El Teatro Real de Madrid vuelve a poner en escena Falstaff, la única ópera bufa de Giuseppe Verdi, con la dirección de escena de Laurent Pelly, maestro en la dirección de actores y la dirección musical del mundialmente reconocido Daniele Rustione, por primera vez en el Teatro Real.
Una puesta en escena creativa y brillante que pone en valor la complejidad del personaje desde todos sus ángulos, camaleónico, mitómano, fanfarrón, ilusorio, hiperrealista, ridículo y al mismo tiempo humano, hedonista y digno en el fondo, con una visión escéptica del mundo materialista que le rodea.
Cuando se unen el genio dramatúrgico de William Shakespeare, – Falstaff es la comedia shakesperiana Las alegres comadres de Windsor con un guiño a Enrique IV– y el de Verdi, quizá el mayor genio musical de la historia de la ópera, unido a la maestría del libretista, compositor, poeta y dramaturgo Arrigo Boito, solamente puede salir una obra maestra, una auténtica joya musical y literaria con absoluta eficacia dramática.
La ambientación de la ópera es fiel a la de la comedia original, destacan la taberna La Jarretera, donde Falstaff pasa la mayor parte de su tiempo; el espacio de las familias de las alegres comadres, Alice Ford, su hija Nanetta y Meg Page, maridos Ford y Page, criados, el joven Fenton y la incomparable Mrs. Quickly, la encargada de celestinear entre las alegres comadres y Falstaff. Y el espacio onírico del bosque de Windsor en el acto III.
Desde el primer minuto aparece el humor que estará presente en toda la trayectoria de estos personajes. El humor predomina sobre los tejemanejes abusivos. Una primera escena en la taberna con los astutos Bardolfo y Pistola, el tabernero y Falstaff. La entrada en el ambiente shakesperiano es inmediata y se mantiene a lo largo de la historia.
Si en Falstaff hay un hilo conductor, algo connatural a Shakespeare, es poner en solfa cuando no en ridículo los tejemanejes masculinos y resaltar la inteligencia femenina en su manera de divertirse siguiéndoles el juego, tomándoles el pelo y poniéndolos en su sitio. Un recurso que encontramos en un buen número de creadores literarios de todos los tiempos. El recurso de las mujeres ante la prepotencia masculina de siglos. Shakespeare lo cultivó a menudo.
Los personajes, tan vigentes hoy como entonces, pueden venderse al mejor postor, utilizar a la mujer como moneda de cambio, apropiarse de lo ajeno, creerse el más guapo y seductor sin serlo, no ser conscientes del daño o el ridículo que pueden hacer. Falstaff es un mosaico fantástico de la estupidez humana, curiosamente por parte del elemento masculino. Las mujeres, poderosas burguesas, se defienden creando estrategias para desactivar lo que se proponen con ellas y además se divierten haciéndolo. Falstaff tiene como contrapunto a los jóvenes Nanetta Ford y Fenton, enamorados sinceros, -el amor no podía faltar dentro de tanto disparate- que curiosamente dicen a veces frases tan alocadas como las de Falstaff, pero que en sus bocas suenan verosímiles.
Falstaff fue la última ópera de Verdi, considerada como muchos expertos como su mejor obra, compendio de toda su experiencia musical y dramatúrgica. Encaja perfectamente que al final quisiera reírse de todo y de todos, incluso de sí mismo. Verdi adoraba a Shakespeare y no es casualidad que quisiera poner el broche de oro a su creación operística con la comedia más crítica y humana del gran bardo. Para ella escribió una partitura genial, que se recrea en detalles de instrumentación, tonalidades y armonías asociadas a cada situación y personaje. En su complejidad, fluye con frescura asombrosa. Una música que lleva desde la juventud a la vejez, de la realidad al sueño, de la risa a la reflexión, de la ira a la dulzura, de la burla a la compasión, genialmente descriptiva de miedos, risas, penas o devaneos de sus personajes. Secundada a la perfección por la inmensa teatralidad poética y semántica del libreto de Boito.
Solo añadir el gran acierto de contar con diez cantantes españoles en el doble reparto para las once funciones de la ópera. Y la maravilla, una vez más, del coro del Teatro Real dirigido por Andrés Masperó.
Las funciones tendrán lugar entre el 23 de abril – aniversario de la muerte de Shakespeare – y el 8 de mayo. El 2 de mayo el canal Mezzo retransmitirá la ópera en directo a las 20 horas para todo el mundo.
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