Drama histórico situado en mitad de las incertidumbres y las tensiones de los días posteriores a la capitulación de Japón, al final de la Segunda Guerra Mundial.

En paralelo a los acontecimientos políticos, está la historia de amor de Fellers con una estudiante japonesa, a la que conoció cuando se encontraba en Estados Unidos en un intercambio y a la que busca desesperadamente en los diez días de que dispone para llevar a cabo la tarea encomendada por MacArthur.
A pesar del interés objetivo del relato y la excelente interpretación de Tommy Lee Jones, Emperador –que se estrena España el 7 de marzo de 2014- no pasa de ser una mediocre película de intriga que elude voluntariamente entrar en las raíces del enfrentamiento entre los dos países y en la que se ha primado el aspecto romántico de la historia secundaria, el heroísmo y los amores del general Fellers, que evidentemente no figuran en ningún libro de historia. Pese a todo, la película se ve con el interés que siempre despierta el tratamiento de los hechos históricos más recientes.
A pesar de que el director ha optado por una visión políticamente correcta de la solución adoptada –dejar al emperador con vida (murió en 1989)-, quienes se dedican a buscar errores en el trabajo de los demás han notado que en el resumen final acera del destino posterior de los personajes que aparecen en la película, se menciona que una vez terminada la guerra el general en jefe de los ejércitos, y luego presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, degradó al general Fellers al rango de coronel; pero, por lo visto, se trató de una medida administrativa generalizada por la que más de 200 generales de brigada, que tenían un rango temporal, volvieron al rango permanente de coroneles y entre ellos se encontraba Fellers. No fue una medida punitiva sino un procedimiento habitual en la desmovilización.



