingüística es un requisito irrenunciable, así como la preocupación por articular un discurso correcto desde el punto de vista gramatical.

Las características del lenguaje en los medios escritos responden a diversos criterios lingüísticos. En líneas generales se trata de un lenguaje sencillo aunque no coloquial, que utiliza frases cortas y tiempos verbales simples en voz activa. De hecho, en los libros de estilo que siguen los redactores de la mayoría de los periódicos españoles se recomienda evitar la voz pasiva. Aunque se haya extendido su utilización debido a la traducción literal del inglés, en castellano no aporta claridad expresiva.

Se deben utilizar oraciones simples, apartando las subordinadas; y huir de los adjetivos calificativos y el uso de perífrasis, o asociación de dos o más verbos que transmiten una misma idea (por ejemplo, llegar a concluir). Los párrafos han de ser cortos, sin que superen las cuatro o, como máximo, cinco líneas.

Los rasgos del lenguaje radiofónico son en general los mismos que se aplican a las noticias del periodismo escrito. Emil Dovifat los resume en concisión, claridad y una construcción que capte la atención del receptor. Sin embargo, el lenguaje radiofónico tiene ciertas peculiaridades, relacionadas sobre todo con la habilidad para despertar el interés de la audiencia.

La regla principal es usar palabras sencillas. Si el oyente necesita consultar el diccionario para entender una palabra, es probable que deje de escuchar el programa e incluso apague la radio. Aplicada esta regla principal a la participación de un perito en un programa radiofónico implica que su intervención carezca de términos científicos; pero si se incluyen, deben aclararse de inmediato.

En el momento en que un oyente no entienda lo que el experto le cuenta, dejará de escucharlo. Para evitar que ocurra, el perito debe preocuparse por «asimilar» en su mente los significados sencillos que correspondan a términos usuales de su jerga profesional. Así conseguirá expresarse de un modo que lo entienda cualquier profano en la materia.

En televisión, la imagen configura un lenguaje peculiar que contiene una fuerte carga emocional. Maury Green lo entiende como el resultado de tres elementos característicos del proceso de comunicación televisiva: la importancia de diferentes técnicas visuales, el destacado culto a la personalidad y la espectacularidad de la información.

La combinación de estos tres componentes produce como resultado que la noticia televisiva no esté sujeta a la lógica del lenguaje racional, sino a la del emocional. En la televisión domina la estética de la fascinación: si un programa no llega a fascinar se considerará aburrido o carente de interés.

El elemento diferencial más importante y el rasgo que distingue a la información televisiva de todas las demás es la casi total dependencia de lo visual, que existe en todos los mensajes televisivos.

El laconismo del lenguaje televisivo hace que la intervención de un perito en un programa de televisión esté obligada a la claridad. Si se trata de un informativo tipo Telediario es difícil que tenga más de 20 o 30 segundos. En estos casos la técnica más útil consiste en preparar varias frases cortas y didácticas, sin tecnicismos, ya que no hay tiempo para explicar significados.

En caso de tratarse de un reportaje o programa más largo, resulta igualmente recomendable obviar el vocabulario científico y sustituirlo por un lenguaje didáctico y entendible para públicos amplios.

En los nuevos medios digitales, el lenguaje periodístico tiene como característica primera y más importante la posibilidad de combinar distintos códigos expresivos por su capacidad multimedia. Además introduce una variable temporal, la hipertextualidad o introducción de los llamados enlaces o links. Ello ha supuesto la creación de un nuevo código discursivo en el que las informaciones se entrecruzan.

Por regla general los enlaces se introducen en el texto periodístico de dos formas: dentro del propio texto, en forma de una palabra o una frase que se «pincha» y nos lleva a un contenido distinto, que puede ser aclaratorio o explicativo de la palabra o frase en cuestión; o mediante otra noticia o artículo que se relacione con la principal.

El otro modo de expresar la hipertextualidad es con enlaces situados a la derecha o al final del texto, bajo un título general tipo «noticias relacionadas» o «también te puede interesar».

En la información sobre sucesos podemos observar el uso de la hipertextualidad en varias utilidades, a saber:

– Con palabras o expresiones «pinchables» dentro del propio texto, para abrir enlaces que relaten antecedentes del caso, adjuntar documentos relacionados con la investigación o explicar significados de expresiones técnicas que puedan resultar confusas.

– Cuando la hipertextualidad se expresa con enlaces situados a la derecha o al final del texto, bajo un título general tipo «noticias relacionadas» o «también te puede interesar», suele aludir a otras informaciones publicadas sobre el caso en cuestión que nos faciliten un conocimiento más amplio del mismo; o llevarnos a otros sucesos que tengan alguna característica común, bien por el tipo de crimen o porque sus protagonistas guarden similitudes reseñables para un mejor entendimiento del suceso que se trate.

Aparte de la hipertextualidad, el lenguaje periodístico en los medios digitales tiene características similares a las del periodismo clásico, sobre todo en las versiones digitales de los medios tradicionales.

Por regla general, son los mismos periodistas de los diarios en papel los que redactan las noticias para la web, aunque de una forma más breve o resumida que la que se publicará al día siguiente en la edición impresa. No obstante, la velocidad que exigen las ediciones digitales y la citada economía de medios ha traído el inconveniente de que en las ediciones digitales de los medios clásicos se encuentren errores ortotipográficos e incluso faltas de expresión con mayor frecuencia que en los periódicos impresos.

Por tanto, cuando un perito haga declaraciones para un medio digital deberá hacerlo con suma claridad y cerciorarse de que el periodista ha recogido y entendido todos los datos importantes de la intervención.

La noticia y sus reglas

Los géneros periodísticos se clasifican en dos grandes apartados, señalados por el periodismo anglosajón: relatos que cuentan hechos (facts) y opiniones (comments). El género informativo o story se suele definir como todo aquel texto periodístico que transmite datos y hechos convertidos en acontecimientos de interés para el público al que se dirigen, ya sean nuevos o conocidos con anterioridad. La información en sentido estricto no incluye opiniones personales ni mucho menos juicios de valor. El género informativo se refiere a noticias o informaciones simples y reportajes informativos. También suele englobarse en este género a la entrevista objetiva.

La noticia o hecho periodístico tiene como base un suceso de actualidad pero, ante todo, es un relato periodístico y, por tanto, algo distinto al mero acontecimiento. El relato periodístico transforma al suceso de actualidad o acontecimiento en un hecho periodístico: la materia prima con la que se trabaja en Periodismo.

Según el profesor José Luis Martínez Albertos, el periodismo o información de actualidad se diferencia de otras formas de comunicación pública por el fin específico de difundir objetivamente hechos e ideas de interés general, que se consideran, en un momento dado, como noticias.

Las características de la noticia son las siguientes: persigue fines específicamente informativos u orientadores; está asentada desde un punto de vista técnico y con fundamento sobre una situación concreta y precisa; entiende que los sujetos promotores del proceso informativo (periodistas y medios de comunicación) tienen una disposición hacia la objetividad, entendida como sentido de la imparcialidad y la honestidad intelectual. Esa honestidad debe reflejarse también en el respeto a la libertad de respuesta de los receptores.

Existe mucha doctrina y definiciones alrededor de la noticia. La palabra viene del latín nova, que significa cosa nueva o novedad. Martínez Albertos define la noticia como «un hecho verdadero, inédito y de interés general que se comunica a grandes masas tras haber sido valorado». El estilo lingüístico utilizado en la noticia está claramente definido por la regla de las tres CES: claro, correcto y conciso.

Claridad significa escribir con sencillez. Hay que procurar que el texto se entienda sin grandes esfuerzos. Para eso es necesario que quien redacta comprenda el acontecimiento, asunto este que se torna fundamental cuando se trata de trasladar al público hechos o conclusiones de carácter científico, donde el lenguaje técnico que utilizan los profesionales puede dificultar la comprensión del texto.

Los peritos deben adecuar sus mensajes a un lenguaje accesible y sencillo, sin tecnicismos o extranjerismos; adaptable a frases cortas y simples, y a párrafos no mayores de cuatro o cinco líneas. Reiteramos que no se debe abusar de las oraciones subordinadas ni de la voz pasiva.

Sobre la corrección, expresarse o escribir correctamente implica seguir las reglas y el diccionario de la Real Academia Española (RAE). En las redacciones se utiliza un libro de estilo que sirve de guía a los periodistas de cada plantilla. Sin embargo, los peritos no disponen de esta herramienta, pero la obligación de expresarse correctamente requiere la misma validez que para los periodistas.

Un perito debe tener siempre presente que si no ha transmitido al periodista una información clara y correcta, difícilmente podrá el informador/a convertirla en una noticia comprensible y atrayente.

La concisión responde a una serie de reglas. Entre ellas, no usar perífrasis, muletillas ni abstracciones, utilizar verbos que indiquen movimiento y evitar adjetivos calificativos.

En la noticia se ordenan los datos en orden decreciente a su importancia, según la estructura de la pirámide invertida. Tiene que proporcionar las respuestas a las cinco W: what o qué, when o cuándo, where o dónde, who o quién y why o por qué, a las que debe añadirse también la h de how o cómo.

La redacción de una noticia obedece a pautas rígidas, con poco margen para la creatividad. Pero es el género que cumple con mayor eficacia la función prioritaria del periodismo: informar.

La noticia se compone de tres partes: título, lead o entradilla y cuerpo. El título puede incluir un subtítulo que suele ser una llamada de atención. El lead o entradilla es la esencia de la información, un párrafo inicial que resume los datos más importantes. El cuerpo desarrolla la entradilla, ampliando los datos e introduciendo otros nuevos.

Por regla general, la participación de un perito en una noticia sobre un crimen suele ser para completar un aspecto concreto del suceso, es decir, lo concerniente a la pericia que ha llevado a cabo y no al caso en general. No obstante, existen ocasiones en que una pericia concreta resulta determinante para el esclarecimiento del delito, y puede por sí sola originar y/o fundamentar una noticia. Y cuando se dé esta circunstancia, el perito debe dar respuesta a las 5W que conforman la estructura de cualquier noticia; la falta de alguna de ellas implicará que no pueda entenderse claramente o resulte incompleta.

Otros géneros informativos

El reportaje puede ser de dos tipos: objetivo o informativo, del que nos ocuparemos a continuación, e interpretativo. El reportaje informativo tiene algunos elementos comunes con la noticia. Se trata de un relato descriptivo que no debe incluir valoraciones personales. Entre sus rasgos propios, el más evidente es que se trata de un género más extenso, que permite al periodista ofrecer un mayor número de datos complementarios.

Respecto al uso del lenguaje son válidas las mismas normas que para la noticia: claridad, objetividad y corrección. Aunque no es tan conciso como la noticia, desde el punto de vista de la libertad expresiva está limitado por la función de informar. En el reportaje sobre sucesos este límite deben tenerlo claro tanto el periodista como el perito.

Un perito no puede opinar sobre su trabajo, entendida la opinión como juicio o valoración personal. También tiene tres partes: el título, el lead y el cuerpo. El título suele estar pensado para llamar la atención del lector. El lead es el resumen de los datos más importantes que van a ofrecerse.

No es necesario ajustarse a las 5W, puesto que se suelen usar recursos como el contraste o la sorpresa. En el cuerpo tampoco hay que ceñirse a la pirámide invertida; su técnica obedece a una combinación de datos esenciales y datos complementarios, aunque resulta imprescindible que la lectura completa del reportaje ofrezca las respuestas a las 5W y la H de how o cómo.

La entrevista objetiva es aquella en la que el periodista se limita a exponer su conversación con un personaje mediante el sistema de pregunta y respuesta, excluyendo los comentarios y las descripciones interpretativas en torno al entrevistado. Se inicia con una entradilla o presentación, donde se enmarca al personaje, su trayectoria y se cuenta el motivo por el que se le entrevista. Su objetivo es trasladar al público información acerca de unos hechos por parte del entrevistado o dar a conocer su postura respecto a los mismos.

Por regla general las entrevistas objetivas son cortas, responden a un cuestionario y suelen usarse como apoyo a un reportaje; por ejemplo, para explicar la versión de un experto en el tema de que se trate o de un afectado por los hechos.

En las páginas de sucesos de los periódicos es frecuente encontrar entrevistas con técnicos que han conocido un caso determinado por su actuación como peritos en el mismo.

Y la recomendación para actuar de modo correcto en el género de entrevista informativa consiste en no aportar valoraciones personales. Las respuestas que se otorguen deben ofrecer datos o responder a análisis que realiza el perito conforme a la información obtenida en la investigación, sin estar nunca basadas en ideas, ocurrencias o condicionamientos personales.

Claridad en la comunicación

El objetivo de un perito al aceptar intervenir en un medio de comunicación para informar sobre su trabajo en un caso concreto debe guiarse por un único objetivo: ofrecer información clara y útil para entenderlo. Vamos a estudiar como ejemplo un extracto del libro 151 cuchilladas, una investigación periodística sobre el doble crimen sin castigo de Almonte. El párrafo que sigue explica al lector qué es el ADN dubitado e indubitado.

«…Los indicios biológicos que revisten interés para la genética forense son aquellos que contienen ADN. Engloban a «toda sustancia líquida o sólida que provenga del cuerpo humano o que haya estado en contacto con el mismo, y en cuya superficie o interior pueda haber restos celulares». En Criminalística, se llaman muestras indubitadas o de referencia a los restos biológicos de procedencia conocida, es decir, que se sabe a quién pertenecen. Valgan como ejemplo las extraídas de un cadáver identificado, o las tomadas a los familiares de un desaparecido. El tipo de muestras indubitadas más frecuentes son la sangre y la saliva. Por el contrario, las muestras dubitadas o evidencias son las de procedencia desconocida que se recogen en la escena del crimen: no se sabe a quién corresponden. Por regla general se refieren a sangre, de modo habitual en forma de mancha; semen procedente de lavados vaginales o de manchas adheridas a prendas de la víctima; saliva encontrada en colillas de cigarrillos, sobres y sellos; pelos, uñas, tejidos blandos; y, por último, restos óseos y dentarios, relacionados principalmente con la identificación de cadáveres…».

Este texto ofrece una explicación clara y aporta ejemplos para que se entienda de modo correcto y sin margen para la duda o el error. No obstante, debemos tener en cuenta que pertenece a un libro y no a un medio de comunicación de masas (prensa, radio, televisión o Internet). Adaptarlo a cualquiera de ellos implicaría un ejercicio de síntesis que redundaría en la claridad del párrafo en su conjunto.

Para conseguirlo vamos a obviar los términos técnicos e incidir en los ejemplos. El resultado sería el siguiente:

«El ADN se puede encontrar en cualquier sustancia líquida o sólida que provenga del cuerpo humano o haya estado en contacto con él. En Criminología se distinguen dos tipos: elADN de referencia y el de procedencia desconocida. El primero se sabe a quién pertenece; y el de procedencia desconocida es el hallado en el lugar del crimen. Como ejemplos más frecuentes de muestras de ADN conocido citamos las extraídas de un cadáver identificado, o las tomadas a los familiares de un desaparecido. Respecto al de procedencia desconocida, las muestras más comunes son las manchas de sangre, de semen o de saliva; pelos, uñas u otros restos biológicos que se recogen en la escena del crimen».

Ambos textos explican lo mismo; sin embargo, la extensión del primero es el doble que la del segundo, donde se ha eliminado la jerga científica, simplificado el lenguaje y acortado las frases.

De lo anteriormente expuesto podemos concluir que, en sus comunicaciones con los periodistas, los científicos deberían utilizar las mismas reglas lingüísticas que valen para los profesionales de la información: claridad, concisión y corrección, puesto que tanto peritos como periodistas persiguen, en teoría, el mismo objetivo: aportar al público información clara y veraz sobre un suceso que interesa a grandes masas de población. La objetividad en la transmisión de los hechos es el otro requisito imprescindible de la información periodística, e implica por igual a periodistas y científicos.

  1. Rocío Castrillo Cascajo, periodista

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