Chistes, canciones, gestos de mal gusto o epítetos que desvalorizan a las personas afrodescendientes persisten en Cuba, a contracorriente de una Constitución que prohíbe la discriminación por el color de piel y en desafío a disposiciones políticas recientes, alertan a IPS activistas contra el racismo, escribe Patricia Grogg desde La Habana.
Para Irene Esther Ruiz, integrante del comité ejecutivo de la Articulación Regional de Afrodescendientes de América Latina y el Caribe en su capítulo de Cuba (ARAC), se trata de manifestaciones cotidianas en espacios como el barrio o los centros de trabajo y de estudio: «Estas y otras expresiones discriminatorias hay que identificarlas y combatirlas, desde posiciones revolucionarias», dijo.
La vigilancia de estos problemas figura entre las tareas que se propone impulsar ARAC, dentro de una red a la que Cuba adhirió poco antes de que este año diese comienzo el Decenio Internacional de los Afrodescendientes, proclamado por la Organización de las Naciones Unidas.
Entre los objetivos de ARAC, figura elaborar estrategias que contribuyan a disminuir las zonas de racismo en el país.
«Esta es una tarea de hoy que no se resolvió ayer y que postergarla para mañana puede ser demasiado tarde. De ahí la urgencia de que todos nos articulemos en este propósito», señaló Ruiz.
La investigadora y escritora Daysi Rubiera resaltó que ARAC surge en un momento crucial de la realidad cubana. «La sociedad civil es menos frágil y las personas tratan de abordar sus preocupaciones no solo sobre el presente, sino también del futuro del país», afirmó.
Añadió que sería un «gran salto adelante» la integración de los esfuerzos para crear conciencia racial, que realizan desde hace tiempo grupos como Afrocubanas, al cual ella pertenece, y la Cofradía de la Negritud, entre otros.
Otra integrante del comité ejecutivo de ARAC, Aries Morales, recordó que las desigualdades y las discriminaciones son universales y coincidió en que Cuba está preparada para debatir y depurar las contradicciones frontalmente y hacia el futuro. «Ese ha sido siempre mi sueño y por ello he trabajado todos estos años», indicó.
El capítulo cubano de la red nació en septiembre de 2012, durante una reunión en La Habana en que participaron unos 30 líderes y activistas del movimiento contra el racismo y la discriminación racial de Colombia, Costa Rica, Ecuador, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela y del país anfitrión.
En aquella ocasión, Zuleica Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro, precisó que se trata de una entidad independiente de cualquier institución, pero que contará con apoyo de varias instancias gubernamentales: «La articulación pretende hacerse cargo de muchas situaciones que están en el plano de lo subjetivo y que se convierten en obstáculos tan objetivos como una muralla», señaló.
La nueva herramienta contra la discriminación racial es una organización en «construcción» y tiene una dirección colectiva, explicó la coordinadora de la red, Gisela Morales. «Hemos convocado a participar a todo el mundo, intelectuales, activistas barriales, amas de casa, así como a grupos ya involucrados en estos problemas. Es una iniciativa inclusiva y plural», indicó.
Añadió que la idea es que las personas se sumen desde su lugar de trabajo.
«Si es del sector educativo, que trate de observar cómo se desarrollan los planes de estudio o, si es del sector de la prensa, estar atento al tratamiento del tema en los medios. Los líderes y lideresas de los barrios pueden hacer un trabajo muy importante desde sus comunidades», apuntó.
En lo inmediato, el programa de trabajo prevé acciones concretas como canalizar el diálogo con las instituciones cuando se conozcan hechos concretos de discriminación, realizar talleres de capacitación y tejer alianzas entre los distintos proyectos que trabajan el tema racial.
Es un problema social que «debemos visibilizar más porque hay personas que desconocen o aún se niegan a reconocer estos problemas», afirmó la coordinadora.
Investigadores como Esteban Morales sostienen que más de 60 por ciento de la población cubana, de 11,2 millones, es no blanca, entre negros y mestizos. Una cifra muy superior a la arrojada por el censo de 2002, según el cual 10 por ciento de los habitantes de la isla se reconocieron como negros y cerca de 25 por ciento como mulatos o mestizos.
Este especialista dijo a IPS en 2010 que el color de la piel es una variable de diferenciación social, porque el blanco llegó a este territorio por voluntad propia, como colonizador, mientras que «el negro fue traído obligado y convertido en esclavo». A su juicio, «son puntos de partida diferentes, que no pueden ser olvidados, ni obviados y pesan hasta hoy».
Una señal de lo mucho avanzado lo representa el actual Consejo de Estado, la suprema representación estatal en la Constitución, donde 39 por ciento de sus integrantes son personas negras o mestizas.
Para el ensayista Roberto Zurbano, uno de los cuatro integrantes del Comité Político de ARAC, son varios los retos a vencer para llevar a cabo las acciones que se proponen. El principal de ellos, apuntó, el del entender el contexto de actualización del modelo socialista de desarrollo en que está inmerso este país caribeño.
Consideró que en el actual proceso de reformas económicas, hay una serie de problemas que tienen que ver con la justicia social y la calidad de vida de la población, pero también con visibilizar cuestiones que han estado menos discutidas en la sociedad cubana y emergen como conflictos sin resolver todavía, entre otros, el de la discriminación racial.
«Creo que es un gran reto organizar ARAC y convertirla en un espacio capaz de esa integración que todavía no tenemos, un espacio capaz del debate que todavía no tenemos o es insuficiente, porque no bastan todos estos cursos, espacios académicos o las publicaciones. Es necesario llevarlo a toda la sociedad», comentó.
El 23 de marzo, Zurbano publicó un crítico artículo sobre el tema racial en Cuba en el diario estadounidense The New York Times, tras lo cual fue removido de su cargo de director editorial de Casa de las Américas, donde continúa como investigador. Su texto creó una polémica interna que desnudó la extrema sensibilidad social e incluso política sobre el tema racial en la isla.
ARAC emitió entonces una declaración de respaldo a «la libre expresión de ideas por todos y todas sus activistas» y se opuso a «medidas o procedimientos institucionales o personales de carácter obstructivo o represivo contra cualquier participante» en polémicas donde a título personal exprese sus opiniones.
Durante su conferencia nacional de 2012, el gobernante Partido Comunista de Cuba estableció entre sus objetivos el «enfrentar los prejuicios y conductas discriminatorias por color de la piel, género, creencias religiosas, orientación sexual, origen territorial y otros que son contrarios a la Constitución y las leyes, atentan contra la unidad nacional y limitan el ejercicio de los derechos de las persona».