Más de 56 millones de turcos estaban llamados a elegir su jefe de Estado y sus representantes en el Parlamento de Ankara en unas elecciones anticipadas celebradas este 24 de junio de 2018 en las que, a diferencia de lo que pronosticaban las encuestas de unos resultados muy ajustados y una posible segunda vuelta para decidir el futuro presidente del país otomano, escrutado el 97 % de los votos, Receb Tayyib Erdogán ha ganado claramente al reunir el 53 % de votos a su favor.
En estos comicios, que son las primeras desde la reforma de la Constitución que ha cambiado la ley electoral y el sistema político de parlamentario a presidencialista, ha quedado en segundo lugar Muharram Ince con un más que digno 31 % de los votos, en una jornada récord en cuanto a la participación al rondar el 90 %, más que en ninguna otra democracia, lo que dice mucho del interés, la tensión y la preocupación con que han vivido los turcos estas elecciones.
Sin embargo, el partido del dirigente turco, Justicia y Desarrollo, no goza de tanta popularidad como su jefe de filas y sólo consiguió el 42 % de los votos, eso sí, en primera posición, que sumados al 11 % de los votos de su socio de “la Alianza del Público”, el partido Movimiento Nacional, le garantiza la mayoría absoluta en el parlamento, única institución que puede paralizar las iniciativas del presidente según la nueva Constitución.
Por su parte, “la Alianza de la Nación”, que aglutina a seis partidos de la oposición ha conseguido el 34 % de los votos, mientras que el prokurdo Partido Demócrata de los Pueblos ha garantizado su presencias en la cámara legislativa al superar el umbral del 10 % de los votos.
En su primera comparecencia tras conocerse estos datos, y sin hacerse oficiales por la Junta Electoral Central aún, Erdogán ha felicitado al pueblo turco dentro y fuera del país por su masiva participación y agradeció a quienes depositaron su confianza en él una vez más.
El presidente turco, de origen armenio, ha prometido cumplir las promesas contraídas con sus ciudadanos y proseguir las reformas constitucionales y legales con el fin de cumplir la visión de Turquía 2023, año en que la República de Turquía cumple cien años y que pretende convertir el país en una de las diez primeras potencias del mundo.
Sin embargo, la política «cero problemas» con el exterior que aupó al líder turco y a su partido AKP desde 2002 ha cambiado radicalmente. Las relaciones de Turquía con Occidente pasaron de un deseo manifiesto europeísmo al euroescepticismo, de una clara apuesta por la OTAN a recelar de su aliado Estados Unidos y abrirse estratégicamente hacia Rusia, de mantener relaciones amistosas con los países vecinos a intervenir militarmente en Siria e Irak, de una cierta apertura hacia el pueblo kurdo a una alianza con un partido ultranacionalista y chovinista.
Económicamente, ha convertido a Turquía en una potencia exportadora con un déficit comercial muy favorable, pero con debilidades y carencias graves que provocan crisis financieras agudas como fue la pérdida del valor de la moneda local en un 20 % en pocos días.
Quienes apoyan al presidente reelecto esperan más inversiones y mayor crecimiento económico, así como el refuerzo del orgullo nacional turco, mientras que sus detractores temen que Erdogán y el sistema presidencialista recién estrenado conviertan el país en una nueva dictadura disfrazada.
La prensa occidental ha sido masivamente crítica con el presidente turco, a veces con razón y otras no, mientras muchos dirigentes europeos miran hacia otro lado mientras le critican en los pasillos, más preocupados por sus reivindicaciones que por la situación de los derechos humanos en el país euroasiático, los únicos que parecen atreverse a criticarle de forma ostensible y a veces de forma nada diplomática son los políticos de extrema derecha y xenófobos, lo que aviva unas diferencias que dificultan el diálogo fluido y basado en el respeto y la confianza entre la UE y Turquía.
A Erdogán le quedan cinco años en el poder como mínimo, probablemente más que muchos dirigentes europeos actuales, años que se han de aprovechar para aproximar posturas, compaginar intereses e intensificar las negociaciones para una futura integración del Estado turco en la Unión Europea, lo que sin duda es de interés estratégico de ambas partes.
[…] Erdogán consigue conservar el poder en Turquía […]