Fallece Manuel Ostos, referente del periodismo internacional

Coberturas del Magreb, África y Europa Oriental definen una trayectoria incansable de un periodista premiado, condecorado y autor de novelas y ensayos sobre conflictos del siglo veinte

Manuel Ostos López, nacido el 10 de diciembre de 1939 en Peñarroya-Pueblonuevo (Córdoba) y fallecido en Benicarló (Castellón, España) el 14 de junio de 2025, deja una huella indeleble en el periodismo internacional español.

Durante seis décadas cubrió guerras, transiciones políticas y convulsiones sociales para la Agencia EFE y para EL PAÍS, además de publicar libros que combinan rigor periodístico y literatura.

Una carrera al servicio de la información global

Delegado de la Agencia EFE en Argel, Túnez y Varsovia, Ostos convirtió cada corresponsalía en un observatorio privilegiado del cambio histórico.

Sus crónicas sobre la guerra civil argelina, la revuelta bereber o las negociaciones del Polisario se convirtieron en referencia para diplomáticos, analistas y oenegés.

Desde EFE coordinó además coberturas especiales en Libia, Egipto y el Sahel, forjando redes de colaboradores locales cuando la seguridad de los enviados españoles era precaria.

De Lusaka a Kinshasa: el mapa africano de Ostos

Antes de asumir delegaciones, el reportero había recorrido África austral para EL PAÍS. Con base en Lusaka narró la guerra de la frontera sudafricana y los primeros pasos de la Namibia independiente.

Más tarde, ya desde Zaire, siguió los estertores del régimen de Mobutu y las primeras ofensivas de Laurent-Desiré Kabila.

Aquellas piezas –publicadas entre 1978 y 1981 y hoy consultables en la hemeroteca de EL PAÍS– sobresalen por la atención a las víctimas civiles y por la habilidad para explicar los intereses de las potencias en conflicto, rasgos que acompañarán siempre su firma.

El Magreb como especialidad y pasión

En Argel –donde fue acreditado a finales de 1982– Ostos cubrió las visitas de George H. W. Bush, las cumbres de la OUA sobre el Sáhara y la expansión del Grupo Islámico Armado.

Sus despachos sintetizaban datos militares, contexto histórico y testimonios ciudadanos, algo poco habitual entonces en cables de agencia.

«Este premio es, sobre todo, un reconocimiento a todos los compañeros de la Agencia», declaró al recibir el galardón Javier Bueno de la Asociación de la Prensa de Madrid en 1998.

Ese mismo año fue designado para reforzar la delegación de EFE en Túnez ante la llegada de corresponsales de La Nación, Clarín o The Guardian tras el ascenso de Ben Alí.

Polonia poscomunista y la Europa de transición

Con la caída del Muro, EFE lo envió a Varsovia. Allí cubrió las negociaciones de Solidaridad con el general Jaruzelski, el debate constitucional de 1997 y el ingreso del país en la OTAN.

Reportajes sobre la apertura de los archivos de la policía política o el resurgir del antisemitismo muestran su versatilidad temática y su dominio del contexto centroeuropeo.

Reconocimientos civiles y profesionales

El oficio incansable tuvo recompensa. En 1997 la Asociación de la Prensa de Madrid le concedió el Premio Javier Bueno por su «sobresaliente actividad periodística».

Dos años antes había sido finalista del Premio Cirilo Rodríguez a corresponsales de guerra, distinción a la que aspiró con una serie sobre los Balcanes.

También recibió la Cruz de Oficial y la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica, que reconocen servicios civiles que fortalecen la presencia internacional de España.

El escritor que exploró la memoria bélica

Además de periodista, Ostos cultivó la narrativa. Su novela La soledad y el miedo (Punto Rojo, 2015; reimpresa en 2019) reconstruye la peripecia de un niño español evacuado a la URSS durante la Guerra Civil y enlaza ese exilio con la oposición anticomunista polaca de los años ochenta.

En las páginas finales el autor desliza reflexiones que recuerdan sus propias crónicas: la guerra como fábrica de incertidumbre y la política exterior como escenario donde convergen esperanzas y temores domésticos.

También publicó ensayos breves en revistas académicas como Afkar/Ideas, donde analizó la «unión sagrada» de la oposición argelina contra Abdelaziz Buteflika y dejó inédita una biografía de Ahmed Ben Bella, en la que trabajaba al momento de su fallecimiento, según confirmaron amigos cercanos.

Compromiso con los derechos humanos

Oenegés medioambientales y de derechos humanos citan aún hoy las entrevistas de Ostos con líderes bereberes, opositores tunecinos y sindicalistas polacos.

Su cobertura de las ejecuciones secretas en Argelia o de la represión contra Solidad integraba voces de víctimas frecuentemente ignoradas en la prensa occidental, reforzando la conciencia internacional sobre la violación de derechos fundamentales.

Maestro de corresponsales y red de apoyo

Quienes coincidieron con él destacan su generosidad.

Para el corresponsal de Le Monde en Madrid, Frédéric  B. Martin, «Manuel enseñaba que la historia local es mundial y viceversa».

Estos testimonios, recabados por Periodistas-es.com, confirman el aura de mentor que acompañó al periodista cordobés hasta el final:

Paco Audije, del área Internacional de RTVE, recuerda que en la «década sangrienta» de Argelia, cuando en Argel el sonido de las armas y las bombas era diario, después del asesinato del periodista Tahar Djout, la mayor parte del personal de las embajadas y de los medios extranjeros abandonó Argel, pero algunos «como el veterano y entrañable Manolo Ostos, no quisieron, el llevaba allí años y lo único que hizo –de verdad- fue quitar la placa de la puerta de la agencia EFE en la calle Pasteur, y una vez escapé de la escolta a una hora tardía. Manolo estaba solo en su oficina. Tenía consigo una pistola que le había dado alguien, pero me dijo que no sabía manejarla».

Alberto Masegosa, del área Internacional de EFE, indica que «fue una referencia, en la agencia Efe y creo que también en el periodismo nacional. Había que leerle entre líneas pero durante años era quien mejor contaba lo que ocurría en un país tan importante para los intereses españoles como es Argelia».

El legado que queda

En total, Ostos firmó más de dos mil despachos de agencia y cerca de cuatrocientas piezas para diarios y revistas.

Sus notas de agenda, depositadas en el Centro Documental de la Agencia EFE, constituyen una fuente de primera mano para investigadores del Magreb contemporáneo.

La familia ha anunciado que cederá su biblioteca –trescientos volúmenes, muchos de primera edición en árabe y polaco– a la Universidad de Córdoba, donde cursó los primeros estudios de Peritaje Industrial antes de optar por el periodismo.

Última lección de oficio

Hasta pocas semanas antes de su muerte seguía escribiendo. Su último artículo, enviado desde su domicilio en abril 2025, analizaba la expulsión de doce supuestos agentes franceses de Argelia y advertía de una nueva fase de tensión en el Mediterráneo occidental.

Esa capacidad para conectar la noticia con los hilos largos de la historia resume su forma de entender el oficio.

La desaparición de Manuel Ostos deja un vacío difícil de llenar en las redacciones españolas. Su rigor, su curiosidad insaciable y su defensa radical de la libertad de prensa seguirán siendo referentes para periodistas, sindicatos y organizaciones sociales que, como él, creen que informar bien es un deber cívico y una herramienta de cambio democrático.

Rafael Jiménez Claudín
Periodista Editor de periodistas-es.com

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