Fidel Castro enterrado: Cuba mira al futuro

El ruido de televisiones encendidas, pregones de vendedores y las conversaciones en alta voz, regresaron a los barrios y pueblos de Cuba tras nueve días de duelo oficial por la muerte de Fidel Castro, que hicieron reflotar viejos interrogantes sobre el futuro entre la población, informa Ivet González[1] (IPS) desde La Habana.

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Residentes en La Habana adquieren ediciones especiales de los periódicos locales, en homenaje a Fidel Castro, mientras comienzan a pensar en el futuro de Cuba tras la muerte del líder de la Revolución. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Con el paulatino retorno a la vida cotidiana, los cubanos se enfrentan a la pregunta de qué pasará en la isla caribeña después de convertirse en real el 25 de noviembre el fallecimiento de su gobernante por 53 años, tras falsos rumores al respecto en los diez años en que el fundador de la Revolución estuvo enfermo y alejado del poder.

«Si Fidel hubiera muerto en 2006, cuando enfermó gravemente, la situación pudo ser caótica, de mucha inestabilidad política», dijo a IPS la editora de libros Ileana García, de 70 años, sobre el futuro ahora que desde el domingo 4 sus cenizas reposan en un mausoleo de piedra en la ciudad de Santiago de Cuba, en el oriente del país.

A su juicio, «la vida le concedió a él y a su hermano (el presidente Raúl Castro) la posibilidad de armar una transición tranquila, ordenada y dentro de los canales institucionales, que se mantendrá a corto plazo».

Fidel Castro pasa a la historia local como la figura que más años comandó los destinos de este país caribeño, algo que hizo como primer ministro desde 1959 hasta 1976, y luego como presidente del Consejo de Estado y de Ministros, cargo que ocupó desde ese mismo año hasta 2008.

Y todo parece indicar que hasta su deceso era consultado por su hermano, al frente del país desde que Fidel enfermó, sobre «las decisiones de especial trascendencia», principalmente las relacionadas con la defensa, la política exterior y la economía nacional.

Para ello, Raúl Castro, de 85 años, recibió la aprobación del parlamento cubano en su investidura como presidente, el 24 de febrero de 2008. El mandatario ha indicado que se retirará al cumplir diez años en el puesto, en febrero de 2018, aunque analistas especulan que se mantendrá al frente del gobernante Partido Comunista de Cuba, el único legal aquí.

«Las nuevas generaciones no piensan igual que sus predecesoras. Tienen nuevas aspiraciones, como siempre ha sido, y desean que el país abra nuevos horizontes», dijo Enrique López Oliva, profesor de historia de las religiones de la Universidad de La Habana.

Para él, Cuba entra ahora «en una nueva etapa, marcada por una renovación generacional». «Ya esta generación culminó un proceso histórico», indicó a IPS en referencia a la generación a la que pertenecen los Castro, conocida en la isla como la de los «históricos», porque emprendieron una revolución.

Sin embargo, López Oliva alertó de obstáculos como la «brusca» reacción por la muerte de Fidel del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien amenazó con romper las relaciones diplomáticas bilaterales, restablecidas el 20 de julio de 2015, por el saliente mandatario, Barack Obama.

«En vez de contribuir a cambios positivos y democráticos, esa postura (de Trump) puede obstaculizarlos y hasta frenarlos, pues da pretexto a que los sectores internos más inmovilistas entorpezcan el proceso de cambios en Cuba», sopesó el investigador, que vive en La Habana.

Y la economía sigue siendo el punto más débil del país, más ahora que sufre la peor crisis desde la debacle de 1991, cuando perdió a su principal socio comercial y financiero con la extinción de la Unión Soviética y el bloque socialista del este europeo.

«Aunque Fidel estuviera vivo, la situación caótica de la economía iba a acelerar los cambios en el país. Si Trump cumple lo que dice, el panorama se volverá aún más crítico», analizó un economista cubano, que pidió mantener su nombre bajo reserva. «En 2017 se espera menos crecimiento que en 2016», ya muy débil, presagió.

Maritza López, una profesora de enseñanza primaria, compartió que espera «continuidad, pero también más cambios que mejoren la situación económica y se logre un socialismo próspero y sostenible». «Raúl (Castro) hizo cambios muy importantes pero insuficientes para la economía», valoró.

Interpretada por observadores como un gesto que busca la continuidad pero también cambios, más de seis millones de los 11,2 millones de habitantes del país suscribieron, en 286 lugares habilitados para este fin, la definición de Revolución dictada por Fidel Castro el primero de mayo de 2000.

Con su nombre y firma, esas personas juraron, entre el 28 y 29 de noviembre, «ser fieles seguidoras» y cumplir con el planteamiento que, entre otras ideas, define a la Revolución como «sentido del momento histórico» y «cambiar todo lo que debe ser cambiado».

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Mauselo donde reposan las cenizas de Fidel Castro

Grabado en letras doradas en una pared de hormigón, el concepto integra el monumento erigido para depositar la urna con las cenizas de Fidel Castro, en el cementerio de Santa Ifigenia, al lado del mausoleo donde reposan los restos del héroe de la Independencia José Martí.

Con un hueco excavado en el centro y protegido por una lápida donde está inscrito solo el nombre de Fidel, el monumento funerario consiste en un monolito de granito, con más de 2400 kilogramos y procedente de un yacimiento en el complejo montañoso de la Sierra Maestra, donde de joven comandó la guerrilla que lo llevó al poder.

Las cenizas llegaron al cementerio el sábado 3, luego de recorrer más de 1000 kilómetros por ciudades y pueblos de 13 de las 15 provincias cubanas, desde el 30 de noviembre. Los funerales incluyeron vigilias en cada lugar donde pernoctó el cortejo y dos despedidas masivas, en la capital y en Santiago, la segunda ciudad del país.

Durante los nueve días de duelo oficial, la radio y la televisión, todas estatales, solo transmitieron contenidos históricos, patrióticos y escasas noticias nacionales e internacionales. Los comercios estatales y hasta los crecientes negocios privados debieron interrumpir la venta de bebidas alcohólicas.

Las personas que colocaron música a alto volumen y desoyeron la advertencia de los agentes policiales, fueron penadas con el decomiso de los reproductores y multas por 1500 pesos cubanos, equivalentes a 60 dólares, en un país donde el salario estatal promedio es de apenas 23 dólares mensuales.

«La muerte de Fidel volvió a llevar a los cubanos a la década del 60», estimó Santiago Sánchez, un académico que se radicó este año en Estados Unidos. «La polarización ideológica se mostró casi igual» que en los inicios de la revolución radicalizada socialista en 1961, valoró el especialista en historia, de 34 años.

«Unos celebraron la muerte de Fidel en Miami (ciudad estadounidense), para mí una demostración de muy mal gusto. Y otros en Cuba hicieron manifestaciones exageradas. Ambas son parte del pasado», comentó a IPS por correo electrónico.

Miami es el epicentro de la diáspora cubana desde el triunfo de la Revolución, y en Estados Unidos viven dos millones, entre personas nacidas en la isla y descendientes de ellas.

Las autoridades cubanas se aprestan a convertir en ley la voluntad del fallecido comandante en jefe de que «su nombre y su figura nunca fueran utilizados para denominar instituciones, plazas, parques, avenidas, calles u otros sitios públicos, ni erigir en su memoria monumentos, bustos, estatuas y otras formas similares de tributo».

En su discurso fúnebre, el sábado 3, Raúl Castro anunció en Santiago de Cuba que la propuesta legislativa será presentada en la próxima sesión del parlamento, prevista para este mismo mes.

  1. Con aportes de Patricia Grogg
  2. Editado por Estrella Gutiérrez
  3. Publicado inicialmente en IPS Noticias
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