Las elecciones en Marruecos celebradas este 8 de septiembre 2021 arrojaron unos resultados que suponen la formación de un nuevo y diferente Gobierno, que liderará Aziz Ajanouch, tras diez años en el poder del Partido Justicia y del Desarrollo (PJD, islamista) que encabezaba el hasta ahora jefe del ejecutivo, Saadedín El Ozmani, que ha sufrido una auténtica debacle en las urnas.
La Reagrupación Nacional de Independientes (RNI) el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM) y el Partido Istiqlal (PI, Independencia, el más antiguo del país) fueron las tres formaciones más votadas y posiblemente formen el nuevo Gobierno, que presidirá el jefe del RNI y actual ministro de Agricultura, el millonario Aziz Ajanouch, cercano al rey Mohamed VI, quien ya ha puesto su programa electoral como base para llegar a acuerdos de Gobierno.
El rey Mohamed VI debe designar como jefe de gobierno al partido más votado, el cual encabezará el Ejecutivo por un período de cinco años.
El PAM fue fundado en 2008 por el actual consejero real Fouad Ali El Himma y el Istiqlal, cambió de líder respecto a las últimas elecciones de 2016, siendo presidido por Nizar Baraka, quien fue elegido diputado por Larache. Tanto el PAM como el PI se encontraban en la oposición.
La RNI ganó las elecciones con 102 (+65) escaños, seguido del PAM con 86 (-16) y el Istiqlal con 81 (+35) por lo que podrían alcanzar mayoría en el Parlamento que cuenta 395 diputados.
La Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) alcanza los 35 (+15) y la otra formación de izquierdas, antiguos comunistas, actual Partido del Progreso y el Socialismo (PPS) alcanza 21 (+8).
El Movimiento Popular (MP) consigue 29 (+2) y la Unión Constitucional (UC) obtiene 18 perdiendo uno respecto a hace cinco años. El resto de formaciones se reparte diez escaños, entre ellos se encuentran dos de la izquierda alternativa.
Son el obtenido en Casablanca por la mujer que preside el Partido Socialista Unificado (PSU) Nabila Mounir, que se separó del Frente de Izquierdas Democrático (FGD) con el que se presentó hace cinco años. El FGD reconvertido en Alianza de Izquierdas Democrática (AFG) obtuvo un escaño.
El Partido Justicia y Desarrollo (PJD) sufrió una severa derrota, pasa de 125 escaños y primera fuerza política a octava, con trece, perdiendo 112 puestos en el Parlamento de Rabat.
Por poner un ejemplo, en Tánger perdieron todos sus diputados además de la alcaldía, disminuyendo en más de 50.000 votos. Los escaños se los repartieron RNI, UC, PI, PAM y PPS. También perdieron, entre otras, las alcaldías de Tánger, Tetuán, Rabat, Casablanca y Fez.
La derrota de los islamistas tiene varias causas, problemas internos y de liderazgo, eran las primeras elecciones del hasta ahora jefe de Gobierno, Saadedín El Ozmani, quien no tenía el carisma del anterior líder que sustituyó en el primer Gobierno islamista (2011-2016), Abdelilá Benkirán, quien ya ha pedido la dimisión de su sucesor en el ejecutivo que ni tan siquiera ha conseguido su escaño y un nuevo Congreso en el PJD. Posteriormente dimitió El Ozmani y toda la dirección nacional del partido, previamente ya había dejado el cargo su secretario general y exministro, Lahcen Daoudi.
Lógicamente el desgaste de poder tras una década y las consecuencias económicas de la pandemia han influido en la pérdida de votos de los islamistas.
Por otra parte, ha influido el cambio de ley electoral impulsada por el Ministerio del Interior, que controla el monarca, y que fragmenta todavía más el panorama político, en base al número de electores inscritos y no de votantes, lo que favorece a las pequeñas formaciones en detrimento de las grandes.
Si ya antes era extremadamente complicado que un partido tuviera una mayoría clara siendo necesarias las coaliciones, ahora prácticamente se vuelve imposible que un partido gobierne en solitario.
La tasa de participación alcanzó un 50,35 por ciento, superior al 43 por ciento de las anteriores elecciones legislativas, de 2016, si bien hay que aclarar que, por primera vez, además de legislativas se celebraban comicios comunales y locales.
Eran las decimoprimeras elecciones generales en Marruecos desde la independencia en 1956. Con un censo de 25,2 millones de personas (1,8 millones más que en 2016) de las que se inscribieron un 69 por ciento en las listas electorales, 17,5 millones (54 por ciento hombres y 46 por ciento mujeres), votando finalmente casi la mitad, 7,8 millones.
Dos formaciones no participaron haciendo una llamada a la abstención, Vía Democrática y el movimiento islamista, tolerado pero no legal, Justicia y Caridad.
Un detalle que han querido destacar los medios marroquíes es que la mayor participación se dio en el Sahara, entre el 58 y el 66 por ciento, si bien tiene una explicación lógica, es donde viven más habitantes, colonos, que dependen del erario e instituciones públicas, hay numerosos subvencionados. Hay que recordar que la Unión Africana se negó a enviar observadores electorales al territorio saharaui.
En 2011, Marruecos adoptó una nueva Constitución, y desde entonces gobernaba el PJD, pero las decisiones y orientaciones en sectores clave, así como la elección de los ministros más importantes y embajadores, continúan dependiendo del rey Mohamed VI.
La campaña electoral vivió por primera vez la proliferación de las nuevas tecnologías, ya que estuvo marcada por la ausencia de grandes mítines a causa de la pandemia de la COVID-19. Tampoco faltaron las habituales acusaciones de compra de votos, en ese sentido el partido ganador fue uno de los que levantaron más sospechas.
Como curiosidad, entre los nuevos diputados, se encuentra una actriz, Fátima Khair (RNI) y cinco presidentes de clubes de fútbol marroquíes.
[…] poco después de que la Agrupación Nacional de Independientes (RNI, siglas en francés), ganara las elecciones generales. Este partido tiene como líder, siendo el actual jefe de Gobierno, al empresario Aziz […]
Tanto mi querido compañero, amigo y colega, sabemos que el fracaso de lo que podríamos definir como izquierda radical, no ha sabido hacer oposición y menos aun lograr objetivos que beneficiaran a la población, sobre todo a los más necesitados, el sector que quizás más le votaran y le permitieran hacer oposición. Ahora el cambio, al menos para mi es teatral; sale la izquierda y entra la derecha, llega la dictadura pura y dura de la mano del brazo derecho del rey más corrupto en toda la historia del país vecino. El fracaso islámico se esperaba. Lo que ignorarían a la vista de los escrutinios, es el tremendo batacazo que les envía a la vía pública como ciudadanos de a pie. Lo penoso, el Rey aplicará más aun su puño de hierro sobre todo en territorio saharaui donde la guerra persiste, con bajas importantes para el poderosa ejército marroquí. Un conflicto que va a más y del que apenas se escribe, habla o se dan imágenes.