Roberto Cataldi¹
Michel Foucault siempre fue uno de los intelectuales más estudiado y acreditado en la Argentina. Cuando me enteré de que había practicado la pedofilia me sorprendió y también me produjo disgusto, pues, desde muy joven leo filosofía y siempre admiré su obra, por cierto esclarecedora. El asunto explotó por las declaraciones que hizo a distintos medios Guy Sorman con motivo del lanzamiento de su nuevo libro (Mon dictionnaire du Bullshit, 2021).
Sabía de la homosexualidad de Foucault y de que falleció joven a consecuencia del Sida. Recuerdo que en esa época con el Sida se despertó una creciente juridización de la bioética como no se había dado con ninguna otra patología. Era una enfermedad estigmatizada, su transmisión sexual estaba ligada a la perversión, pues, la padecían los homosexuales y las prostitutas, y obviamente los promiscuos, en consecuencia originaba una fuerte condena moral.
A principios de la década de los años ochenta, yo ya tenía algunos años de médico, apareció la pandemia VIH/SIDA, seguida de la pandemia VIH/Tuberculosis. También muchos sidosos padecían cáncer, pero al cáncer siempre se lo vio como una injusticia y la actitud social era más bien de conmiseración, no de condena.
En aquellos años Susan Sontag expuso magistralmente las metáforas del Sida, mientras en Argentina escritores de nota y artistas plásticos reconocidos murieron por el flagelo y, lo curioso fue que ninguno de ellos reflejó en sus obras la enfermedad que lo consumía. Pues bien, ahora nos enteramos que Foucault además habría sido pederasta, y esto ha desencadenado una nueva guerra cultural, incluso se plantea el dilema de cancelar o no su obra, lo que a mi juicio es un disparate.
Un amigo me decía que hoy nos enteramos por los medios que algunos religiosos han practicado la pederastia en cantidad inusitada valiéndose de su autoridad espiritual, en cambio Foucault, según Guy Sorman, solo lo habría hecho a cambio de dinero. En mi opinión el hecho no deja de ser abusivo y despreciable. Pero también he leído que Michel Foucault no era pedófilo, le atraían los jóvenes efebos, muchachos de diecisiete o dieciocho años.
La acción habría transcurrido en Túnez (1969), en el pueblo Sidi Bou Said, a solo veinte kilómetros de la capital, y Foucault habría escogido a niños entre ocho y diez años a los que les arrojaba monedas y luego en el cementerio consumaba el acto.
La experta en su obra Esther Díaz, muy indignada, sostiene que en ninguna parte de la obra del filósofo francés existe una línea donde se apoye la pedofilia. Y en lo que atañe a los que promueven la cancelación, se pregunta qué sucedería si nos enterásemos que los que producen las vacunas son pedófilos: ¿igual nos vacunaríamos?
En fin, algunos parecen estar dispuestos a darle crédito a Sorman, a quien se le activó la conciencia luego de seis décadas, evidentemente una conciencia tardía. Manifestó que se considera a sí mismo «sórdido» y «moralmente sucio» por no haber denunciado la conducta del filósofo en su momento: «Foucault no se habría atrevido a hacer esto en Francia». Al parecer, como otros también han denunciado, este comportamiento sería un resabio del colonialismo, ya que el europeo en las colonias podía darse ciertas licencias sexuales, sobre todo en mérito a la supuesta superioridad intelectual.
El problema, el gran problema, es que Foucault está muerto, en consecuencia no puede defenderse de esas acusaciones, por eso no me parece prudente tomar partido. Así como no soy filósofo tampoco soy jurista, aunque confieso que me hubiera gustado ser uno de esos doctos del Renacimiento, sin embargo tengo entendido que en el ámbito jurídico ante la falta de pruebas se debe absolver al acusado por el «beneficio de la duda», ya que es necesario demostrar su culpabilidad, y también otro concepto es que frente a la duda se debe actuar a favor del acusado (in dubio pro reo).
Por otro lado, los que aluden al movimiento MeToo, deben tener presente que en la línea argumental de este movimiento siempre el individuo famoso es acusado por sus antiguas víctimas, y eso no sucedió con Foucault, ya que quien lo acusa es otro intelectual que asume el papel de testigo. De todas maneras, esto que está sucediendo no es algo inédito, ya ha pasado en varias oportunidades, lo que sucede es que hoy contamos con Internet y las redes sociales.
En efecto, este nuevo mundo digital permite que la verdad y la mentira se entrecrucen, se viralicen en minutos y, en muchos casos es producto de la lucha contra la indiferencia y la necesidad de captar la atención… Convengamos que es muy llamativo que el descargo de conciencia de Sorman coincida con el lanzamiento editorial y sería de inocentes negar el marketing gratuito que está consiguiendo. Hay quien sostiene que se trata de una estrategia típicamente amarillista.
Entre las voces críticas, una sugirió por qué Sorman no donaba sus derechos de autor a alguna organización que combata la pederastia, me parece bien, ya que le aliviaría la conciencia. Lo cierto es que el escándalo situó en el foco de atención tanto al acusador como al acusado y, es poco probable que de esto no saque provecho la industria editorial.
En fin, otra guerra cultural, pero me parece oportuno ante lo que estamos viviendo en el mundo exhumar una frase de Michel de candente actualidad: «Para que el Estado funcione como funciona es necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de dominación bien específicas que tienen su configuración propia y su relativa autonomía».
Coincido con Foucault. Muchas veces me he preguntado en este último año, qué diría Foucault si viviese de nuestra trágica e insolidaria época, del quiebre de viejos paradigmas, de esta vuelta de tuerca autoritaria que jaquea al sistema democrático, en fin, del momento histórico que padecemos a causa de esta nueva pandemia.
- Roberto Miguel Cataldi Amatriain es médico de profesión y ensayista cultivador de humanidades, para cuyo desarrollo creó junto a su familia la Fundación Internacional Cataldi Amatriain (FICA)
Una tema diferenciador es el origen de las ideas y la creatividad, que es el espíritu y la mente prodiga del humano y, otra es la parte somática inherente al instinto, para unos ingobernable.. La vida personal de Foucault no nos interesa sino las brillantes ideas que nos lego ad aeternum. La verdad aflora con pruebas para que sea aceptada.
Solo darte las gracias, agradecer esta pequeña incision en el cuerpo olimpico, asquerosamente sano, de un sistema letal, absolutamente patológico, perverso, que basándose en el crimen legalizado, se solapa, se escabulle, se perpetúa, manipulando el odio, la rabia, la impotencia que genera, hasta convertirnos en nuestros propios enemigos.
Logrando una fragmentación famélica de individuos definitivamente condenados a la miserable abundancia reinante.
Extraña idea, que las reflexiones personales de quien sea, deban entenderse como mensaje público.