El 56 Festival de Cante de las Minas arrancó el 4 de agosto de 2016 con la gala de tres premiados en la pasada edición. La ganadora de la Lámpara Minera 2015, la almeriense María José Pérez confiesa estar feliz de cantar esta vez, por primera vez en La Unión, en plena libertad, sin estar pendiente de ser puntuada.
Vi hace poco a María José en el pasado Festival Flamenco de Majadahonda en una noche en que el equipo de sonido distorsionó sus agudos, esos agudos que ella borda y que bordó aquí en la Catedral del Cante de La Unión. En esta ocasión, sin problemas de sonido, en su mejor ambiente, hizo un derroche de jondura en su primer cante, una minera de la sierra con la que llegó a profundidades sin fin, de las que dejan sin aire en los pulmones al respetable. Siguió con una granaína, uno de los cantes más difíciles del repertorio flamenco y ahí ya se salió, con una demostración de pulmones y dominio de cuerdas vocales convertidas en instrumento de sentimientos y emociones que supo transmitir a todos y transformar en merecidos aplausos.
Esta es la María José ganadora de todo lo que quiera ganar, lo tiene todo: voz, modulación, cadencias, matices, dominio en los medios tonos, saber romper con las cadenas del miedo, sostenidos que pueden hacer historia y un sentir que hace vibrar. Luego siguió por bulerías, soleá, cantiñas, alegrías y fandangos. Se prodigó a placer, empatizó con su público que la despidió en pie, con aplauso cerrado.
Siguió la gala de ganadores con la bailaora Alba Heredia, premio Desplante 2015, nacida en el Sacromonte, en la Cueva de La Rocío, su abuela Rocío Heredia, abuela asimismo de su primo el también bailaor de mérito Iván Vargas Heredia y también emparentada de cerca con la saga de los Maya. Alba lleva años estudiando y creciendo en el arte de la danza flamenca con grandes maestras. Es ahijada de la última Duquesa de Alba, ha actuado ante Michelle Obama junto a su tío Juan Andrés Maya. Ha sido estrella en Madrid, en Casa Patas y el Corral de la Morería. Participa regularmente en espectáculos de su primo Iván Vargas. Juntos han recorrido con el espectáculo Savia Nueva varios teatros de España y Francia.
La esencia del Sacromonte estuvo presente en su baile por tarantos y seguiriyas al ritmo de la guitarra de Manuel Parrón y del cante en tonos amorosos de Juan Angel Tirado. Puso a la Catedral del Cante unionense en pie tras una actuación que supo a poco.
Terminó la noche el sevillano Gautama del Campo, premio Filón 2015 de saxo,en su tercera presentación al concurso, en esta ocasión hizo las delicias del público con una auténtica sesión de flamenco – jazz por Tarantas, varios tangos, una Levantica con la maestría que avalan sus experiencias con Jorge Pardo, Kiko Veneno, Raimundo Amador entre otros.
Volviendo al principio de la noche, a Blanca del Rey, quien tras el pregón regaló una vez más su Soleá del Mantón, esta noche con el mantón con el que se despidió del público en este mismo lugar en 2011, acompañada entonces y hoy por el cantaor Alfredo Tejada y la guitarra de Manuel Fernández, además de su propia voz en el poema que llenó el espacio de sentimiento y emoción. Alfredo Tejada, de extensa carrera nacional e internacional y multitud de premios, entre otros el Desplante junto al bailaor Jesús Fernández en esta misma sala en 2010, firmó una actuación antológica, como no podía ser de otra manera.
Gala nocturna 5 de agosto
Dos sevillanos, Manuel Cuevas, Lámpara Minera 2002 y el veterano José Dominguez El Cabrero, llenaron de cantes la noche de este viernes, segunda gala del festival. Manuel Cuevas acompañado del guitarrista Niño Seve, Bordón Minero 1999 y las palmas de Rafael del Pino y Manuel Jurado.
Los conciertos del Festival del Cante de las Minas no son como los de otros festivales. Aquí la duración se extiende en el tiempo porque cada artista hace su concierto al completo, hora y media o más, un descanso y otra hora y media larga para el segundo intérprete y acompañamiento. Resultado, nos vamos a las dos y media largas de la madrugada del día siguiente. A veces casi a las tres. Pero nadie tiene prisa, estamos en el mejor festival flamenco del mundo; aquí se viene a disfrutar a lo grande.
Mucho ha madurado Manuel Cuevas desde 2002. Su Lámpara Minera le permitió dedicarse exclusivamente al cante como profesional y desde entonces ha recorrido un largo camino por tierras de España y otros países. Esta noche empezó a capella con un cante de la tierra que hizo conocer hace muchos años el Niño Alfonso. Cantes de Trilla que los veteranos locales apreciaron iniciando la tanda de aplausos. Ya sentado se metió al público en el bolsillo con la Minera y Taranta con las que concursó y ganó hace catorce años. Los que le vieron entonces han podido apreciar la progresión y madurez de su voz y estilo.
Las pantallas instaladas en el espacio del antiguo mercado permiten seguir en primer plano la boca del artista, los increíbles giros y modulaciones de sus cuerdas vocales, su capacidad para sostener el aire y esa voz que tanto ha madurado con el tiempo en su variedad y calidad de tonos. Cantó un amplio repertorio por malagueñas, rondeñas, aires del Albaycín, una serie de bulerías que remató con una bulería por soleá trianera. Cuevas goza de fama de dominar todos los palos flamencos y esta noche está haciendo toda una demostración. Ahí estuvo el palo más festero, Alegrías de Cádiz y Córdoba. Pero reservaba una sorpresa que encandiló y emocionó a todo el público. Cuando salió su hijo, otro Manuel Cuevas para cantar unas Tonás a dúo, dándose la réplica el uno al otro. Para final, como es habitual en muchos conciertos flamencos una fiesta por fandangos y bulerías pero esta vez de manera muy especial, versionando Voy a perder la cabeza por tu amor y Se nos rompió el amor de tanto usarlo, haciendo un guiño a la más grande.
El Cabrero
José Domínguez El Cabrero, nacido en Aznalcóllar hace 71 años, lleva cincuenta sobre los escenarios y según él continua pastoreando cabras, suponemos que en sus ratos libres desde hace tiempo, porque lleva inmerso en sus cantes desde hace décadas.
Genio y figura, en el porte, en el vestir, en el eterno sombrero que quizá se quite para dormir, haciendo siempre gala de sus ideas y hechos republicanos, un peculiarísimo y personalísimo fenómeno social y del cante flamenco, con un público fiel que estaba presente la otra noche en la Catedral del Cante de La Unión de forma notoria.
El Cabrero engancha, con su particular cante y con sus letras, porque son suyas y se pueden seguir en Internet, los Fandangos Republicanos, en Pastor de Nubes, en Luz de Luna. Se acompaña de un excelente guitarrista, Manuel Rodriguez, pero el Cabrero tiene fama de ir por libre, en lugar de seguir a la guitarra, la guitarra tiene que seguirle a él. Genio y figura, un tipo que merece la pena conocer y dejar libre la vena de la emoción, sumergirse con él por los caminos de la protesta, de la reivindicación social, de la libertad que solo es plena dentro de uno mismo, con esas frases sin miedo como Porque callar es morir, Entre las cosas que no aguanto la injusticia social es la más grande. Mucho público republicano en La Unión esta noche, los aplausos en pie y los bravos suenan tanto como sus cantes reivindicativos. Nadie se mueve de la silla, aunque ya la hora pasa de las dos de la madrugada.
El Cabrero no podía dejar de homenajear a Miguel Hernández con un Serrana por siguiriyas, De cabrero a cabrero. Siempre defensor del flamenco más puro, esta noche con una serrana nacida en la Sierra Minera de la Unión, un homenaje a esta tierra donde los cantes, la minería y la propia ciudad son todo uno.
Siempre con cantes de gran jondura, por malagueñas, soleás, seguiriyas y livianas. Al Cabrero no se le sigue, se le vive. Es un hombre tan intenso que hace difícil alejarse de él.
Aunque sean las tres menos cuarto de la madrugá unionense.