Alonso Núñez Rancapino Chico inauguró el 20 de agosto el ciclo nocturno de Flamenco on Fire 2019 en el hotel Tres Reyes de Pamplona.
Cantaor de última generación, hijo de uno de los patriarcas del cante gaditano de Chiclana de la Frontera, premio Nuevo Compás por la Fundación Cruz Campo “al talento emergente en el Compás del Cante”, considerado el Nobel del Flamenco. Con un disco ya en su haber, Por mi amor al arte, que volvió a presentar en el escenario íntimo de las noches de Flamenco on Fire.
Alonso Núñez Rancapino Chico es muy joven, pero ya tiene una trayectoria consolidada. Ya es más que una promesa. Él, como su padre y maestro Rancapino, – el primer cante del disco es la soleá Consejos de mi maestro – apuesta por reivindicar el cante flamenco tradicional, el de los grandes maestros del siglo XX o incluso antes, pero sabe muy bien que crearse una identidad personal que lo distinga de otros es fundamental, máxime siendo de Cái, tierra de cantaores donde las haya.
El disco y el concierto discurren por los palos más tradicionales: la soleá, las alegrías de Cádiz, los fandangos naturales, las bulerías, – aquí él las dedica a su abuela Rafaela, recordando todo el amor que recibió de ella y que él le corresponde – las seguiriyas dedicadas a Manolo Caracol, uno de sus referentes, los tangos dedicados a La Perla de Cádiz y a Pastora Pavón Niña de los Peines y una zambra titulada Al Beni de Cádiz, otro referente suyo.
La voz de Rancapino Chico es de un metal claro, muy diferente de la voz paterna. Hay quién dice que no tiene potencia. Para mí tiene la suficiente y en todo caso tiene otros recursos que maneja de maravilla en beneficio de sus resultados. Hay mucha dulzura y terciopelo en su voz, domina todos los recursos del cante, sabe respirar, sabe dar a los tercios su justa medida, en esto los consejos paternos han sido clave en su aprendizaje. Y tiene tablas, idea del espectáculo, sabe moverse por la escena, cantar a capella cuando hace falta.
Se presentó, con su elenco habitual en este trabajo, el maestro Antonio Higuero a la guitarra, como segunda guitarra ese aventajado discípulo del maestro Cepero, Paco León de El Puerto de Santa María, – los demás todos jerezanos – José Rubichi y Cantarote a las palmas. Pero además – y eso se agradece – se trajo a la arpista Ana Crismán, reciente semifinalista del Premio Filón del Cante de las Minas, excelente aquí y allí. Y a la bailaora Aitana de los Reyes, también de El Puerto de Santa María. Reunió a ‘todo Jeré’ y a Los Puertos en su elenco. Un lujo.
En un festival en el que hay no pocos espectáculos solo de hombres, por hablar solo del ciclo nocturno, el de Carlos de Jacoba, (Un concierto que habría ganado mucho con una bailaora en lugar de quien estuvo) Juan de Juan. (con cuatro cantaores hombres) La presencia de dos artistas femeninas en Por mi amor al arte ha enriquecido el espectáculo exponencialmente. No sé cómo no se dan cuenta otros, aunque no sea más que por un sentido de estética artística y de esa igualdad tan de moda pero que tanto cuesta que llegue al mundo flamenco. Esto por no hablar de guitarristas flamencas mujeres, vetadas al 99%.
El concierto de Rancapino Chico ha sido el mejor, hasta ahora, del ciclo nocturno. Ha tenido calidad y esa diversidad que creo debería exigirse a los que no la entienden y que por cierto, resulta incomprensible en gente joven. Los conciertos del ciclo nocturno son de artistas jóvenes. Pero hay algunos que parecen estar anclados en un pasado en el que las mujeres artistas tenían que quedarse en casa porque “estaba mal visto ser artista”. Mal visto sobre todo por padres y maridos. Machismo puro, tan difícil de erradicar.
Seguimos disfrutando de Flamenco on Fire aquí en Pamplona, esta semana capital del Flamenco del Norte.
Palabras clave:
Rancapino Chico Por mi amor al Arte