Extrañamente, estos dos filmes están centrados en dos personajes en diálogo, en el caso de ‘Los dos Papas’, entre dos hombres religiosos, y en el caso de ‘Retrato de la dama en llamas’, entre dos mujeres: la artista y su modelo.
En el primer documento los une la religión, en el segundo, el arte; en ambos se penetra en la psicología de los protagonistas, y, las dos películas parten de hechos reales, donde, a su vez, hay un componente imaginario.
Retrato de la dama en llamas
Esta película está basada en las memorias de la pintora Vigeé Le Brun (1755-1842), adaptadas libremente. La directora Celine Sciamma nos entrega una bella historia de amor al arte y a la psicología femenina. El protagonista virtual es el retrato, género plástico que permite un enamoramiento entre el modelo y el pintor.
La particular relación que puede tejerse entre el que pinta y el modelo, mientras la “mirada del pintor” lo recorre y trata de descubrir recónditos lugares de su alma. El retrato ha sido uno de los géneros más solicitados a través de la historia del arte y se emparenta con el deseo de inmortalidad.
En este diálogo, las protagonistas no dejan dudas de su aproximación. Las mujeres hacen una suerte de ritual donde cada una busca su centro, su propia verdad, como el artista desea reflejar no solo el cuerpo sino la esencia de su modelo.
Es una cinta de época, sucede en el siglo XVIII, periodo donde la mujer comienza a apuntar hacia nuevos horizontes que, en el siglo XIX, se desencadenan en grandes movimientos feministas.
El Siglo XVIII trajo a primer plano mujeres famosas, entre ellas la reina María Antonieta y su retratista, la pintora y académica Marie Louise Elizabeth Vigeé Le Brun, admirada por las monarquías europeas .
La película recrea ese ambiente de iniciación femenina hacia la libertad, también la persuasión del artista para captar el “alma del modelo”. El retrato implica “la mirada”, y ése es otro protagonistas virtual: “la mirada femenina”.
Sciamma continúa con su estilo minimalista, formalista, estéticamente cuidado, cada escena es una pintura, con juegos fotográficos y una escenografía adecuada. Con ráfagas de surrealismo, ropajes creados por la directora en gamas tonales y una extraña música que toma dimensión en el coro de mujeres, durante la escena principal de la dama en llamas, que cobra especial relevancia.
Un relato intenso y elegante, que más allá de las secuencias eróticas, nos proyecta la visión femenina en un tiempo difícil para la mujer. Las actrices, especialmente Adèle Haenel, se mueven al ritmo impuesto por Sciamma, quien muestra dominio fílmico en la concepción de escenas sugestivas, manteniendo su estilo minimalista, formalista y su filosofía estetizante de la narración.
Los dos Papas
Es casi un documental, o una historia dramatizada basada en el hecho real del encuentro de los papas Benedicto XVI y el futuro papa Francisco. Poco se sabe de los diálogos, montados en el film de acuerdo a un guión bien equilibrado.
El director, Fernando Meirelles, es el creador de Ciudad de Dios, candidata al Oscar en 2004, con una larga trayectoria y un conocimiento de asuntos religiosos. Relata el primer cónclave cuando es elegido el papa Benedicto y tiene un fugaz encuentro con el cardenal Bergoglio, luego sigue los hechos cronológicos de otros encuentros, en escenarios auténticos, permitiendo una espléndida fotografía del Vaticano.
En el filme, el papa en ejercicio llama al cardenal, y suceden una serie de conversaciones. La realizada en la Capilla Sixtina, con paneos de las imágenes de Miguel Ángel mientras los dos religiosos hablan, es un lujo visual; el diálogo se torna confesionario y revelación de la condición efímera del ser.
El director procura darnos la dimensión humana de ambos sacerdotes, con visiones diferentes en su camino sacerdotal pero unidos por la misma fuerza espiritual. El papa teólogo trata de entender al futuro papa jesuita. La memorable dimisión de Benedicto es acompañada por una sabia reflexión sobre el destino de la Iglesia.
Sin embargo, la película está enfocada hacia el papa Francisco, su pasado en la Argentina de los años setenta, los años vividos durante la guerra sucia, las dudas ante las turbulencias políticas. Sabemos que los jesuitas, históricamente, vivieron momentos azarosos, baste recordar, durante la Colonia, la expulsión de las misiones jesuitas de Paraguay y Argentina del continente Americano.
Mientras suceden los hechos ajustados a la realidad acontecida, poco sabemos de las verdaderas conversaciones, pero la recreación de las mismas permite suponer los temas tratados y también nos permite apreciar el duelo actoral entre dos grandes actores: Anthony Hopkins y Jonathan Pryce.
Planos, miradas, acercan a estos dos religiosos mostrándonos su lado humano. Como bien dice en un momento el Papa Benedicto XVI, creador de la carta: La Dictadura del Relativismo, al cardenal Bergoglio, su sucesor, el papa Francisco:
“No olvide que somos humanos”
Por lo tanto, la equivocación, el error y el mal, acechan. Al finalizar, el público, que colmaba la sala, estalló en aplausos, comprendió la reflexión y el difícil mandato papal que durante siglos ha guiado espiritualmente a la civilización occidental judeocristiana y grecorromana.
Para bien o para mal, o Gracias a Dios: Habemus Papa.