Si por empacho entendemos la ingesta indiscriminada de comida y bebida sin medir las consecuencias, nos encontramos con una enfermedad popular, que a más de uno le ha sucedido en alguna navidad.
Desde el punto de vista médico, es importante saber que una indigestión o empacho no revierte en principio un riesgo para ningún paciente, salvo que se padezcan enfermedades crónicas.
Los cuadros que derivan en esta circunstancia pueden ser múltiples, aunque el más conocido es la ingesta sin medida.
En otras ocasiones, la indigestión se produce por haber tomado sustancias que no son alimentos: por ejemplo, chicle, un papel sin querer, alimentos con tierra, etc.
Por otro lado, puede suceder si se toman frutos que no están maduros o alimentos crudos que no se toleren bien como aquellos que contienen leche y derivados. De igual forma, si algún alimento está poco cocido o poco asado, puede derivar en una indigestión en algunas personas que tienen un estómago delicado.
Los empachos en general, son normales en niños y lactantes antes que en personas mayores, porque estos pueden comer sin medida, mientras que el adulto llega a decir que no puede más.
Desde un dolor abdominal, hasta tener diarrea, malestar general, vómitos, pérdida de apetito y/o estreñimiento en las diversas fases, una persona puede manifestar estos síntomas a lo largo, al menos de tres días; si bien, hay que dejar al estómago descansar y evitar tomar alimento alguno hasta que nos vaciemos de aquello que nos ha causado el dolor.
Los consejos populares en este caso pueden ayudar a restablecer la flora intestinal y puede mejorar el paciente si toma manzanilla en vez de agua, infusiones de hierbabuena y canela y el agua de haber cocido el arroz. Cuando se mejore, puede comenzar a tomar una manzana oxidada para que corte la diarrea. En cualquier caso, siempre que tome hierbas, debe comentárselo a su médico de medicina general para que conozca sus hábitos, sobre todo, si tiene una medicación pautada dado que no son inocuas y afectan al hígado en cierta medida.