La película “A fondo”, de Nicolas Benamou, me ha retrotraído en el tiempo hasta las peores comedias protagonizadas por Martínez Soria o Manolo Escobar, lo que ya es decir mucho, pero esta vez en francés. Sketches lamentables, situaciones archiconocidas, en una historia de carretera (road movie penoso) crispante, sin pizca de gracia y con “la imaginación en punto muerto” (Catherine Balle, Le Parisien). Un viaje que dan ganas de abandonar en la primera glorieta.
https://youtu.be/RucpFKK_UUQ
Muy temprano por la mañana, para evitar los embotellamientos, los seis miembros de una familia se embuten en su nuevo monovolumen, con el objetivo de iniciar las vacaciones de verano. El padre y orgulloso propietario del vehículo, pone el piloto automático a 130. En un momento de discusión entre su mujer embarazada y su suegro, Tom se da cuenta de que ha dejado de controlar, que la electrónica no responde, la velocidad está bloqueada a 130 km/h, todos los esfuerzos por bajarla, o por frenar, son inútiles, y los pasajeros están al borde del ataque de nervios cuando se enteran de que les espera un embotellamientos a doscientos kilómetros…
El resto son los gags, torpes y viejos como la tos. Interpretada por José García en el padre y André Dussolier en el suegro, esforzándose ambos por estar siempre en modo ocurrente, lo mismo que la humorista Florence Forestier, en el papel de agente de tráfico, como no podía ser de otra manera, el accidentado viaje que amenaza con terminar en catástrofe consigue que aparezcan a flor de piel los antiguos conflictos y secretos familiares, en unos diálogos vulgares y pobres que alejan a los personajes -unidimensionales todos, sin la mínima arista- por el poco interés que despiertan.