Ferias del libro

Terminó el ritual en Madrid de los diecisiete días: ¿Del libro o de los mercaderes?

masterchef-feria-libro Ferias del libroUn tinglado al servicio del dinero, las grandes empresas editoriales, la corrupción cultural de la que no se habla. ¿Actividades en las que el pensamiento, la creación, ocuparan un lugar predominante para hablar de la historia, la auténtica, no la deformada y ritual, del ayer y del hoy, de la explotación económica de las gentes y los pueblos por minorías oligárquicas, del hambre, la carencia de sanidad y educación de millones de seres humanos, del retroceso social de las sociedades industriales, de la cultura elitista, banal, al servicio de los mercados, de la necesidad de preservar los valores naturales de la Tierra, de la involución del ser humano y su pensamiento cada vez más atrofiado, del recorte de las libertades, las diferencias, de la miseria de los políticos acomodados a la farsa que les obliga la llamada democracia, del integrismo religioso, de las ideologías alienantes y terroristas que destruyen el pensamiento, de la belleza y la imaginación o el rigor científico pisoteado por las industrias que dirigen el consumo artístico, del retroceso y esclerosis del lenguaje maltratado por las nuevas tecnologías de comunicación, de la literatura al servicio de la publicidad y el beneficio económico, de la tristeza de los escritores encerrados en barracas del pim-pam-pum y convertidos en objeto de uso?

No. La Feria es un escaparate para exhibir un puñado de libros -a los que rinden vasallaje numerosos acompañantes que ofician casi como esclavos para justificar aquella auténtica finalidad- ante los que se sientan pacientes y resignados o vacuos y estúpidos -también una minoría que cree en la posibilidad de conectar así con auténticos lectores- colocados en esas vitrinas o escaparates no para dialogar sino para vender y así procurarse algunos réditos a su trabajo -a veces sincero, las más espurio, publicidad martilleante sobre, las más de las veces, subproductos que imponen los dueños del capital y de la comunicación, pagados éstos para difundirlos, que la función del llamado crítico o comunicador literario hace tiempo desapareció de ellos, y para que las masas amaestradas y dirigidas, neo analfabetas en muchos casos, acudan a la llamada y colecciones firmas de sus libros como si fueran trofeos de caza.

En estos diecisiete días ningún periódico, radio, televisión, en ninguna caseta del Retiro, habrá escuchado hablar o incluso encontrado algún libro -siempre efectivamente existen excepciones, tanto en editoriales como en libreros o lectores- que contenga los pensamientos de Stanislaw Lec (1909-1966). No está demás que repita uno de sus aforismos, que tan a cuento viene sobre el Carnaval de la Feria:

Hoy los periódicos dicen que abren sus ventanas al mundo entero, que no hubo nunca tanta información. Y es cierto. Gracias a los periódicos y no digamos a las radios y televisiones, se cierra a los ciudadanos cualquier reflexión, exposición, no manipulada, puesta al servicio de los poderes económicos e ideológicos que se han propuesto destruir el pensamiento y la libertad.
Y reflexiono: qué difícil debe resultar a algunos escritores escribir hoy en día, ante analfabetos no reales sino virtuales, de la sociedad que grotescamente llaman del progreso y la libertad.

Andrés Sorel
Escritor, nacido en Segovia durante la guerra civil. Fue corresponsal de Radio España Independiente entre 1962 y 1971 y dirigió en París la publicación Información Española. A la muerte de Franco regresó a España y colaboró en diversos periódicos y publicaciones de izquierda, entre los cuales destaca la fundación en 1984 del diario Liberación. Ha sido durante muchos años secretario general de la Asociación Colegial de Escritores de España, y director de la revista República de las Letras.

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