Tal como reza el título Excítame es un reto que interpela sin fisuras a su interlocutor, algo así como el to be or not to be de los sentidos: excítame o nada; excítame o lárgate de mi vista.
Salvadas las diferentes acepciones que el verbo excitar tenga para españoles y americanos, uno se tiene que preguntar con todo derecho a la vista de los acontecimientos:
- ¿Pero tanto cuesta excitarse? ¿tan difícil es que hay que transgredir todas las normas e incluso llegar al asesinato? ¿O es que la ociosidad es la madre de todos los vicios y, en definitiva, de qué están hablando?
Y si estamos dispuestos a todo con tal de entender de qué va la función, nos aplicaremos a encontrar motivos y también podemos remitirnos a la génesis misma de sus autores, pero el proceso psicológico, como en todos los crímenes, es imposible de seguir y no hay por qué buscarle justificación.
Dos niños pijos de Chicago años 20 (1924, antes de la crisis, criados entre algodones) a quienes no nos resulta difícil imaginar. El retrato social, muy bien logrado, remite a sus familias respectivas.
Dos amigos amantes con toda la gama de dominio y dependencia que se despliega en el momento actual: el uno es el ojito derecho de su papá, mientras el otro es el incorregible postergado, ya que hay otro hermano menor. En ambos casos, sus familias quieren lo mejor para ellos pero sólo será in extremis. Ya se encargarán las influencias de lograrlo.
Dos niñatos que han ido a la universidad como podían haber ido al hipódromo, sólo para aprender a jugar con ventaja, a engañar, «a divertirse».
Sin más metas que sus deseos, el uno en el papel de esclavo (el ojito derecho de papá, curioso), el otro (menospreciado en casa) el tirano. Papeles que pueden intercambiarse, pero sólo al final veremos la verdadera naturaleza de cada uno.
Hay dos formas de verlo: la chusca y la dramática que comparten el mismo postulado: el ser humano no vale nada, es un objeto del que servirnos; la chusca no excluye no obstante el dramatismo, el superhéroe dominado por el muñeco, frío, calculador, sadomaso que supedita el placer al triunfo final, a reír el último. Todo muy calculado: «es la última vez que te lo digo». Yo prefiero la chusca, que arroja una mirada moderna sobre la tontería decimonónica: «he perdido 20.000 dólares, ¿que se escriben con letra o con símbolo?».
El canto monótono sitúa muy bien la historia basada en hechos reales entre el romance de ciegos y el más antiguo, griego, que también solía estar llevado por ciegos. Las actuaciones, medidas, no es que muestren sufrimiento, es que a fuerza de distanciadas, son todo lo contrario, como corresponde.
El narrador, imprescindible; la música en directo, necesaria; la escenografía; fúnebre. Un canto a la vida novivida, a la majadería del ocio mal llevado y finalmente al pragmatismo que, ambientado en otro mundo, parece copiado de los tiempos de hoy.
Excítame es un musical que se nos presenta resumido en sus justos términos pero cuya producción original tuvo lugar en el Midtown International Theatre Festival de Nueva York en el 2003. En el 2005 obtuvo el Ascap Music Award.
En 1929 la obra fue llevada al cine y en 1948 Alfred Hitchcock haría La soga (Rope) con este argumento basado en hechos reales.
- Música, letras libreto: Stephen Dolginoff
Dirección de escena: José Luis Sixto
Dirección musical: Aday Rodríguez
Dramaturgia: Pedro Víllora y Alejandro de los Santos
Intérpretes: Alejandro de Los Santos y David
Escenografía: Alicia de Blas
Iluminación: Juanjo Llorens
Vestuario: Silvia de Santiago
Espacio Sonoro: Sandra Vicente
Sala pequeña del Teatro Fernán Gómez
Fecha: Sábado 26 de septiembre (hasta el 19/10/2014)