¡Eso no es nada nuevo!

En lo que va de año he estado ausente dos sábados, por razones ajenas a mi voluntad, y siempre que eso ocurre, pido disculpas al equipo editor de este importante medio de comunicación y a los lectores, en especial a aquellos que se han autocalificado como asiduos lectores de este trabajo de divulgación periodística. ¡Muchas gracias por el apoyo moral!

Cada cierto tiempo, no sé si eso ocurrirá de manera sistemática, aparecen informaciones sobre hechos que ocurrieron hace varios años. Es fácil colegir que la intención es hacer creer que son nuevos. Quien no se preocupe por indagar, podrá convertirse en multiplicador de cosas falsas, sin habérselo propuesto.

Ese tipo de informaciones son muy frecuentes en redes sociales, y son replicadas hasta el cansancio en grupos de WhatsApp. La finalidad, como lo dije antes, es aparentar novedad o en el peor de los casos, crear confusión.

Quien se precie de comunicador social no deberá darle cabida a ese tipo de contenido, a menos que esté recibiendo una remuneración por multiplicar la mentira, que los hay en cantidades inimaginables. Ante esos casos, un periodista o cualquier persona con sentido común, deberá abstenerse hasta que haya comprobado la veracidad. Lamentablemente, muchos de los que escriben para redes sociales, no tienen la mínima noción de lo que es la comunicación social.

Hace pocos días hubo una especie de revuelo porque supuestamente la Real Academia Española había decidido volver a colocarle la tilde al adverbio «solo» y a los demostrativos «este», «ese» y «aquel», lo que implicaría que podrían llevar tilde, a juicio del que escriba, para evitar ambigüedades. Eso no es cierto, tal como lo corroboró la docta institución a las pocas horas de haberse producido el escándalo.

Antes de 2010, año en que ocurrió la más cercana actualización ortográfica que yo recuerde, la palabra «solo» llevaría tilde cuando oficiara de adverbio (con significado de solamente). No la llevaría cuando significara «sin compañía»; pero recalcaba que podía utilizarse la tilde en casos en los que pudiera haber ambigüedad: «Sólo (solamente) se aceptan pagos en efectivo»; «Vino solo (sin compañía) a la fiesta». Para cortar por lo sano, la RAE sugirió que en ninguno de los casos debería tildarse, aunque dejó abierta la posibilidad de que se usara la tilde cuando pudiera haber ambigüedad. ¡Bueno, eso se mantiene vigente! ¿Cuál es la novedad?

Ahora, la ambigüedad no es algo que pueda evitarse con la colocación o la supresión de la tilde. El sentido común es el mejor aliado para no incurrir en situaciones contrarias a lo que es la intención original. Si digo por ejemplo: «Es mejor estar solo que mal acompañado», no dejo lugar a una interpretación inadecuada, pues deberá saberse que el vocablo «solo» alude a «sin compañía», por razones muy evidentes.

Pero imagínense que sea cierto eso de que la RAE sugiere volver a la forma anterior, ¿de qué serviría? Muchas han sido sus sugerencias y recomendaciones, y sin embargo el común de la gente no las ha asimilado.

De la misma fecha son la supresión de la tilde en la «o» y la separación del prefijo «ex» de la palabra a la que acompaña. Antes de 2010, a la «o» se le colocaba tilde para no confundirla con el cero (0). Hoy día, en acatamiento de la disposición académica, no debería colocársele en ningún caso; pero muy pocos son los que se han acostumbrado, además de que hay otros que no saben que eso ocurrió y para qué ocurrió.

Eso de que antes debía colocarse la tilde a la «o» para no confundirla con el cero (0), me parece algo muy ingenuo, pues tanto en las antiguas máquinas de escribir, como en los teclados de las computadoras (ordenadores) y teléfonos, esos caracteres están bastante diferenciados. En todo caso, la recomendación valdría para los manuscritos. Lo cierto del caso es que desde hace diez años se pidió no colocar la tilde en la «o» en ningún caso; pero esa sugerencia no ha tenido el efecto deseado.

Algo parecido sucede con el prefijo «ex», que antes de 2010 debía escribirse separado de la palabra a la que acompañaba; pero ahora deberá ir pegado a esta, excepto con las palabras compuestas: exesposa, exdirector, expolicía; ex vicepresidente, ex superintendente, ex cuentadante. ¿Se dieron cuenta de que no es nada nuevo?

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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