En Apariencias[1], la bailaora y coreógrafa Eva Yerbabuena investiga la esencia del flamenco liberándolo de la complejidad con que se le ha ido arropando y envolviendo a lo largo de los siglos.
Y para empezar por ella misma, Eva Yerbabuena es todo lo contrario de lo que su apariencia sugiere: mujer pequeña, frágil en apariencia pero con una personalidad potente y arrolladora sustentada sobre una voluntad de hierro que se niega a explicar su arte: «cuando me piden que haga un resumen… (aquí se le frunce la naricilla). No sé. (Con resolución:) Yo creo que no se debe explicar algo que, como el flamenco, actúa por impactos, y que a cada cual lo impacta de diferente manera. Hay que dejarse llevar por esos impactos y que cada cual sea dueño de los suyos.»
De ahí el título de su espectáculo, Apariencias, un espectáculo apela al sentido crítico del espectador y lo pone en guardia ante los artificios. Pero su sentido crítico va mucho más allá y se plantea si ella pertenece a una tendencia o quizás está contribuyendo a crearla; si ella misma no será ya una tendencia: «luchamos con las tendencias, pero tan difícil es no intentar crear tendencia como no dejarse arrastrar por ellas.»
Por eso, y porque ya creó tendencia en sus anteriores actuaciones en el Teatro español, durante estas cinco noches, del 30 de mayo al 3 de junio, la artista quiere guiar al público en un viaje vertiginoso y emocional que lo haga llegar a la esencia del flamenco y despojarlo de toda complejidad.
Apariencias nació de una necesidad íntima y honesta de claridad. Como en todas las facetas de la vida en las que sentimos esta especie de aceleración donde todo parece ir más deprisa de lo que somos capaces de asimilar, también en el flamenco, como en el resto de las artes, sucede algo similar.
Frente esta aceleración que se inició en el mundo de la mano de las dos revoluciones industriales, pero que se volvió “exponencial” de forma muy concreta con la generalización de las nuevas tecnologías, el individuo, desconcertado, ha opuesto la tradición como forma de autodefensa. Sin embargo, la tradición, no es algo estático, hecho y terminado. La tradición es, y ha sido, un “haciendo”, y es precisamente ahí, de donde procede su fuerza y su belleza.
Para recuperar esta belleza, cuenta con un gran equipo encabezado por Paco Jarana, su compañero y padre de su hija, en la dirección musical y a la guitarra; Alfredo Tejada y Miguel Ortega, al cante, y un cuadro de cinco bailarines que han de ser perfectos juntos y por separado. Eva lo quiere así, perfecto, y que el flamenco se debata en ese duelo eterno entre la modernidad y la tradición con sólo una renuncia: el artificio. De estos cinco bailarines, cada uno tiene un «solo» donde la personalidad aflora; el resto se sume en el conjunto: malagueñas, peteneras, soleás, tangos, pregones… recobran su esencia quitándose todo lo que aparentemente se considera flamenco, hasta los tópicos mismos del arte, como el desgarro, la forma de vestir o la forma de peinarse o las máscaras… Y logra así un estilo que ella quiere enraizado, arraigado.
El espectáculo que pudimos ver el pasado 30 de mayo en el Teatro Español de Madrid se configura como un viaje vertiginoso, no intelectual sino emocional, en el que Eva Yerbabuena trabaja desde el único lugar real que la tradición permite: la deslumbrante verdad.
Eva Yerbabuena
Eva Yerbabuena (Fráncfort, 1970) es uno de los referentes de la danza flamenca actual. Desde un absoluto dominio técnico y escénico, su baile ha ensanchado las posibilidades coreográficas y expresivas del género, creando un estilo propio que tiene en la soleá su máxima expresión. De ella han dicho que es “bailaora visionaria y magistral” (The Guardian), “tocada por la grandeza” (The Times), “el tipo de artista que aparece una vez en cada generación” (The Independent).
Con su compañía, creada en 1998, ha construido un discurso escénico autorreflexivo con el que busca conocer y conocerse.
Ha presentado los siguientes espectáculos: Eva, 5 Mujeres 5, La voz del silencio, A cuatro voces, A cal y canto, El huso de la memoria, Santo y seña, Lluvia, Yerbabuena, Cuando yo era, Federico según Lorca, ¡AY! y Las Santas de Zurbarán.
Su trayectoria, en la que ha recorrido otras disciplinas artísticas como el cine o la fotografía, se ha visto reconocida con el Premio Nacional de Danza en 2001, el Time Out como Mejor Intérprete Femenina de Danza y varios premios MAX de las artes escénicas. En la edición 2018 de estos premios, cuya gala se celebrará el próximo 18 de junio, Eva es finalista a Mejor Intérprete Femenina de Danza por Apariencias.
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