¡Emanar e iniciar: en el banquillo otra vez!

Sobre las dos primeras palabras que sirven de título de este artículo he escrito y hablado en reiteradas ocasiones, bien por peticiones de personas que son seguidoras de este trabajo de divulgación periodística y que me han pedido que les aclare sus dudas, o por la alta frecuencia con la que estas aparecen involucradas en impropiedades, tanto en los medios de comunicación, como en el habla cotidiana.

En cada oportunidad he procurado ser lo más explícito posible, en virtud de que los interesados puedan disipar sus dudas; pero por más que se insista, siempre quedarán resabios, ante los cuales será menester volver de cuando en cuando.

La semana pasada tuve el honor y la satisfacción de ser el facilitador de un taller sobre ortografía, dirigido al personal de Concejo Municipal de Guanarito estado Portuguesa, Venezuela, y me sorprendió gratamente el hecho de que la mayoría de los asistentes plantearon importantes inquietudes, con lo que pude palpar que, a la par de los frecuentes casos de impropiedades, existe un marcado interés por mejorar la forma de escribir y de hablar.

En algunos pasajes del taller noté que lo de emanar e iniciar no se maneja con la facilidad que se requiere en un ámbito en el que la redacción de textos es la base de su funcionamiento. Por eso, hoy quiero, de manera pública y a distancia, completar el contenido.

No tengo ningún temor en afirmar y reafirmar que los periodistas venezolanos, con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, no saben utilizar los verbos emanar e iniciar. No sé si en otros países de habla hispana ocurra algo parecido; pero en Venezuela es una fatalidad, una especie de plaga que sea vuelto resistente al combate. Es inconcebible, pues la herramienta básica de un periodista es el lenguaje escrito y oral. ¿Si o no?

Se han vuelto comunes frases como: «Un comunicado emanado por el Gobernador»; «La decisión fue emanada por el juez superior»; «La fiscal emanó una orden de aprehensión», etc. Aclaro que no son ejemplos copiados textualmente; solo los he usado para ilustrar el mal uso del verbo emanar. Además, no sé si un fiscal está facultado para ordenar una aprehensión. Les recuerdo que no soy abogado.

En los tres casos se evidencia claramente que la intención es expresar que el comunicado, la decisión y la orden de aprehensión son responsabilidad del gobernador, del juez superior y de la fiscal, respectivamente; solo que no se emplea el verbo adecuado. Si se busca el significado de emanar, se encontrará que este verbo es sinónimo de «proceder, derivar, traer origen y principio de algo de cuya sustancia se participa». Es además, «dicho de una sustancia volátil: desprenderse de un cuerpo». Es equivalente a «emitir, desprenderse de sí»: su persona emana simpatía».

Las acepciones las he colocado entre comillas, pues fueron copiadas del DLE. Nótese que la tercera es la que más se aproxima al uso que muchos redactores pretenden darle.

Para evitar el mal empleo, se debe tener presente que las cosas emanan de y no por. Es un vicio que comencé a notar en mis tiempos de coordinador en la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa, en 2013. Me llama la atención el hecho de que el mal ha hecho «metástasis» en otras áreas, toda vez que de vez en cuando aparece en publicaciones nacionales, muchas de las cuales, son de gran trayectoria y prestigio.

El sentido común, fundamental en estos casos, sería sumamente útil para evitar esa y otras impropiedades.

El verbo iniciar se ha convertido en el preferido de los redactores, profesionales y no profesionales, como si no existieran comenzar o empezar. Iniciar son sinónimos; pero no se construyen de la misma manera, y he allí la gran cantidad situaciones viciadas. Para hacer un buen uso del mismo, y sin complicaciones gramaticales, es necesario saber que «los acontecimientos, las acciones, los hechos comienzan o empiezan; pero no inician, sino que se inician».

Esa es la sutil diferencia que existe entre iniciar y comenzar, que lamentablemente la mayoría de los periodistas venezolanos no ha podido captar, y no vengan con la excusa que lo usan así porque son sinónimos. La sinonimia de las lenguas no es perfecta, y por tal motivo se debe conocer el contexto, para no incurrir en mal uso.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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