Los pulpos se encuentran en todos los océanos del mundo. Sólo del Octopus vulgaris, el más abundante, hay unas cien especies distintas. Su tamaño varía desde los 4.4 centímetros de cabeza y nueve de tentáculos del pulpo pigmeo, a los gigantes del Pacífico, que sobrepasan los seis metros.
Aunque tienen una vida muy corta (dos años) es una de las especies más prolíficas. La hembra puede poner más de cien mil huevos en la única nidada de su vida, que dura cinco días. Los huevos eclosionan a las seis semanas. Esta capacidad de proliferación explica la supervivencia de la especie, de la que al año se llegan a capturar más de 420.000 toneladas.
Pocos animales han servido a la historia y a la iconografía para representar un concepto y su contrario. El pulpo viene haciéndolo desde hace miles de años, según las representaciones que de este animal se han rescatado de la narrativa y del arte más remotos, desde los jeroglíficos egipcios a las imágenes datadas en el 1500 antes de Cristo aparecidas en las islas del Pacífico Sur.
El pulpo es además uno de los animales más antiguos: a un fósil encontrado en Montana (EEUU) se le atribuye una antigüedad de 330 millones de años, es decir, se trata de una especie anterior a los dinosaurios.
El erotismo es una de las representaciones que con más frecuencia ha utilizado la imagen de un pulpo, como muestran desde las pinturas de las ánforas micénicas hasta el dibujo de Picasso «Mujer y pulpo». Pero este animal ha sido utilizado también como representación de muerte y de destrucción.
Víctor Hugo en «Los trabajadores del mar» escribe: «Estos animales son tanto fantasmas como monstruos. Son el anfibio de la muerte, los extremos visibles de los círculos negros». El ilustrador Gustave Doré, autor de los dibujos canónicos de una de las mejores ediciones del Quijote, ha creado bellas imágenes para ilustrar esta obra de Víctor Hugo que considera al pulpo como uno de los animales más terribles y mortíferos.
El novelista Thomas Pynchon en «El arcoíris de gravedad» y el cineasta Roger Corman en «Terror en Dunwich» utilizan también el pulpo como amenaza de terror y de peligro. En la iconografía del pulpo incluso una misma representación ha servido para interpretar los dos significados antagónicos, como en el caso del grabado sobre madera «El sueño de la esposa del pescador» del japonés Katsushika Hokusai, de 1814, donde la imagen de una mujer cuyo cuerpo abrazan dos pulpos, ha sido interpretada por unos como una escena de profundo erotismo en la que el rostro de la mujer muestra el disfrute del sexo, y por otros como un acto de violación en el que ese mismo rostro expresaría en realidad un gesto de dolor.
Estas y otras iconografías se incluyen en el libro «Los pulpos. La vida de unos seres extraordinarios» (Blume), de Richard Schweid.
El concepto de seres extraordinarios lo aplica el autor a este animal porque estima que sus propiedades son asombrosas. En el capítulo dedicado a «El cuerpo del pulpo» le atribuye un cerebro grande, complejo y muy desarrollado, de una inteligencia indudable, como demuestra su habilidad para camuflarse adaptando el color de la superficie sobre la que yace, cambios de color que los pulpos utilizan también como lenguaje para transmitir sensaciones a los de su especie.
Además, Schweid afirma que este animal está dotado de un desarrollado sentido de la astucia, que aplica para capturar a sus presas y también para escabullirse de sus depredadores: delfines, tiburones, morenas y humanos.
Son estas cualidades las que inclinan al autor a afirmar que los pulpos tienen mente: «exploran para adquirir información, calculan qué pueden hacer con el mundo que los rodea y utilizan estrategias flexibles de resolución de problemas cuando se ven amenazados». Para Richard Schweid se trata del invertebrado más inteligente del mundo, que puede controlar cada uno de sus tentáculos de forma independiente. Cada tentáculo tiene más de 200 ventosas con 10.000 células receptivas capaces de distinguir diferentes texturas.
Al perder su caparazón los pulpos han tenido que desarrollar nuevas estrategias de supervivencia, mejorar su sistema sensorial y nervioso y depender más de la vista. Sobre todo el autor de este ensayo hace hincapié en la mirada del pulpo, en la que advierte esa inteligencia que afirma haber descubierto en la especie a través de unos ojos dotados de excelente visión y que parecen percibir y entender el entorno.
Asegura que la mirada del pulpo basta para convencer a una persona de que tras ella hay un ser inteligente y consciente: «su mirada se encontró con la mía y, por un instante, observé sus dos ojos saltones. Sentí en sus ojos un pánico animal controlado, una desesperación urgente (…) me sobresaltó la sensación de que detrás de esos ojos había un individuo, una entidad pensante» (p. 163).
Gran parte de las conclusiones de este estudio se han obtenido en el centro de investigación del pulpo Stazione Anton Dohrn de Nápoles. Entre ellas la que lo considera un animal solitario, aunque no asocial, doméstico y hogareño, que pasa el setenta por ciento del tiempo en su madriguera, que sólo sale para comer, que se cansa con facilidad y que se adapta bien al cautiverio (en Vigo, Pescanova llevó a cabo en 2003 la cría de pulpos en jaulas, una iniciativa que no prosperó por diferentes razones).
En La Stazione se vienen estudiando desde hace décadas numerosos comportamientos del pulpo, un animal capaz de abrir cada vez más rápido un frasco y al que se le puede enseñar a hacer cosas porque tiene una capacidad de aprendizaje observacional muy sofisticada (incluso pueden aprender de un video) y además recuerdan lo aprendido.
Los investigadores de La Stazione han concluido que los pulpos tienen personalidad, pues no todos reaccionan de la misma manera a los mismos estímulos, y además poseen la capacidad de jugar (sin olvidar la posible capacidad de adivinar, como en el caso del pulpo Paul, aquel que pronosticó la victoria de España en el mundial de fútbol de 2010).
En La Stazione se ha estudiado también la composición de los efluvios que emanan de distintas especies de pulpo (tintas, venenos) y se han descubierto en algunos propiedades curativas para el cáncer de melanoma, pues destruyen ciertos tipos de células tumorales.