Verano, playa, música, fiesta, Ibiza o cualquier otro lugar. Los jóvenes se acercan a la terrible pero certera droga que les causará un estado de euforia a un bajo precio. Todo comienza con un globo que se rellena con el gas que ha sido puesto en la botella de sifón de toda la vida. Y ahí comienza todo.
Se llama el gas de la risa que no es otra cosa que óxido nitroso o monóxido de dinitrógeno (N2O). Es un potente defensor del sistema nervioso central y su efecto es similar a la inhalación de pegamento. La aspiración de la cantidad de gas durará entre 5 y 20 segundos y luego a reír. Esta droga produce carcajadas y crees que vas a perder la conciencia ya que te atonta casi al instante. La droga es legal en España y comenzó utilizándose como anestésico. En el mundo de la automoción se utiliza para dotar a los vehículos de mayor potencia, pero ¿qué pasa con el ocio de los jóvenes?
Hartarse a reír; ese es el eslogan que incita a los chicos a probar estas cápsulas cuya sustancia puede llegar a ser mortal. El precio al por mayor es de 12 euros por cada 24 cápsulas; es decir, 50 céntimos la dosis. En las botellas figura que no es apto para el consumo humano, y ya se han registrado 17 muertes en diez años. Antes no estaba de moda, pero ahora, debido a que es barato, los jóvenes abusan de este gas hasta caer al suelo. No es mortal de necesidad, pero hay que advertir que puede llegar a producir un colapso pulmonar. Nadie se muere de risa.
¿Cuál es el problema de todo esto? Realmente no se considera una droga ni tampoco se ha estigmatizado su uso, pero hay que informar a la población de los riesgos que contraen al practicar este inflado de globos. Como es legal, la policía normalmente no podrá decomisar el gas, pero sí es normal que se lleve cocaína u otras sustancias que se mezclan con esto. Algunos químicos han afirmado con rotundidad que no se puede considerar que es adictivo, ni tampoco que se pueda fallecer por esta causa, pero ciertamente los daños están ahí y la información debe ser dada antes que los menores ingieran el gas como si se tratara de un juego. Nos reímos un montón, sí, pero a cambio de qué.
Ese es el problema.