El Festival Flamenco de Jerez inició este 21 de febrero su veinticuatro edición plagado de estrenos absolutos. Un arranque extraordinario con el mito de Ariadna hecho flamenco por obra de una de las artistas más creativas del panorama flamenco actual, Rafaela Carrasco.
Tercer día, un espectáculo fuera de serie, del mediano de la tercera generación de la Escuela Farruca, Por un sueño, con Antonio Fernández Montoya, El Farru.
Rafaela Carrasco da un salto al vacío –dicho por ella– arriesgando para poner en versión flamenca nada menos que el mito griego de Ariadna y Teseo. Arriesgó y fascinó en su estreno absoluto, demostrando varias cosas. Que la versatilidad del flamenco tiene lenguajes para cualquier tema y que los mitos griegos son tan universales como el flamenco, siguen y seguirán vigentes porque representan actitudes y emociones humanas extrapolables a cualquier sociedad, porque, como dice Rafaela, se adentra en el laberinto de los miedos más profundos.
Una puesta en escena en equipo, con la dirección y coreografía de Rafaela Carrasco y de David Coria en el Pasaje de los girasoles. Un diseño de iluminación de Gloria Montesinos, ese tipo de diseño que permite el minimalismo en escena, pues los matices de luz o de ausencia de luz, ponen, enfatizan, quitan o crean estructuras muy reales, solo con efectos ópticos. La ilusión y la realidad se funden en un todo de belleza. Estamos hablando de un mito. y para un mito la iluminación es capital.
El vestuario de Leandro Cano está en todo momento a la altura del mito. Y hablemos por fin de los artistas: del baile de Rafaela Carrasco, de sus jóvenes bailarines Rafael Ramírez, Gabriel Matías, Ricardo Moro y Felipe Clivio. De Jesús Torres, en la dirección, composición musical e interpretación junto a la guitarra de Salvador Gutiérrez; al cante Antonio Campos y Miguel Ortega; las palmas de Jesús Perona y Jesús González. Colaboraciones en la composición musical de Antonio Campos, en los tangos junto a Salvador Gutiérrez.
La composición y coordinación escénica es un no va más. Estamos ante una obra de vanguardia dramatúrgica, musical y dancística, complejidad en la puesta en escena del mito con el resultado de un logro de excelencia. ¡Larga vida a Ariadna (Al hilo del mito)!
Mediante una petenera nos narra su soledad tras el abandono de Teseo al que ella había salvado del laberinto. Un solo de baile con la música de Antonio Campos. ¿Cuántas mujeres de ayer, hoy y mañana se identificarían con la desolación de una soledad no buscada, con la crueldad de un abandono?,
La soleá para la búsqueda de la libertad, lejos de la auctoritas paterna, del rey Minos señor del laberinto, que representa la figura de todos los subyugadores. Los jóvenes bailarines muestran maestría en su arte. En nuestra era la juventud da lecciones de saber hacer y estar.
Ese Pasaje de los girasoles coreografiado para Rafaela por David Coria, acompañada por todos sus instrumentistas, seguro que hace historia. Rafaela en bailarina clásica, un alto en el camino del mito, para reafirmarse.
Un Pasos a dos por tangos. Toda la compañía en la danza del primer amor, del deseo, de lo soñado. Ariadna y Teseo en el mito, todos los primeros amores del mundo en la realidad. Baila la protagonista del mito, para seguidamente introducir al Laberinto, quizá el número más espectacular de la obra, aunque quizá peque de subjetividad, lo admito, el mito es así de poderoso. Laberinto oscuro flanqueado por los bailarines y un sonido de guitarras, cantes y compás a ritmo de tonás, no podía ser de otra forma, el laberinto es algo tan primitivo… Pero el hilo de Ariadna guía a Teseo hasta la salida tras matar al monstruo…
Perdidos dentro de nosotros mismos, de los miedos, los monstruos. Y decidí perderme para encontrarme. La voz en off de Carmelo Gómez es el nexo de unión entre el mito y los sentimientos humanos a lo largo del espectáculo.
El final, como el principio, por petenera, para celebrar la leyenda. Tras el abandono, Ariadna es salvada por un dios que la corona de estrellas. Recordé entonces que el mundo era real e inmenso. ¿Acaso no nos reinventamos cada día?
El Farru: por un sueño
Antonio Fernández Montoya basa este sueño en uno que tuvo Paco de Lucía con él, cuando era casi un niño: “Te he tenido toda la noche en mis sueños. Te he visto cantar, bailar y tocar la guitarra. Eso es lo que tienes que hacer.”
¡Qué espectáculo, que obra de arte total! En esta familia, ellos se producen, coreografían, diseñan la iluminación y el sonido, crean la composición escénica con mil variantes a lo largo del espectáculo, coordinan a los artistas y lo asombroso, todo, absolutamente todo, sin un fallo, puro state of the arts. De veras, me faltan palabras para describir toda la belleza, el arte, el sentido del humor cuando se tercia, la perfección escénica, el buen rollo, la complicidad entre ellos, la naturalidad en la puesta en escena como si se tratara de su vida cotidiana…Tengo que poner el énfasis en el diseño de una iluminación increíble, que ya es historia en los espectáculos de esta familia. No sé cómo sería en los espectáculos del abuelo Farruco, pero en todo lo que llevo visto de los tres hermanos, Farruquito, El Farru y El Cartera es sensacional.
Hay homenaje a la madre, Farruca, con su presencia en dos solos de baile emocionantes. Se ve joven, la Farruca. Y hay homenaje clarísimo al hermano mayor, en ese número por tangos que baila a dúo con el cante de Mari Vizarraga, gitana pelirroja del Polígono Sur de Sevilla, inseparable de los Farrucos, activista por poner en su sitio a la mujer gitana, que es dar unos cuantos pasos más que en el caso de las payas. Una fuerza de la naturaleza, una artista con poderío. Y por supuesto no podía faltar el homenaje al que tuvo el sueño, a Paco de Lucía, con esa guitarra ocupando una silla en lugar muy protagonista, hasta que la coge El Farru y además de rasguear en ella la abraza como si abrazara al maestro.
Y vuelvo a mencionar la colocación en escena de los artistas, con un sentido total de aprovechamiento del espacio escénico con un arte y variaciones marcadas por la luz, de asombro y goce. Maestros de compás y de silencios llenos de contenidos, precursores de otras músicas, cantes, bailes, son el resultado de una coordinación genial, ¡cómo todo aquí! Es que no hay palabras, hay que verlo.
El baile de El Farru, es como el de toda la familia, de Escuela Farruca. Son diferentes, tienen su sello propio, único, que los distingue de todos y que ellos han depurado y siguen depurando cada día, en un trabajo inagotable. Hay que decir que El Farru ha crecido mucho en poco tiempo, va superando sus propios retos, los disfruta y sabe hacerlos disfrutar al espectador.
Hubo solos para todos: de guitarras en un dúo memorable acompañadas por un no menos memorable compás. De percusión, ¡nada menos que Piraña! De cante y toque, de cante y baile, de baile sin más. La Farruca brilló por alegrías en Marinerito de Cái. Terminaron con una interpretación magistral de las famosas canciones Entre mil estrellas cantada por Mari Vizarraga y El alma de un son que para El Farru tiene más de un significado, escenificado en un final apoteósico, con protagonismo de todos.
Ficha técnica:
- Baile, voz y guitarra: El Farru.
- Artista invitada: Mari Vizarraga.
- Colaboración especial: Farruca
- Cante y palmas: Antonio Villar, David El Galli
- Guitarras: José Gálvez, Román Vicenti
- Percusión: Piraña
- Palmas: Torombo y Lolo