Un sueño hecho realidad, piedra pequeña contra el horror
Cineasta y documentalista francés, Xavier de Lauzanne, quien había cursado estudios de hostelería, empezó su carrera en el cine en el 2000, con un ensayo documental en Vietnam. Autor de numerosos reportajes y documentales para la televisión, su actividad en favor de la formación profesional para niños y jóvenes desfavorecidos en Martinica, Vietnam o Camboya, le condujo a Phonm Penh, en donde conoció quince años atrás a Christian y Marie France de Pallieres, fundadores de la Ong “Pour un sourire d’enfant” (PSE) por la sonrisa de un niño.
Así nació la idea de esta película documental que relata una extraordinaria aventura humana, la de los esposos De Pallieres, quienes decidieron un día, poner sus vidas y sus ahorros al servicio de los niños camboyanos abandonados a su propia suerte en las descargas de basuras de Phnom Penh.
En la apertura de este relato Christian de Pallieres pone como ejemplo de “anti educación” la celebre fábula de “la cabra del señor Seguin”, del muy católico escritor francés Alphonse Daudet. La reaccionaria moral de esa historia es que más vale estar encerrado y en seguridad, que libre y en peligro.
“En la vida hay que vivir a fondo sus sueños y luchar por ellos para hacerlos realidad”, nos dice De Pallieres con el ejemplo de esta ONG que, a lo largo de 25 años, ha sacado de la miseria a un total de diez mil niños camboyanos, con una receta simple y eficaz: la educación, la formación profesional, la ayuda sanitaria y la alimentación frente al horror de la violencia cotidiana y del trabajo infantil.
Al descubrir los vertederos de basura de Phnom Penh, con su olor nauseabundo y sus cientos de niños trabajando para sobrevivir y ayudar a sus familias, la decisión de los esposos De Pallieres fue la de crear una escuela, con un objetivo bien preciso: ofrecer a cada niño una comida por día y el acceso a la educación. Todo ello rodeándose de personal educativo camboyano y en el mayor respeto de las tradiciones y la cultura del país.
La película se estrenó este mes de octubre, pocos días después de que falleciera a fines de septiembre Christian De Pallieres a los 82 años de edad. Su esposa sigue hoy al frente de esta ejemplar ONG, que ha recibido el apoyo del actual gobierno camboyano.
A través del retrato de algunos de los personajes que forman parte hoy de la PSE, descubrimos el terrible relato de la violencia sufrida por esos niños, como un eco de esa Camboya, traumatizada por la guerra y el genocidio perpetrado por los jemeres rojos. Padres alcohólicos, niños violados y sometidos a la prostitución, trabajo infantil y desnutrición, la terrible realidad de ese país, hoy con un régimen parlamentario, en el que la monarquía ha sido restaurada desde 1993.
Xavier de Lauzanne combina en su montaje las imágenes que datan de los años noventa sobre esos vertederos y las imágenes actuales mostrando los logros de la asociación, con los testimonios de sus personajes, creando momentos de lograda emoción.
Mi único bemol a este coherente documental centrado en la aventura humana de los esposos de Pallieres es que me ha sabido a poco, la ausencia de información sobre la realidad social y política en la actual Camboya, en donde se nos dice que aunque algunos vertederos han desaparecido, otros siguen existiendo. He buscado pues en los informes de Unicef un complemento de información sobre la situación de esos cinco millones y medio de niños que viven hoy en día en Camboya.
Detrás de esta caritativa, optimista y ejemplar obra de los esposos De Pallieres, piedra pequeña contra el horror, y sin negar ni minimizar su formidable acción, conviene recordar que según las cifras de la Unicef, en 2011, en ese país de quince millones de habitantes, un tercio de los niños entre 5 y 17 años trabajaban en Camboya.
Los más vulnerables de ellos siguen siendo victimas de trabajos forzados, de abusos sexuales, desnutrición y de despiadada explotación, con una enorme desigualdad entre las zonas urbanas y rurales. En 2012, el numero de huérfanos se estimó en 330 000, y los dos grupos más vulnerables, señala Unicef, son los huérfanos y los afectados por el virus del SIDA/VIH, enfermedad muy extendida en el país.
Si conviene saludar el trabajo de Unicef, de PSE, y de numerosas ONG que trabajan sobre el terreno en Camboya, para hacer frente a las más urgentes necesidades de la infancia maltratada, no puedo sino preguntarme al ver este documental: ¿Cuál es la política de los reyes, del gobierno y del parlamento camboyano, para proteger a sus ciudadanos y socorrer a su infancia?
Me gusta imaginar que un día el coherente proyecto educativo de los esposos De Pallieres, que asocia la nutrición, la educación y la formación profesional, se extienda a todo el país, con una verdadera política económica de justicia social al servicio de la población camboyana y no solo de sus élites.