¡Es un problema colectivo!

El domingo 7 de julio 2024, mientras escribía mensajes en mi celular en la comodidad de mi casa, oí sin escuchar parte de la programación de TVE (Televisión Española), y me llamó la atención el hecho de que en dos de los espacios de ese día apareció varias veces una palabra que, por los menos en Venezuela, se utiliza de forma incorrecta.

Uno de esos programas, cuyo nombre no recuerdo, es de opinión, conducido por un ciudadano que por su forma de hablar no es español. El entrevistado, también por la misma razón, tampoco lo es. El tema giró en torno del Islam, que lo deduzco por las veces que el invitado mencionó a Mahoma.

El otro programa es cultural, que ese día mostró un reportaje sobre las actividades del Centro Social Don Bosco, de orientación salesiana que, por lo poco que pude ver y oír, se dedica al rescate y formación de niños y adolescentes, sobre todo aquellos que por diversas razones habían estado fuera de la educación formal; eso es lo que me pareció.

La referida institución se encuentra en Colombia, específicamente en el barrio Rebolo, que de acuerdo con lo que encontré en Google, «es uno de los barrios primigenios de Barranquilla que conformaron el antiguo barrio Arriba del Río, junto con San Roque. Según el Observatorio de Seguridad de la Cámara de Comercio, desde mediados de los años noventa hace parte de las llamadas zonas rojas, por el alto nivel de homicidios y violencia». El entrecomillado es mío.

La temática de ambos programas no es el motivo de este comentario, dado que no tengo nada que cuestionarles, pues solo soy periodista con inclinaciones hacia el aspecto gramatical y lingüístico. Voy entonces, a hablarles, una vez más, de las palabras colectivas, entre la que está «problemáticas» (así, en plural), que fue a la que aludí en el primer párrafo de este artículo.

Por lo visto, el mal uso de las palabras colectivas no es un problema exclusivo del periodismo de Venezuela ni del común del hablante de este país, y por eso estimé prudente volver sobre el tema, con la finalidad y el deseo de que las dudas sean disipadas.

Para que se entienda el asunto, es necesario saber que una palabra colectiva es aquella que contiene la noción de varias cosas: armamento, gente, maquinaria, vialidad y problemática, entre otras. Por lo general no se pluralizan, aunque en muchas ocasiones ha aparecido «gentes».

Las razones las desconozco; pero creo que podría deberse a una figura retórica llamada silepsis, que establece la concordancia, más por el sentido lógico, que por las reglas gramaticales. Eso es harina de otro costal, que a lo mejor sea tema de otro comentario en este espacio de divulgación periodística.

Por ahora me interesa destacar el problema de la pluralización de las mencionadas palabras colectivas, que se ha convertido en un vicio casi indesarraigable. Por eso quise insistir, para que los diaristas, los educadores y todas aquellas personas que de una u otra forma están ligadas con la escritura en sus diferentes modalidades, adquieran madurez y puedan hacerle frente y desecharlo.

En Venezuela no es raro encontrar notas informativas con frases como: «Funcionarios policiales atraparon a un sujeto y le incautaron un armamento»; «La alcaldía envió maquinarias al lugar del derrumbe, para despejar la vía»; «El Gobierno Estadal no ha reparado la vialidad Guanarito-Guanare»; «En la zona sur de la ciudad hay muchas problemáticas que requieren la atención gubernamental».

¿Cuál es el error! ¡El error está en colectivizar palabras que per se, son colectivas!

Lo correcto es escribir: «Funcionarios policiales atraparon a un sujeto y le incautaron un arma». ¿Por qué? ¡Porque un armamento es un montón de armas, al menos que el detenido haya sido alguien con pretensiones de Rambo, que cargaba armas por todos lados.

Maquinaria es un grupo de máquinas, por lo que lo adecuado es: «La alcaldía envió máquinas (o una maquinaria, así, en singular) al lugar del derrumbe, para despejar la vía»; «El Gobierno Estadal no ha reparado la vía Guanarito-Guanare», a menos que estén incluidos todos los ramales de ese tramo vial. Y, «En la zona sur de la ciudad hay muchos problemas que requieren atención gubernamental», o simplemente una problemática.

El meollo del asunto es escoger entre el plural y el singular; pero jamás pluralizar palabras que son plurales, como las que les he mostrado.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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