El niño saudí Murtaja Qureiris, quien iba a ser condenado a muerte en Arabia Saudí según la recomendación de los fiscales, salvará finalmente la vida gracias a la fuerte presión internacional y de asociaciones pro derechos humanos.
Amnistía Internacional informó de que Qureiris se salva de la ejecución, siendo condenado finalmente a doce años de prisión.
En Austria, el Parlamento había aprobado una resolución donde señalaba que utilizará “todos los medios diplomáticos disponibles para evitar la ejecución” y decidió cerrar un supuesto centro cultural en Viena apoyado por Arabia Saudí.
El joven, que ahora tiene dieciocho años, fue detenido con trece años. La edad penal en el reino wahabí es de doce años según Human Rights Watch. Se le considera el preso político más joven del mundo.
Su delito había sido salir en bicicleta a pedir derechos humanos y gritarlo públicamente. Posteriormente, cuando se dirigía con su familia a Bahrein, fue detenido. En realidad el problema era que su familia es chií.
La fiscalía le acusaba de, con diez años, acompañar a su hermano Alí a tirar un artefcto incendiario a una sede policial en Awamiya y de pertenecer a un “grupo terrorista extremista”. El hermano murió durante unas protestas populares y en su funeral se gritaron consignas contra el Gobierno.
Amnistía Internacional había alertado que el joven al alcanzar la mayoría de edad podía ser ejecutado, después de haber estado más de cuatro años en prisión preventiva. El Grupo de Trabajo de la ONU señaló en noviembre de 2016 que creía que el menor había sido torturado.
Arabia Saudí es el país que tiene una tasa de ejecuciones de las más altas del mundo. Si el menor hubiese sido ejecutado no hubiese sido el primero ya que otros dos lo fueron cuando les acusaron antes de cumplir la mayoría de edad.
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