El octogenario y muy respetado cineasta francés Alain Cavalier acaba de estrenar en París, su película “Le paradis”, el paraíso, una especie de fábula sobre la vida humana y la naturaleza, en donde con gran economía de medios revisita con su subjetiva y personal voz en off algunos textos escogidos la mitología griega, de la religión y de su vida cotidiana.
De entrada filma Cavalier la muerte de un pajarito, el bebé de un pavo real, al que entierra con todos los honores, visitando solemnemente su tumba a través de las cuatro estaciones. La condición humana, su relación con la naturaleza y con la espiritualidad es el tema que interesa al cineasta francés. Todo está narrado en primera persona, y dada la edad de Cavalier, su reflexión suena en cierto modo a testamento, o a mensaje para los suyos y para el público.
Más que una película documental, “El paraíso” es una especie de diario íntimo, en el que el cineasta hurga en sus recuerdos, en sus sentimientos, en esos momentos efímeros de felicidad que la vida nos ofrece cada día. Con una minicámara numérica, su película vuelve en cierto modo a los orígenes del cinematógrafo y muestra, si falta hacía, que la fabricación de bellas imágenes no necesita de presupuestos millonarios, sino más bien de una despierta imaginación y una férrea voluntad de filmar. Un buen mensaje para los cineastas del futuro.
De la Odisea, a los evangelios, desde un hombre que escapa a una Diosa, hasta la historia de Adán y Eva expulsados del paraíso, pero también sus recuerdos cuando un día degustó por vez primera un arenque, detalles pequeños, mínimos, surgidos de su propia intimidad que busca así compartir con el público. Sus largos planos secuencia y sus movimientos de cámara nos ofrecen un cine minimalista, lento, pero con destellos de imaginación, en el que fabrica un miniteatro de la vida con objetos variados y familiares.
“El paraíso” de Cavalier es como un retorno a su infancia, a un puñado de objetos, con los que compone su puesta en escena: una oca de plástico, un pequeño robot rojo, un arenque enrollado en un pepinillo, una lechuza de madera, una lata de CocaCola que utiliza para intentar, sin éxito, sacar la herrumbre a cuatro clavos oxidados, un gato negro, unos leños retorcidos con los que fabrica un crucifijo. El resultado es minimalista y poético, aunque tengo que confesar que me ha sabido a poco y que esperaba mucho más de tan reputado cineasta. Su tono experimental se sitúa en todo caso en continuidad con esa etapa de su carrera iniciada en la década de los noventa.
Después de haber sido ayudante de dirección de Louis Malle en “Ascensor para el cadalso” y en “Los amantes”, Alain Cavalier, nacido en 1931, filmó su primer cortometraje “El americano” en 1958. Sus dos primeros largometrajes “Le combat dans l’île” 1961 y ”L’insoumis” 1964, que tenían como telón de fondo la OAS y la guerra de Argelia, tema tabú en Francia sobre todo en los años sesenta, fueron blanco de la censura.
Se inicia a continuación en el cine de género policíaco con “Mise a sac” 1967 y adapta al cine “La chamade” novela de Françoise Sagan, que tendrá un buen éxito comercial en 1968. Paradójicamente es en ese momento en el que se retira del cine durante ocho años. Su regreso tendrá lugar en 1976 con “Le plein de super”, “Martin y Lea” 1979, y “Un extraño viaje” 1980, películas basadas en su propia experiencia. Su mayor éxito llegará en 1986 en el festival de Cannes con “Therese”, en donde evocaba con depuradas imágenes el tema de la santidad a través del personaje de Therese de Lissieux. Los premios César del cine francés confirman a continuación el éxito de “Therese”, galardonada como mejor película y mejor director.
Su cine se vuelve a partir de ahí mucho más confidencial, experimental y documental, o en la frontera entre ficción, documental y diario íntimo, reflejo de su propia existencia y de su entorno de amigos y familiares, con una serie para televisión “Portraits” en 1991 y películas como “Libera me” 1993, “La rencontre” 1995, “René” 2001, “Le filmeur” 2004, o “Irene” 2009. En 2011 su película «Pater» es de nuevo aclamada en el festival de Cannes, una reflexión filosófico-política sobre el tema del gobierno, la presidencia y el poder, con el brillante actor Vincent Lindon.