De estreno en Francia este mes de marzo «Monos», del joven director colombiano Alejandro Landes, tras su paso por varios festivales internacionales, entre ellos San Sebastián (Horizontes latinos), Berlín, Sundance, Toulouse, Londres etc.
“Monos” ha tenido buen éxito en Colombia, y estuvo nominada en los Oscar y en los Goya. Se trata del tercer largometraje de Alejandro Landes, director colombiano nacido en Brasil, de madre colombiana y padre ecuatoriano, que se dio a conocer con su documental “Cocalero” en 2007 y posteriormente con “Porfirio” en 2013, esa vez más en la frontera entre el documental y la ficción. Ambas obras de gran interés, a las que se añade ahora “Monos”, en donde prosigue su búsqueda de nuevos caminos en la expresión cinematográfica.
“Monos” es una especie de cuento cruel y onírico, con diversas referencias literarias y cinematográficas, un viaje hacia el horror de la guerra, de brillante factura y numerosos hallazgos tanto en sus imágenes y su cuidada dirección de fotografía, como en su banda sonora y musical. Una película impactante que no deja indiferente al espectador, coherente en su intención, que busca deliberadamente escapar a todo planteamiento ideológico, al abordar la cuestión de la guerra y la violencia en Colombia, desde un ángulo estrictamente simbólico.
Su guion, centrado en la vida en la jungla de un grupo de adolescentes guerrilleros o niños soldados, que mantienen cautiva a una rehén norteamericana, evita pronunciarse sobre las causas profundas de esa guerra civil colombiana, o su contexto económico, social y político.
En ningún momento se habla de Colombia. Aunque la película está rodada en la región colombiana del Páramo de Chingaza y en el río Samaná, a cinco horas de Medellín, y los intérpretes hablan con acento colombiano, la acción pretende situarse en un lugar indeterminado de América Latina.
Personalmente no logro disociar la guerras, sean cuales sean, de la ideología, o de las causas que las provocan y hecho de menos en ese guion elementos que permitan comprender mejor a un amplio publico todos los factores de ese conflicto bélico: un Estado corrupto y militarizado, el tráfico de armas y de drogas, un movimiento guerrillero que degeneró en la lucha por el control del narcotráfico frente a los grupos paramilitares de extrema derecha a las órdenes de la oligarquía, y esa terrible lucha por la posesión y expropiación de las tierras de los pueblos indígenas y de los campesinos que provocó masivos desplazamientos de población.
Pero insisto, esa deliberada ambigüedad de “Monos” es una libre y coherente opción del autor, que respeto en su búsqueda estética de filmar un cuento simbólico y cruel, sobre la ceguera y la brutalidad de la violencia, en el que el final queda en cierto modo abierto. El punto de vista del autor queda probablemente resumido en esa secuencia de masacre y la mirada de los niños escondidos debajo de una mesa, entre el miedo y la incomprensión.
El cautiverio de la rehén norteamericana y su fuga en la jungla, están filmados con brío y reconstituidos con rigor, en un juego de espejos entre secuestradores y secuestrados, con elementos irónicos como una vaca lechera llamada Shakira que termina siendo devorada, o un enano y esperpéntico mensajero y enlace de la Organización, que controla a esa banda de adolescentes incluso en sus mas intimas relaciones.
La metodología del casting, que mezcla profesionales y no profesionales, está muy bien lograda, con la presencia de Moisés Arias (pata grande) actor de Hollywood americano colombiano, o la también norteamericana Julianne Nicholson en el papel de la rehén. De los no profesionales, los hallazgos mas relevantes son el personaje de Rambo por su andrógina ambigüedad a cargo de Sofía Buenaventura, o el del mensajero interpretado por Wilson Salazar.
En el marco de Desayunos Horizontes, el pasado mes de septiembre en el festival de San Sebastián, tuve ocasión de conversar con Alejandro Landes y con su productor Santiago Zapata.