Una mirada humana y optimista sobre la inmigración
El estreno esta semana en Francia de “Fátima”, la ultima película de Philippe Faucon, director francés de origen marroquí, coincide con la retrospectiva de su obra organizada este mes de octubre por la cinemateca francesa, para rendir homenaje a este cineasta poco conocido por el más amplio publico, pero cuya carrera en el cine y la televisión, valorada por la crítica, se ha desarrollado con buen pulso a lo largo de los últimos veinticinco años.
Por su parte la cadena Arte de televisión ha programado paralelamente su anterior película “La desintegración” que data de 2010.
En “La desintegración” 2010 evocaba como unos jóvenes de religión musulmana se veían atraídos por el terrorismo islamista, al sentirse rechazados por la sociedad francesa en la que viven. Un tema que, desde el atentado contra Charlie Hebdo el pasado mes de enero, forma parte de la realidad cotidiana de esta Francia multiétnica que constata hoy la no integración de toda una parte de su juventud de origen musulmán. Con “Fátima” 2015, Philippe Faucon nos muestra en cambio un ejemplo de lograda integración de una mujer de origen magrebí, abandonada por su marido y que lucha contra viento y marea para que sus dos hijas puedan tener la educación y los estudios de los que ella carece.
El guion esta basado en la novela autobiográfica de Fátima Elayoubi “Prière à la lune” (Rezar a la luna), una mujer de origen marroquí, que trabajaba como asistenta y en servicios de limpieza, y que escribió en árabe su experiencia cotidiana en Francia, hasta llegar un día a publicar este edificante relato, con la ayuda del médico al que consultaba durante un largo periodo de baja provocado por un accidente laboral.
La película de Faucon, apoyándose en actores no profesionales, recoge con gran veracidad esta entrañable historia de una mujer obsesionada por ofrecer a sus hijas una educación, en este país en el que ella misma no ha logrado todavía dominar el idioma.
La relación de la madre con sus dos hijas, una muy estudiosa y la otra en plena crisis de rebeldía adolescente, el peso de la ausencia parental en la educación de las hijas, las relaciones de envidia y de celos en el seno de la propia comunidad musulmana, los escarceos amorosos de las dos hijas en ese medio hostil de una barriada periférica de la ciudad de Lyon, las dificultades de integración en la escuela y en la sociedad, o las relaciones de clase en su trabajo cotidiano de mujer de la limpieza, son los fragmentos de vida cotidiana que va evocando con mucha naturalidad esta película a la vez generosa y optimista.
No hay en “Fátima” ni violencia, ni drogas, ni bandas, ni los temas habituales en este género que podríamos llamar el cine de “banlieues”, cine social sobre esa juventud desamparada en las periferias urbanas de Francia, género que tiene una referencia importante y premonitoria con “La Haine” 1995 de Mathieu Kasosvitz. En “Fátima” no hay ni odio, ni violencia, y la trama dramática se estructura tan solo en torno a esa voluntad de una madre coraje magrebí de salir adelante sea como sea.
No cabe duda de que la realidad del fracaso de la integración de una parte de la juventud de origen musulmán en Francia, esconde a menudo la otra cara positiva y generosa de esa integración a través de la escuela y de la educación. “Fátima” nos muestra ese lado, menos espectacular, o sensacional, pero no menos cierto, que constituye globalmente la vida de esa población francesa nacida de la inmigración.
Nacido en 1958 en Oujda, Marruecos, Philippe Faucon cursó estudios en Francia, y empezó a trabajar en el mundo del cine con cineastas como Jacques Demy, Leo Carax o René Allio. Desde su primera película “El amor”, 1989 – sobre el paso a la vida adulta de una banda de adolescentes en el barrio periférico de Saint Denis, al norte de París- su obra de guionista y cineasta autor se ha centrado siempre en un cine naturalista, de contenido social, que pone el acento en la humanidad de sus personajes, a menudo de origen magrebí, o en círculos de la inmigración. Su carrera se ha desarrollado paralelamente en el cine y en la televisión.
Con “Samia” 1999, evoca la rebelión de una joven de quince años de origen magrebí en Marsella, una chica que rechaza el papel que la sociedad parece haberle reservado. Con “La traición” 2004, aborda el tema de la guerra de Argelia, como elemento traumático en la integración de la emigración norteafricana en Francia. “En la vida” 2007, es una comedia que nos habla del conflicto israelo palestino, a través de la relación entre dos mujeres, una judía y la otra musulmana.
Fátima” 2015 y “La desintegración” 2010 son sus dos películas más recientes, dos caras auténticas y contradictorias de una misma y compleja realidad. Una mirada muy humana, sobre éxitos y fracasos en la integración de los inmigrantes magrebíes en la sociedad francesa. Un tema de candente actualidad.