España: del gobierno que pudo ser al que posiblemente será

Lo que no se logró en tres meses, se consiguió en veinticuatro horas, a partir de la mañana del pasado lunes en la que el gurú Redondo llamó al gurú Gentile dando casi por hecho que esta vez el gobierno de coalición iba a ser posible. Después, bastó un café en La Moncloa de no más de una hora de duración entre Sánchez e Iglesias para que el organigrama y el decálogo del nuevo gobierno fueran elaborados.

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Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se abrazan tras suscribir un preacuerdo de gobierno progresista para España, el 12 de noviembre de 2019

La firma del preacuerdo, este martes 12 de noviembre de 2019 a mediodía, sorprendió a propios y extraños porque toda esa súbita gestación y resolución únicamente contó con el concurso de sus dos principales protagonistas, más la colaboración de Lastra y Montero. Cobraba así realidad una de las frases más reptidas por Pablo Iglesias a lo largo de la brillante campaña electoral dirigida por Juanma del Olmo y Manu Levin: «Las cosas importantes no se consiguen a la primera».

Y si a ese apotegma propio de la sabiduría popular se le añade la peor noticia del pasado domingo (el notable ascenso de la ultraderecha en las urnas) y el independentismo unilateralista y radical que la derecha nacionalista catalana cuece en Waterloo, se entiende mucho mejor la que ayer fue sin duda alguna la noticia histórica más importante de los últimos decenios: la formación de un gobierno de coalición por primera vez en España desde la segunda República.

Todo parece indicar, con el concurso todavía pendiente de Esquerra Republicana, que ese gobierno va a ser posible, pero también que tendrá que hacer frente a dos cuestiones, sobre todo, que se lo van a poner muy difícil: Cataluña y la inminente recesión económica. Si a eso sumamos la animadversión de una derecha radicalizada con Vox y la de una mayor parte de los medios de comunicación, la legislatura va a ser en extremo combativa y dificultosa para el gobierno naciente. No olvidemos tampoco al gran empresariado, claro.

El raudo preacuerdo hace aún más torpe y temeraria la estrategia política del PSOE al convocar elecciones después de su primera victoria esta pasada primavera. Con ser mala noticia que el pasado domingo la ultraderecha haya más que duplicado los resultados de abril, la peor hubiera sido que sumara con la derecha y tuviéramos al día de hoy la expectativa de un gobierno de coalición con Vox dentro. Que en lugar de eso tengamos a la vista el gobierno que viene es ya de por sí celebrable.

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