CRÓNICAS ALEMANAS
En las últimas fechas estamos asistiendo a un enfrentamiento en el ámbito jurídico entre dos países que forman parte de la Unión Europea, y que además se dicen amigos, del que conocemos el principio, pero no el final. Se trata de España y Alemania, y la cosa tiene su origen en el independentismo catalán y su más preclaro líder, Carles Puigdemont, huido de España, con residencia en Bélgica durante meses, apresado en Alemania y puesto en libertad por un tribunal del Land o Estado de Schleswig-Holstein.
En torno al tema están apareciendo informaciones tanto a favor como en contra de la situación del político en cuestión y sobre Cataluña en general, que a fecha de hoy sigue sin tener gobierno. Como el tema es de sobra conocido, me referiré a la relación jurídica y política de los dos países en cuestión, a los que creo conocer tanto por lugar de nacimiento como de residencia durante años e interés por el mismo.
El hecho en sí es que tanto España como Alemania pertenecen a la Unión Europea, y que esta unión se basa, entre otras cosas, en el reconocimiento mutuo de que son países donde el llamado Estado de Derecho es respetado por todos y cada uno de sus miembros, un reconocimiento que se encuentra constitucionalizado en el artículo 82 del Tratado de Funcionamiento de dicha UE.
Una Unión Europea que se ha dado a sí misma, entre otras muchas cosas, y como código de comportamiento, la llamada Euroorden u Orden Europea de Detención (ODE), que en su momento fue cursada por el Tribunal Supremo español pidiendo la entrega de Carles Puigdemont por los delitos de rebelión y malversación de fondos, amparándose en que, según estipula, y en base al reconocimiento mutuo, se debe agilizar la entrega de personas entre autoridades judiciales que pertenecen a ordenamientos jurídicos diferentes, pero que están dentro de la UE.
Y es ahí donde comienza el encontronazo entre las autoridades judiciales españolas y germanas, al poner estas últimas en libertad en apenas 48 horas al expresident Puigdemont, entrando a juzgar, por su cuenta y riesgo los jueces del tribunal regional de Schleswig-Holstein lo que debe ser juzgado por los tribunales españoles, porque en su opinión el término y significado de rebelión no se corresponde con la jurisprudencia germana.
Decía al principio que conocemos el principio, pero no sabemos el final de todo esto, pero algunas cosas comienzan a quedar meridianamente claras: en primer lugar, que el respeto mutuo entre dos países miembros de la Unión ha saltado por los aires hecho añicos, al desconfiar uno de ellos de la seriedad de los tribunales del otro, con la correspondiente e inadmisible injerencia alemana en asuntos españoles, cuando lo que debería ese mostrar es un escrupuloso respeto hacia un país miembro de la UE.
A ello se ha unido el hecho de que lo que debería librarse en el ámbito jurídico, al ser plenamente los dos países Estados de Derecho, ha pasado a ser materia del ámbito político, con lo cual la cosa ha tomado otro cariz, y éste de distinta envergadura. De esta manera, la ministra de Justicia germana, Katarina Barley, ha considerado “absolutamente correcta” la decisión tomada por los jueces en su país, con el correspondiente malestar en el gobierno español. Bien es cierto, y todo hay que decirlo, que dicha ministra telefoneó al ministro de Justicia español, Rafael Catalá, intentando desfacer el entuerto que, en su opinión, había sido un “malentenido”. Junto a ello, el gobierno de Angela Merkel ha manifestado oficialmente que el tema catalán debe resolverse dentro del ámbito de la Constitución española.
Resulta cuando menos curioso que un país donde están prohibidos los partidos independentistas, como es Alemania, intente dar lecciones de Estado de Derecho a otro, como España, donde sí están permitidos dichos partidos. Como prueba, baste decir que hace dos años intentaron hacer una consulta sobre secesión en el Land o Estado de Baviera, y fue prohibida por el Tribunal Constitucional germano, en base su Ley Fundamental
Y esa Ley Fundamental germana, que tengo en mi ordenador y que consulto a menudo, habla en su artículo 30 de las competencias de los Länder (Estados), pero a continuación, dice textualmente en su artículo 31 sobre la Primacía del Derecho federal que: “El Derecho federal deroga el derecho de los Länder”. Es decir, que el Estado de la República Federal está por encima de las leyes de cualquier Land o Estado. Traducido a nuestro sistema, viene a de ir que la Constitución está por encima de la decisión de cualquier Comunidad Autónoma. Y para los interesados en el tema, baste decir que la Constitución española de 1978 viene a ser, en algunos aspectos, un “corta y pega” de la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania de 23 de mayo de 1949.
Un aviso de por dónde pueden ir los tiros en un futuro próximo en el delicado tema del independentismo catalán en España lo ha dado el director de la oficina de representación de la Fundación Konrad Adenauer en Madrid, Wilhelm Hofmeister, en un artículo publicado en el diario germano Frankfurter Allgemeine Zeitung el día 10 de abril y reproducido en el diario El País al día siguiente, donde, bajo el título de Cataluña y el declive de la Unión Europea dice, entre otras cosas, refiriéndose al próximo siglo:
“No será difícil prever que el comportamiento en Alemania frente al separatismo catalán será reconocido como una de las causas próximas (aitiani) para el declive de la Unión Europea”.
En cuanto a la jurisdicción se refiere, Hofmeister comenta: “La valoración de las infracciones de la Constitución y de las leyes por parte de Puigdemont y su gobierno debería dejarse en manos de tribunales españoles”, extrañándose a renglón seguido de que los fugados de la justicia sigan cobrando dietas en España, “algo que en Alemania sería impensable”.
Para finalizar, el director de la Fundación Konrad Adenauer manifiesta en su artículo que lo que en realidad pretenden los nacionalistas catalanes es la escisión de España para fundar un Estado propio, “y esto es algo que la Unión Europea no debe y no puede propiciar si quiere evitar una de las causas de su futuro declive”…
Una Unión Europea que debería tener claro su presente, pero también su futuro, porque a todos nos va mucho en ello…