El golpe de efecto del PP en España

En España el PP lleva décadas en descomposición y hiede hasta en los despachos perfumados de Génova 13. Ahora son cada vez más los que piden dentro del partido que Rajoy se haga a un lado y sea posible, cito textualmente, “un golpe de efecto” que les vuelva a congraciar con el electorado.

mariano-rajoy_marisa-babiano El golpe de efecto del PP en España
Mariano Rajoy, por Marisa Babiano

En realidad, es la manera en como estos manilargos lo arreglan todo: a golpes de efecto, sin enjundia, sin fondo ni esencia más allá de oropeles y dineros. No hay muchos en el PP que trabajen por el bien de la ciudadanía; la gran mayoría trabaja por su bolsillo, por sus empresas, por sus amiguetes; es su ADN político, el bisnes. La noticia es que difícilmente se podrán regenerar con tal nivel de putrefacción.

Enfrente, un PSOE que empieza a levantarse, lleno de fisuras internas, es verdad, pero camino de la meta común: España 3.0 para entendernos. Sí, la nueva etapa política, instalada ya entre nosotros, requiere que simpatizantes y militancia entren en diálogo y conversación permanente con los partidos, en este caso con el PSOE. He oído a Iñaki Gabilondo que no sabe cómo se va a poder consultar a la militancia y mantener los plazos constitucionales para formar gobierno. Eso es porque el viejo maestro no está muy ducho ni muy puesto en la tecnología: Podemos, el único partido Nativo Digital que tenemos en el espectro parlamentario, consulta todo a sus simpatizantes mediante una plataforma de uso muy rápido e intuitivo que les permite pulsar la opinión en muy poco tiempo. Solo hay que encargar un software gemelo.

El paso de Pedro Sánchez en el congreso federal convocando a las bases ha sido una jugada bastante hábil: de entrada, abre negociaciones con Podemos y Ciudadanos y pone a la Ejecutiva Federal en un brete extraño ya que le va a ser complicado decir que no a la ciudadanía o apartarse de su militancia si deciden cosas distintas a su criterio de sanedrín.

Una vez contenidas las voces más discordantes del PSOE con las bridas del voto de la militancia, se abre la puerta para hablar pronto y claro de programa, programa, programa, la trilogía mágica inventada por Julio Anguita en los 90 y que es la única solución posible en las democracias avanzadas. Ya no se trata de pactar desde los conceptos y presupuestos ideológicos, si no de acordar leyes e hitos legislativos y de pivotar un gobierno de consenso sobre la base simple, clara e inteligible de establecer un plan de trabajo para cuatro años o lo que dure la legislatura. Por supuesto, la confianza entre socios es importante y para eso hay que echar mano de un concepto que hemos olvidado políticamente: el compromiso. Es decir, acordamos un objetivo, definimos unas líneas de trabajo y convenimos quién o quiénes lo llevarán a cabo.

En esta legislatura las cosas van a ser algo más complejas, pero no mucho más. De un lado, Podemos, Ciudadanos y PSOE tienen bastantes puntos programáticos en común –por ejemplo, los tres llevan en sus programas cambios en la ley electoral, reformas de la constitución o proyectos sociales que trabajan sobre la educación, la sanidad y las pensiones- de otro, los tres entienden el commitment que requiere esta etapa.

No se pondrán de acuerdo en todo y tampoco es necesario que así sea; bastará con que establezcan los hitos principales y repartan equitativamente responsabilidades: la business-política del PP nos ha acostumbrado a chorradas inalcanzables como presentar 400 propuestas para la legislatura –como si lo importante fuera el número y no el contenido- que a partir del primer día de gobierno simplemente se dan a beneficio de inventario y nunca se cumplen.

No sé si se podrá conformar un gobierno ni cuánto durará si se consigue el acuerdo, lo que sí sé es que este es el camino y que, por largo que sea, la única manera de recorrerlo es dando pasos, uno detrás de otro. Hemos dicho basta, la gente. Siete de cada diez españoles hemos dicho basta y hemos dicho que es el momento de dar un golpe de timón al país. Pongámonos a trabajar los que estamos limpios. Los podridos deberán meter bisturí, lejía y estropajo… suponiendo que sepan cómo.

Manuel Pascua
Analista político y económico. Mis armas son las palabras y mi razón mis convicciones. Me gustan los números y la economía a la que, sorprendentemente, hasta entiendo. Sé que hay otros caminos para nadar las aguas negras de la vida y que el que nos imponen -comer basura, tragar inquina y vaciarnos los bolsillos- es el resultado de mezclar ineptos gobernantes con espabilados banqueros. Soy filólogo, soy letraherido y he vivido en Suiza, en Inglaterra y en Colombia. En España he vivido en Barcelona, en Madrid, en San Sebastián y en Cádiz y mi alma y mi carácter son castellanos: seco y claro, aunque con un sentido del humor ácido y las más de las veces corrosivo cuya primera víctima soy yo y la segunda la realidad estrambótica que me rodea. Mi ley es la opinión y prefiero construir a destruir, sumar a restar, el ruido al silencio, la furia a la calma del camarón dormido en la corriente. Amo nuestro siglo de Oro y no creo que otro mundo sea posible: estoy absoluta y completamente seguro de que es así.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.