Los más críticos entre los líderes políticos, al hablar del discurso navideño del rey Felipe VI, le reprocharon que no tuviera en cuenta ni de pasada la grave lacra de la corrupción política, ni la creciente desigualdad social y económica que se está dando en el país, por citar dos de nuestros mayores problemas, con el del paro y la falta de futuro para las jóvenes generaciones, obligadas al exilio laboral.
Pero también hubo otro asunto sobre el que Felipe VI no reparó, ni los líderes políticos más críticos tampoco. Y no fue porque no se lo haya recordado la más próxima actualidad. El día anterior, una mujer de Villena (Alicante) fue asesinada por un hombre con el que estaba vinculada sentimentalmente. Hacía el número 54 de las que perdieron la vida a manos de sus maridos, exmaridos, parejas o exparejas a lo largo de 2015.
Ni el rey de España -con dos hijas en su matrimonio-, ni sus asesores más próximos han reparado en un hecho como el feminicidio que año tras años se repite en nuestro país, sin que los gobiernos que se han sucedido por turno bipartito sepan atajar tan dilatada cuenta de crímenes. Además de esas 54 víctimas mortales, hay otros tres casos en investigación, según datos aportados por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. El número de menores que han quedado huérfanos de madre durante este año se cifra en 49. Tres niños han perdido la vida asesinados por sus padres o las parejas o exparejas de las mujeres asesinadas.
Que un balance tan crecido de víctimas mortales de la violencia machista en España, repetido año tras año como si no tuviera remedio, no sea capaz de merecer unas cuantas líneas en el discurso navideño del Jefe del Estado, ni en su estreno como tal en 2014, ni en 2015, deja a la Corona y a quienes deberían asesorar a su titular muy lejos de la realidad cotidiana. Es más, yo creo que -como en los casos en que se comete un error de tal entidad- la Corona debería pedir disculpas por tan flagrante y notoria elusión.
Dicen las estadísticas que este año ha dejado de ver el discurso del rey un millón y medio de personas con relación al que se difundió por televisión en 2014. Tan drástico recorte en las expectativas ciudadanas es corto si se tiene en cuenta una alocución tan carente de sensibilidad social. Es lo menos que se le puede pedir para la ocasión a un jefe del Estado en un país como el nuestro, en lugar de apelar al orgullo de ser español, español, español.