Festival flamenco de Jerez: hitos de Jesús Carmona y Eduardo Guerrero

No siempre un derroche de recursos técnicos y efectos especiales garantizan un espectáculo de primera categoría. De sobra lo demostraron anoche ese artista completo nacido en Badalona y de apellido albaycinero, Jesús  Carmona, sus tres cantaores, el veterano Juan José Amador y los jóvenes Jonathan Reyes y Jesús Corbacho, más la sabia guitarra de Juan Requena.

Amator es un relato autobiográfico basado en los amores de Jesús Carmona. Amor al teatro, al tablao, a la improvisación, a la coreografía, a la inspiración del momento, a la danza española, al flamenco, a la vanguardia, a compartir con otros artistas. Su vida danzada a los sones vividos durante su extraordinaria trayectoria artística, que aquí, en tres actos, le llevan desde su vanidad a su unión con la raíz y desde ahí a la absoluta libertad.

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Jesús Carmona ©Javier Fergo para Festival de Jerez

Eso son Reflejo, Terreo y Lozano. Carmona está en su mejor momento de madurez creadora y así, partiendo de una idea en su origen, desarrolla todo un espectáculo desde la profundidad de lo sentido en todos sus  años de carrera. Baila desde ahí, desde todo lo sentido y vivido y lo hace como solo puede hacerlo alguien que lleva la danza en sus genes.

Se ve en la naturalidad de todos sus movimientos, como si no fuera algo aprendido y largamente practicado. Tras esa naturalidad que le llega desde las entrañas están  la precisión en cada paso de su danza, la técnica asombrosa, el conocimiento sin lagunas. No se olvida de incluir  a sus maestros, coreógrafos invitados, Marco Flores y Nino de los Reyes. Están presentes en su baile, en sus aspectos más vanguardistas. Seguirle es  disfrutar de una belleza prodigiosa.

Diecisiete afortunados espectadores recibieron aleatoriamente invitaciones para sentarse al fondo del escenario. Una forma de compartir, de poner a esa parte de público en escena a modo de interactuación pasiva. Y al final de cada acto había un baile improvisado a petición del público. Estos fueron una serrana, al final de un  primer acto por jácaras, guajiras,una monumental petenera mexicana cantada por Juan José Amador con su voz profunda y grave que parece hecha para ese cante tan poco oído o visto, quién sabe porqué.

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Jesús Carmona ©Javier Fergo para Festival de Jerez

La caña fue el baile improvisado elegido al final de lo que para Carmona es su raíz. Una delicia de recorrido por tientos-tangos y tanguillos, la emocionante granaína y la unirversal rumba. Raíz de danza, de guitarra y cantes de Reyes y Corbacho, turnándose o al alimón, en todo momento a la altura que se esperaba de ellos. La granaína fue de los tres, agrupados junto al guitarrista, como un grupo escultórico, al servicio de la danza hermosamente descriptiva de Carmona.

La libertad absoluta del tercer acto se expresó y cómo por malagueñas, unos verdiales de los que hacen historia, realmente extraordinarios, inolvidables. También hubo regalo – sorpresa en esta parte: una tiranilla, cante antiguo del XVIII relacionado con las tonadillas. Está hecha a compás de 3×8 en tiempo rápido y sincopado. ¡Hasta Beethoven compuso una tirana! Guitarra, los tres cantaores por tiempos de cante y una danza actualizada al siglo XXI, con castañuelas,  como queriendo transmitir al público esa libertad intemporal del Flamenco.

Final por bulerías y por alegrías no anunciadas que pusieron al auditorio en pié. Todo se desarrolló en perfecto equilibrio. La guitarra consciente de toque para bailar. Juan José Amador, cuya presencia es siempre una garantía de calidad actuó a ratos de moderador de cantes con Jonathan y Jesús, siempre entonados, siempre en su sitio. Y el bailaor, a ratos bailarín de danza clásica española, exhibiendo a lo largo de hora y media él solo en escena sus extraordinarias facultades dancísticas y hasta acrobáticas.

Y todo ello con un diseño de iluminación sobrio, equilibrado, unido a un diseño de espacio escénico pensado y realizado para lo que Amator quería expresar. Se notó por supuesto la cooperación en la dirección artística de Rafaela Carrasco.

De lo mejor visto hasta ahora en el Villamarta.

Eduardo Guerrero es la Sombra efímera.

Eduardo Guerrero va a hacer historia con Sombra Efímera,  un proyecto en construcción continua, presentado en el Teatro Viillamarta en el marco del Festival de Flamenco 2019 de Jerez de la Fontera. Ya antes de su estreno oficial en la pasada Bienal de Sevilla había tenido precedentes en Amsterdam, como investigación de los recursos del bailaor en una capilla fuera de su espacio de confort, sin escenario, con el público de pie.

Una segunda experiencia en Bogotá, en unas naves diáfanas, con Eduardo transitando entre el público y entre una construcción de listones en cruz que no permitía las carretillas ni diagonales, solo la actuación en micro espacios cuadrados, saltando de uno en otro.

Mateo Feijóo, director artístico y de espacio escénico  quiso y quiere poner a prueba las reacciones de Eduardo fuera del espacio de confort que es un teatro.

Sombra Efímera es un proyecto diseñado para espacios alternativos siempre diferentes. En Sevilla fue la experiencia de la burbuja diseñada por Marco Canevacci, pura arquitectura plástica que aislaba el interior de la burbuja –espacio del bailaor- del mundo real exterior.

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Eduardo Guerrero ©Javier Fergo para Festival de Jerez

Y ahora en Jerez, había que crear el espacio alternativo sobre el escenario del Teatro Villamarta, lo que ha convertido a esta Sombra Efímera en un nuevo estreno, con pocos pero eficacísimos elementos escénicos. Un telón surrealista con alto protagonismo, diseñado por Soledad Seseña en colaboración con Mensajeros de la Paz y realizado en ‘la Chácena’ por Ana Tejeda y Rosa Rocha. Un montículo de tierra rojiza, espacio de actuación del guitarrista Javier Ibáñez, de una de las cantaoras favoritas de Guerrero, Samara Montañés y del cantaor Manuel Soto.

Espacio alternativo donde los haya, al que añadir ese curioso despiezable ‘árbol’ de plata, con el que juega Samara para ir transformando la escena. El propio vestuario de los artistas no puede ser más alternativo: de niña pequeña, Samara; de vaqueros y chaquetilla verde Manuel Soto y Javier Ibáñez de pantalón informal claro, camisa y cazadora de cuero marrón. Todos se mueven alrededor de la tierra o se sientan en ella. La Sombra Efímera cumple con su concepto originall, mantenido durante su recorrido por espacios escénicos alternativos.

La Sombra Efímera jerezana hizo un recorrido por nueve palos, a lo largo de los cuales Eduardo Guerrero demostró una vez más, como ya nos tiene acostumbrados, su prodigiosa capacidad para la danza, con carretillas inverosímiles, soberbios desplantes,  torsiones que solo él sabe y puede hacer y unas rectilíneas casi voladoras.

Un inicio tomándose sus tiempos,  sus pausas, sus lentitudes, sus silencios. En el taranto hizo exhibición de su famosa torsión hacia atrás, hasta contemplar el suelo, creando una escultura casi imposible.  Llegan los tangos que baila descalzo, manejando los zapatos como si fueran fulares, simetrías que parecen impulsarle a algún mundo privado, donde solo están el cante y él. El cante íntimo de Samara que parece integrado en el baile.

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Eduardo Guerrero ©Javier Fergo para Festival de Jerez

Eduardo Guerrero no se parece a nadie, o solo cuando quiere parecerse a Antonio Soler o a Vicente Escudero, en ese zapateao que le distingue. Se emociona, se gusta a sí mismo, se transforma a la par que se transforma el telón, gran protagonista de sombras efímeras, con el cambiante juego de las luces que puede dar  vida a sus personajes, dotarlos de volúmenes y hasta movimientos que no tienen, pero para los que fue creado. Ese telón que anula cualquier posible idea de espacio de confort esperable en un teatro, que literalmente le hace desaparecer.  A ratos, lo que sucede en esa escena recuerda una magia a lo Harry Potter.

La toná empieza con protagonismo de Samara Montañés. Sola, inmóvil en escena, rodeada de sonidos electrónicos inquietantes, fantasmagóricos, un efecto de luces que transforman el telón en una vidriera de Marc Chagall. Luego el baile, pura percusión de los pies de Guerrero pone los corazones en vilo. Dentro de la vanguardia sin fisuras del espectáculo, la toná retrotrae al tiempo pasado en que fue creada para la historia sin fin del Flamenco.

Luego la seguiriya, de nuevo con doble protagonismo de Eduardo y  Samara, con ese cante que paraliza todo y ese baile de Eduardo que hoy por hoy es la culminación de su trayectoria, con ese movimiento que surge de sus  mundos interiores,  pura belleza  coordinada a la perfección.

La bulería por soleá cantada por Manuel Soto, resulta tan onírica que transporta a su espectáculo Onírico[1] creado para el Corral de la Morería, con un baile hacia atrás que hace temer por su equilibrio físico, ¡pero no!. Mientras,  la niña Samara sigue plantando ramas del ‘árbol’ de plata en el montículo de tierra, hasta convertirle en un bosque de leyenda.  Todos están ahora sentados a pie de tierra, incluido el bailaor, en un momento de reposo meditativo, en el que se luce la guitarra, en un solo abrumador.

Y luego el baile volcánico final por bulerías, tan festeras que parecen alegrías. Acompañadas de toque para bailar y cante gozoso,  ponen sin esfuerzo a la sala en pié y recreando ritmo con los pies, en una intensa interactuación del público que no sucede a menudo. Este gaditano lo consigue todo.

Sombra Efímera no termina con la representación en Jerez. Me dijo Eduardo hace un par de meses en el Corral de la Morería que la suma de Sombras Efímeras a lo largo de 2018 y 2019 culminarán en un proyecto que se llamará si no hay cambios, Debajo de los pies. Incluso Onírico formará parte de ese proyecto que va construyéndose con cada representación de sombras.

  1. Enlace a «Eduardo Guerrero Onírico» en el Corral de la Morería
Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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