Desde aquellos a los que les dueles, España, hasta estos otros que de ti y de tu Marcajpaña se burlan; desde los que mataron y matarían por ti o los que son españoles, españoles, españoles o retan a quien quiera a ganarle a lo que quiera, hasta los que odian lo español si es que tal cosa existe y lo asesinan refugiados en su idea de patria excluyente y más nacionalista que ninguna o aborrecen de los españolistas desde su soberanismo de ricachones; desde los que fusilaron, hasta los que fueron fusilados por creerte redimible, España; desde los que se enfadan, literalmente, y mucho, si se llama españoles a los que habitaban tus tierras, España, cuando la dominaban los romanos, hasta los que ven españoles hasta en los refinados y bestiales pintores de Altamira o en los cazadores-recolectores muertos en las simas de la sierra burgalesa de Atapuerca…
Entre unos y otros existe, o debería, un lugar mental en el que esclarecer qué es España, desde cuándo existe y qué es ser español si tal cosa se da y qué es lo que conviene saber sobre lo que hoy es España, lo que hoy son los españoles y lo que pasó hasta llegar a este día de hoy en que yo escribo estas líneas convencido de que es mejor saber o cuando menos querer saber que ignorar o dejarse llevar por lo que queremos que sean las cosas o por lo que queremos que hubieran sido.
Goya, que se sentía español y al mismo tiempo fue considerado por muchos un mal español, pintaba así, tal era su genio: El 3 de mayo en Madrid (más conocido como Los fusilamientos).
[Así se abre mi libro ¿Qué eres, España?, publicado en 2017 por Sílex ediciones.]