Allá por el verano de 2015 estuve en un concierto de “Veranos de la Villa” en el espacio Madrid Río. Encuentro era su título y en él actuaba el trío Camerata Flamenco Project, Ramiro Obedman, flauta y saxo; José Luis López violonchelo y el pianista Pablo Suárez. También el guitarrista Juan Manuel Cañizares, todos invitados por Carmen Linares para interpretar una versión muy novedosa de El Amor Brujo, lejos de la versión original para orquesta
Hace unos días, en la SGAE, tras un concierto introductorio de Falla 3.0, me enteré de que aquel Encuentro de hace más de tres años había sido para Camerata Flamenco Project (CFP) la idea inspiradora de este nuevo trabajo discográfico, el cuarto del trío, que tendrá su estreno mundial absoluto el próximo enero en Roma, tras ofrecer una versión más completa que la ofrecida en la SGAE -solo cuarenta minutos- el próximo mes de diciembre en Granada.
Puedo decir que he tenido el privilegio de seguir paso a paso la génesis de Falla 3.0 en pequeños conciertos restringidos a invitados. Paso a paso ha ido transformándose en el corpus musical en formato trío de un Amor Brujo que, tras noventa años de su creación para orquesta, ha sido contextualizado al tiempo actual, respetando en todo momento su estructura original.
Conozco los trabajos anteriores de CFP, sobre todo Impressions, que se ha prodigado en conciertos y festivales nacionales e internacionales con merecido éxito, en el que además de músicas propias versionaban piezas de Debussy, Ravel, Satie, Astor Piazzola y Paco de Lucía, entre otros, con la libertad como concepto principal en ese acercamiento entre el jazz, el flamenco y el impresionismo musical.
Falla 3.0 hereda mucho de Impressions, pero da unos cuantos pasos hacia delante. CFP sigue fiel a sí misma, es decir, a los retos que se impone en cada proyecto. Partiendo de la línea impresionista de su anterior trabajo, encuentra en la música de Falla el motivo para profundizar en las pasiones que definen al trío: radicalidad, vanguardia, flamenco, encuentros con otras culturas.
El Amor Brujo es una obra emblemática mundialmente conocida. El reto de hacer un viaje a través de su música respetando su identidad y recrearla en forma actual ha sido grande, toda una aventura, un enorme trabajo puesto al servicio de la música.
Dice CFP que el maridaje se ha producido de forma natural, como algo que debía producirse en algún momento. Las composiciones de Falla encuentran en el universo Camerata un correlato formal e íntimo, como si aportase nuevas vidas, imprimiendo una dinámica de cambio a la historia de Candela y al resto de personajes de la obra.
Los instrumentos de CFP se orientan a la profundidad del piano, el lamento del violonchelo y a la brisa o la furia de la flauta, en un vuelo tan físico como virtual que siempre regresa a las cadencias suaves de la música de Falla. A los instrumentos se une la voz de Carmen Linares, amiga y mentora de CFP, inspiradora sin proponérselo de este nuevo trabajo. La voz de Carmen aporta un aura de misterio que se diluye en un río de dulzura.
No sé si estará en el estreno absoluto de Roma, pero en el concierto introductorio de la SGAE estuvo breve e intensamente la bailaora Anabel Veloso, finalista en el Festival de las Minas de la Unión 2016, que en nuestra opinión y la de muchos otros, debió haber sido el Premio Desplante de ese año. Anabel, en la Bienal de Sevilla de ese mismo año, presentó en el Teatro Central un espectáculo propio de gran complejidad y flamencura.
Y el baile aporta mucho realismo y belleza a El Amor Brujo.