Se acaba de estrenar en Francia “Lucy”, coproducción franco norteamericana del francés Luc Besson, décimosexta película como realizador de este director, guionista, productor y distribuidor francés, que sigue paralelamente su carrera de autor y de productor estilo Hollywood, con la fundación de su ambiciosa y controvertida ciudad del cine y de su productora Europa Corp.
Lucy, thriller, ciencia ficción y efectos especiales
Lucy es una estudiante americana que vive en Taiwan, y un buen día su amigo, un chico metido en negocios sucios, la envia a entregar un maletín a unos mafiosos coreanos en un hotel de Taipei. Ahí empieza la pesadilla de Lucy pues los sanguinarios delincuentes le meten en el estómago una enorme cantidad de una nueva droga, el CPH 4, y la envían hacia Europa con otras “mulas” de su especie. Al abrirse en su vientre una parte de ese peligroso cargamento se produce un extraño fenomeno, el cerebro de Lucy estalla interiormente y va a recuperar su funcionamiento paulatinamente al cien por cien, y a partir de ahí son los mafiosos los que van a vivir una verdadera pesadilla.
Ritmo acelerado y sugestivas imágenes, con un arsenal de logrados efectos especiales, acompañan ese delirio, que va a transformar la pobre y frágil víctima femenina en una poderosa superwoman, capaz de superar y vencer cualquier obstáculo. No faltan tampoco las secuencias de persecuciones, como las que filma con brio Besson en las calles de París, con ese realismo que permiten hoy los efectos digitales.
Besson se queja de que la crítica no habla de su puesta en escena, pero el problema es que su cine muy cercano de la estética del comic, o tebeo para adultos, y del video clip publicitario, brilla más por su sentido del montaje, del encuadre, de la planificación o del “decoupage” vertiginoso, que por una pausada y clásica puesta en escena. Cierto es que hay muchas formas de hacer cine y Besson tiene su estilo propio, fácil de reconocer, que genera partidarios y detractores.
A mi juicio lo más flojo de “Lucy” es el propio guión de la película. La tesis seudocientífica del relato es que el cerebro humano es utilizado por cada cual al 10 % de sus posibilidades. Si el ser humano utilizara un porcentaje superior de su capacidad potencial, nos dice la ficción, sería capaz de adquirir superpoderes como los que descubre la superwoman Lucy, interpretada por la muy sexi Scarlett Johansson.
Entre thriller en el muy visitado mundo de la mafia -esta vez los malos son asiáticos- y relato de pretendida ciencia ficción, el guión de Luc Besson nos sabe a poco y resulta bastante ingenuo en su alusión a la primera mujer de la prehistoria “Lucy”, o en su guiño a “2001 la odisea del espacio” y al viaje en el tiempo de su protagonista.
La mezcla de thriller y de reflexión filosófica sobre el origen y evolución del ser humano resulta ingenua y sus imágenes pretendidamente didaácticas parecen dirigidas a un público adolescente. Y ello no obstante un cuidado casting de actores que va de la ya citada, omnipresente y brillante protagonista Scarlett Johansson, a Morgan Freeman, en el papel del veterano científico americano, o el coreano Min Sik Choi (al que recordarán por Old boy) en el papel del malvado y sanguinario mafioso.
Si dejan de lado toda la pretensión filosófica sobre la evolución del género humano, si les gusta el cine de acción, de persecuciones y efectos especiales, “Lucy” es una película, que tiene la virtud de su mesurada hora y media de metraje y que se deja ver con agrado, sobre todo gracias a la interpretación y atractiva presencia de Scarlett Johansson, de la que la cámara de Besson se ha visiblemente enamorado.
Personalmente prefiero en su filmografia como realizador películas como “Nikita”, “León”, o “El quinto elemento”, en ese mismo género que va de lo policiaco a la ciencia ficción, en el que logra generalmente sus mejores guiones, con personajes entrañables y carismáticos, verdaderos heroes de cine, en donde muestra además su capacidad y maestría para filmar escenas de acción y persecuciones, con efectos especiales que no tienen nada que envidiar a los del otro lado del Atlántico.
“Lucy” entronca en cierto modo, con esas obras anteriores, en las que siempre hay un personaje femenino carismático, en una mezcla de fuerza, fragilidad, seducción y erotismo. De Anne Parillaud, a Natalie Portman o Ludivine Segnier, de Milla Jovovivh a Scarlett Johansson, las heroinas del cine de Besson tienen un evidente denominador común.
No faltan tampoco aquí réplicas y diálogos con ironía y humor, que son de agradecer, dejando constancia de que, con su alma infantil, a Besson le gusta reirse de la ciencia ficción, aunque esta vez mucho menos inspirado que en el guión de “El quinto elemento”. A mi modesto entender el mejor cine es el que se apoya en un sólido e inteligente guión, y pese a su indudable talento de cineasta, esta es precisamente la asignatura pendiente a menudo en la nutrida filmografía de Besson, quien tampoco en esta ocasión ha logrado reconciliarse con la crítica.
Besson el malquerido
Entre Luc Besson, el más hollywoodense de los directores franceses actuales, y la crítica en Francia existe una difícil relación, repleta de conflictos y malentendidos. Después de una adulada primera película de ciencia ficción: “El último combate”, 1983, en blanco y negro y cinemascope, premio del jurado en el festival de Avoriaz, nominada en los premios César, Besson pudo realizar inmediatamente después, con la Gaumont, su segundo éxito “Subway”, nominada con tres premios César en 1985.
Película emblemática de los años ochenta “Subway”, rodada en los subterráneos del metro parisino, fue un considerable éxito de público, con Isabelle Adjani y Lambert Wilson como protagonistas. Su realización y su estética impecables pero visiblemente influenciadas por el video clip, no obtuvieron sin embargo la adhesión unánime de la crítica. Pero el divorcio entre Luc Besson y la crítica francesa se produjo de forma definitiva en el festival de Cannes en 1987, con la presentación de su tercera película “Le grand Bleu” (El gran azul).
Gran éxito taquillero, “Le Grand Bleu” sedujo sobre todo a un público adolescente, llegando a calificarse entonces en la prensa de “generación Grand Bleu”, convirtiéndose en una película de “culto”. La música de Eric Serra, cómplice habitual de Besson, y sus suntuosas imágenes submarinas no fueron suficientes en cambio para obtener el aplauso de la crítica, que juzgó severamente la ingenuidad de su guión, así como el ritmo de su construcción cinematográfica. Desde entonces Luc Besson se niega a que la crítica vea sus películas antes de su estreno en las salas comerciales, y estima al igual que Claude Lelouch –otro malquerido de la crítica- que su cine va dirigido al público y ese es en su opinión el único veredicto aceptable.
Desde entonces burla burlando, Besson se ha convertido en uno de los más poderosos magnates del cine francés, que coproduce directamente con Hollywood, y ha llevado una inteligente y muy diversificada política de producción. Por una parte sus dieciseis largometrajes “personales” dirigidos por él mismo entre 1983 y 2014, por otra la producción de video clips publicitarios, y sobre todo más de 70 películas de acción muy comerciales, como las series “Taxi” , “The transporteur”, “Taken” o “Yamakasi” y un largo etc;8 pero también de un cine de calidad como “L’enfant Lion”, “Los tres entierros de Melquiades Estrada” o más recientemente “The Homesman”, ambas con el actor y director norteamericano Tommy Lee Jhonson.
La ciudad del Cine o Hollywood sur Seine
A esta prolífica actividad hay que añadir en su haber la fundación de la muy controvertida ciudad del cine en la periferia de París. El proyecto presentado a la prensa en 2008, se hizo realidad cuatro años después y fue inaugurado en septiembre del 2012. Hoy dos años más tarde, la ciudad del cine atraviesa sin embargo una época de inciertas turbulencias.
Los gastos de tan ambiciosa creación son enormes, pero la productora Europa Corps, asociada ahora con fondos americanos, e instalada tambien en Hollywood, goza de buena salud, y según sus dirigentes los contratos están ya firmados hasta fines del 2014. La ciudad del cine de Luc Besson, instalada en una superficie de 62 mil metros cuadrados, acoge multiples y diversas actividades destinadas a multiplicar su rentabilidad: Rodajes de cine y televisión, video clips publicitarios, restaurantes, despachos, exposiciones monumentales, alquiler de material, escuela de cine, todo tipo de celebraciones culturales o publicitarias…
Su objetivo: crear una especie de “Hollywood sur Seine”, los estudios de cine más modernos de Europa en la Seine Saint Denis, en las cercanías del no menos célebre y deportivo Estadio de Francia. La financiación con capital público y privado –durante el mandato presidencial de Nicolas Sarkozy- de esta monumental instalación ha provocado sin embargo una investigación de los tribunales sobre una presunta malversación de fondos públicos.
De tal modo que entre Luc Besson y la profesión del cine en Francia también se ha creado cierta distancia, y desconfianza, alimentada sin duda por la investigación judicial en curso. La actividad de Europa corps es sin duda rentable, pero la Ciudad del cine de Luc Besson no ha logrado todavia ser ese Hollywood francés al que aspiraba su creador, capaz de atraer a la totalidad de la industria cinematográfica en Francia y en Europa, convirtiéndose en un gigante internacional. Tal es su desfio en los años venideros.
Falto analizar el concepto extraído de la idea original de «ELFEN LIED» manga creado por Lynn Okamoto y su adaptación al anime dirigida por Mamoru Kanbe del mismo nombre.