La rebelión militante en la lucha contra el Sida
“120 pulsaciones por minuto” es una ficción de contenido documental que relata la lucha de un puñado de militantes, homosexuales, o heterosexuales, seropositivos, hemofílicos contaminados o familiares de las victimas del sida, que en la década de los noventa se agruparon en Act Up, para presionar a los poderes públicos y obtener ayuda y reconocimiento en la lucha contra el Sida.
Si en la década de los ochenta en Francia los sucesivos gobiernos ignoraron la dimensión de la epidemia, considerando que era un “problema de homosexuales y drogadictos“, poco a poco la opinión publica empezó a ver la realidad de la contaminación en toda la población, un proceso de concienciación que culminó con el escándalo de la sangre contaminada, cuando era ministro de sanidad el socialista Laurent Fabius.
La acción radical de protesta de la asociación Act Up fue decisiva en esos años noventa, para modificar los comportamientos irresponsables de los poderes públicos y de los laboratorios farmacéuticos. Su acción violenta “políticamente incorrecta” en la denuncia del abandono de que eran víctimas los enfermos de sida, es hoy saludada públicamente por la opinión, 27 años después, y sus protagonistas transformados en héroes de película.
Cabe recordar sin embargo que, aunque se ha progresado enormemente en las campañas de prevención contra el sida en la ultima década, y en el cuidado de los enfermos, sobre todo en los países desarrollados, según cifras de la ONU, sigue habiendo hoy en día 36 millones de enfermos de Sida, en su mayoría en el continente africano y solo la mitad de ellos tienen acceso a tratamientos médicos.
Robin Campillo, quien fue militante gay en el seno de Act up, en los años noventa, reconstituye con rigor documental el funcionamiento de aquellas asambleas militantes, al mismo tiempo que centra su ficción en la relación amorosa entre dos jóvenes homosexuales, uno de los cuales es seropositivo y se encuentra gravemente enfermo.
En el equilibrio entre la emoción de la ficción y la credibilidad y el realismo de ese movimiento colectivo, reside la fuerza de “120 pulsaciones por minuto”, servida por un reparto de brillantes actores, como el franco argentino Nahuel Perez Biscayart, o los franceses Arnaud Valois y Adèle Haenel.
Pero en el marco de ese excelente casting coral de militantes que animan el movimiento, la gran revelación de la película es sin lugar a dudas el argentino Nahuel, quien desarrolla paralelamente su carrera en Francia y en Argentina, en donde fue el intérprete de “La sangre brota” de Pablo Fendrik.
Tras haber cursado estudios en el Idhec en los años ochenta, (la Escuela de cine de París, transformada después en la Femis) Bernard Campillo montador, guionista y realizador francés, nacido en Marruecos, empezó su carrera coescribiendo algunas películas del también cineasta Laurent Cantet: “L’emploi du temps”, 2001, “Vers le sud” 2005, o “Entre les murs” Palma de Oro en Cannes en 2008.
Como realizador, Campillo se lanzó en 2004 con “Les revenants”, un largometraje en el género fantástico, que fue seleccionado en el festival de Venecia, adaptado años después en una serie para la televisión. Los muertos que no quieren morir y vuelven a la vida, era ya en el género fantástico una metáfora sobre esa terrible epidemia, el sida, que había empezado en Francia en 1983 y de la que habla ahora de forma explicita “120 pulsaciones por minuto”.
Su segunda película presentada también en Venecia fue “Eastern boys”, ganadora del premio Horizontes en 2014. Brillante guion con inquietante suspense e inteligente puesta en escena, en esta película que abordaba la relación homosexual entre un cincuentón y un joven ucranio que se prostituye en Paris, y que vive sometido a una banda de violentos delincuentes rusos indocumentados.
Con “120 pulsaciones por minuto” , Campillo puede decir ahora que a la tercera va la vencida, pues con solo tres películas en su haber ha logrado su consagración con muy buena acogida del público y de la critica. Seleccionada en Cannes 2017 y ganadora del gran premio del jurado, su película fue una de las mejores sorpresas de la selección oficial, aunque no la única, y a punto estuvo de llevarse la Palma de Oro, pues era la película favorita del presidente del jurado Pedro Almodóvar.
En cuanto al titulo “120 pulsaciones por minuto, es una referencia -afirma Robin Campillo- a la música house de los años noventa, una música que me gustaba mucho, festiva e inquieta, como la situación que vivía la comunidad gay en la época”.