El periodismo se engalana al celebrar la vida de El Gabo

El 6 de marzo está de cumpleaños Gabriel García Márquez. Junto a sus cuentos, relatos, novelas y, para quienes ejercemos la comunicación social, de una manera especial en sus crónicas magistrales y otros textos periodísticos, entendemos que hay que poner todo el esfuerzo en la construcción de una sociedad que trascienda su maqueta.

Xulio-Formoso_Gabriel-García-Márquez El periodismo se engalana al celebrar la vida de El Gabo
Xulio Formoso: Gabriel García Márquez

Uno de estos primeros trabajos de Gabriel García Márquez, publicado en El Espectador, es la serie de catorce crónicas sucesivas que dieron forma a Relato de un náufrago.

De estos artículos aprendemos que se puede en un buen momento decidir cambiar de paisaje, cubrir otra posición en el campo de lucha, mudarse al lugar más lejano pero jamás se vale desertar. Desertar es hacerse a un lado porque no gusta lo que se está haciendo pero tampoco se tiene un plan de trabajo, un sueño futuro, un amor disponible ni grupo de referencia.

De las deserciones, las peores son las corruptas: gente que no se compromete con lo dicho, mienten incondicionalmente, tienen agendas ocultas, son especialistas en chulería. Son los periodistas que se suicidan literalmente al publicar como suyas expresiones de otra persona, no verificar la fuente de las informaciones que suministran. Infames sin ética de quienes sentimos vergüenza y asquea el pensar que pudieran ser colegas.

Quien deserta decidió seguir penando y dando pena por calles y espacios que ya jamás le serán propios; sangre sin fuerza, espíritu leucémico condenado a llorar eternamente por la no-vida que meticulosamente se fueron construyendo error tras error, abandono tras abandono en ristra de traiciones sucesivas. A estas personas dejémosles en paz; que descansen en su angustia, que caminen cual sonámbulos por su muerte, que intenten sujetarse a su nada.

Xulio Formoso: Gabo en Aracataca

En cambio, quienes no desertamos, quienes nos esmeramos con cariño en mejorar la letra y, aún sabiendo que la perfección es una utopía, nos empeñamos en andar tras su silueta, nos pronunciamos en los siguientes términos:

Considerando que donde quiera que se mire están ocurriendo cosas importantes, algunas dolorosas como el estremecimiento de la humanidad mutilada en su integridad que se reporta como ocurrida en Irak, Venezuela, Nicaragua, Rusia, Ucrania o la Franja de Gaza pero que en realidad tiene su epicentro en el sentimiento de pérdida total que se aloja en cada quien tras la tragedia de alguien que sufre, siendo la soledad y su escandaloso silencio la más opresiva pena que no se alivia ni con el transcurso de cien años;

Considerando que otros hechos, afortunadamente la mayoría, nos colman de alegría como el trabajo tesonero de quienes no tuercen sus principios fundamentados en el respeto y ejercicio de los derechos humanos y día tras día se empeñan en construir un mundo más vivible para sí y para el colectivo universal como si tomasen al voleo la expresión de El Gabo “Macondo no es tanto un lugar como un estado de ánimo” y, entonces poblaran su vida de fantasía;

Considerando que en todo espacio (el íntimo pero sobretodo el público) hallamos una oportunidad de aprendizaje; que la gente brinda el lugar preciso para perpetuarse y lo ofrece con auténtica y plena gratuidad; que hace falta que la pregunta certera sea batiscafo para explorar las profundidades humanas sin lastimar arbitrariamente; que quien hable o escriba utilizando cualquier medio debe concienciar su esencia ineludible de educador o educadora y, sin prejuicios ni temores vanos, asumir el escrutinio de la sociedad, aprendiendo la humildad del ganador del Premio Nobel de Literatura 1982, al sentenciar que dicho reconocimiento no es para él sino para la sensibilidad de la novela latinoamericana;

Entonces:

Se ratifica en su función de vocería a los hombres y mujeres de buena fe que nos brindan la información como alimento espiritual e intelectual sin permitir que nos sea arrebatada por quienes tienen interés en desconocer y hacer que se desconozca la verdad, no importando si poseen títulos universitarios o es el tesón del estudio planificado personalmente lo que le ha brindado sabiduría;

Se les reconoce la libertad de participar en todo acto creativo y se les invita a dejar que el accionar amoroso de la gente se les suba libremente al corazón y sus pronunciamientos sean legitimados por la justicia, esperanza y solidaridad como un Amor en tiempos del cólera;

Se les exige a quienes ejercen en libertad el don y el oficio de la palabra, que la esgriman y recreen en un lenguaje sin callados subterfugios o escandalosas peroratas; que cuando resuene el silencio sea comunicante y lo dicho a toda voz sea la versión pluriparcializada de todos y todas y no la triste Historia de un secuestro;

En nombre de la libertad de expresión y en uso de las atribuciones que inherentemente tenemos de velar por el bienestar de toda persona se les desea, amigos y amigas periodistas, que haya felicidad en su búsqueda del mejor modo de ser y estilo de informar, formar y recrear; ética en su servicio profesional y compromiso por toda la vida.

Si así fuera… que El Gabo les bendiga.

Ileana Ruiz
Ileana Ruiz (Venezuela). Activista de derechos humanos, investigadora social y periodista. Asesora en resolución de conflictos, educación popular, participación ciudadana y derechos humanos y profesora de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad. Articulista en el semanario venezolano “Todosadentro” del Ministerio de la Cultura desde 2006. Premio Nacional de Periodismo de Opinión, 2013. Entre sus publicaciones: De la indignación a la implicación (2006); Pueblo de agua: Cuentos para la educación en derechos humanos sobre la identidad del pueblo warao (2009); Servicio de policía bajo la mirada ciudadana (2010); La clave del acuerdo. Practiguía para la resolución pacífica de conflictos (2011); Pasos dados poco a poco. Memoria y cuentos del proceso de constitución de los Comités Ciudadanos de Control Policial (2012).

1 COMENTARIO

  1. Gabriel García Márquez, grandísimo escritor, por cuyas venas corre sangre colombiana y latina, que se desborda en tinta para trazar materialmente sus relatos. Aunque esté fuera de Latinoamérica, en lo que piensa, dice y escribe, respira su continente. En cambio otros grandes escritores, que han recorrido el Viejo Mundo o se han quedado allá por el influjo de la más elevada cultura como antígeno de creatividad, han terminado narrando como un europeo-latinoamericanizado.
    No tengo para qué decirlo, García Márquez es mi escritor del presente preferido.

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