El 11 de enero, el Tribunal Supremo de Finlandia ha absuelto a la periodista Johanna Vehkoo, tras un proceso por difamación planteado por Junes Lokka, un ultraderechista de la ciudad de Oulu (208.000 habitantes, centro-oeste de Finlandia).
En noviembre de 2016, Vehkoo criticó el discurso político de Lokka, a quien calificó de «nazi», «payaso» y «racista».
Junes Lokka es conocido por su posición virulenta ante la inmigración, ya ha sido detenido en ocasiones por su comportamiento ante manifestantes antirracistas y ha sido condenado antes por su sesgo amenazante.
No es la primera vez que utiliza la demanda por difamación como herramienta de acoso contra periodistas. Se trata de un método conocido internacionalmente en inglés como SLAPP (Strategic lawsuit against public participation, Pleito Estratégico contra la Participación Pública).
En España, esta forma de acoso legal está también asentada. En un caso quizá todavía más típico de SLAPP, María Antonia Coscolla, jueza titular del Juzgado de Instrucción número 24 de Barcelona, decidió hace dos meses el archivo de la querella por injurias y calumnias que había presentado el empresario de medios de comunicación Jaume Roures, contra el periodista Pere Rusiñol, editor de la revista Alternativas Económicas y del mensual satírico Mongolia.
La magistrada estimó que el calificativo de «estafador», utilizado Rusiñol para referirse a Roures en una entrevista, no era delito al tratarse de un epíteto habitual y teniendo en cuenta, además, que el editor de Mongolia lo había usado para valorar el trato dado por el citado empresario a sus trabajadores, tras decidir Roures cerrar la edición impresa del diario Público.
Rusiñol añadió entonces que Roures «controlaba la sociedad desde una empresa de Holanda, un paraíso fiscal», mientras el diario criticaba los paraísos fiscales. En otoño, el auto de la jueza María Antonia Coscolla decretó el archivo de esa querella por injurias y calumnias.
La querella como acoso y censura
Como en el caso de Roures/Rusiñol, la demanda de Junes Lokka tenía como objetivo acallar a otra periodista, Johanna Vehkoo, una profesional independiente vinculada al periodismo de investigación.
En primera instancia, el tribunal local de Oulu condenó a Johanna Vehkko a pagar 200 euros y, por añadidura, unos costes judiciales del querellante superiores a 6000 euros. Esa decisión fue ratificada en segunda instancia antes de que llegara finalmente al Tribunal Supremo de Finlandia que ha anulado los dos autos anteriores.
La corte suprema finlandesa ha estimado que la libertad de expresión debe prevalecer y estima que criticar las posturas de un político es materia de interés público y no equivale a descalificarle como persona.
Vehkko recibió en 2019 el premio del Pen Club de Finlandia dedicado a exaltar la libertad de expresión. La presidenta del Sindicato de Periodistas de Finlandia, Hanne Aho, ha señalado que su colega Vehkoo «ha prestado un gran servicio a la sociedad y a los periodistas», añadiendo que «el sistema judicial debería aprender a reconocer de inmediato este tipo de acoso en forma de querella». El proceso contra Johanna Vehkoo ha durado unos cinco años. El objetivo de las SLAPP es siempre silenciar voces críticas, normalmente de periodistas o de personas vinculadas a organizaciones humanitarias.
Por el contrario, para grandes empresarios, banqueros, directivos de grandes corporaciones o propietarios de empresas globales, lo mismo que para algunos políticos, poner una querella es una práctica para ellos irrelevante, porque disponen de equipos de asesores y abogados.
Con frecuencia, para medios de comunicación pequeños y para periodistas autónomos o independientes, no es fácil defenderse legalmente de manera adecuada. Para ellos, no siempre es posible soportar –ni aguantar en el tiempo- el largo procedimiento, así como el pago de abogados y posibles costes judiciales.
El Secretario General de la FEP/EFJ, Ricardo Gutiérrez, ha destacado el alivio de los periodistas europeos por la decisión del Tribunal Supremo de Finlandia porque resalta «la determinación y el valor de Johanna Vehkoo que han prevalecido» ante las presiones contra la libertad de expresión.