El ministerio de Exteriores de Argelia llamó el pasado domingo 18 a «consultas inmediatas» a su embajador en Marruecos, Abdelhamid Abdaoui, después de que la representación diplomática marroquí ante Naciones Unidas distribuyera días antes una nota a representantes de los estados del Movimiento de Países No Alineados (MPNA) en la que declaró su apoyo al derecho de autodeterminación de la región bereber argelina de la Cabilia.
«Argelia espera que Marruecos aclare su posición definitiva sobre la situación extremadamente peligrosa causada por las inadmisibles declaraciones» de su embajador en Naciones Unidas, señaló el Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado oficial no excluyendo otras posibles medidas «en función de la evolución de este caso».
Asimismo Argelia califica al diplomático marroquí, autor de esas declaraciones, Omar Hilale, como «aventurero, irresponsable y manipulador» añadiendo que mezcla un asunto pendiente de descolonización como es el Sahara «debidamente reconocido por la comunidad internacional y lo que es meramente una conspiración dirigida contra la unidad de la nación argelina», recordando además que es una ruptura de los principios de la Unión Africana.
Ya el pasado viernes 16 de julio 2021, Argelia condenó las «agresivas» declaraciones del diplomático, que expresó «un apoyo aparente y explícito ante el supuesto derecho de autodeterminación del pueblo de Cabilia» durante la última reunión del MPNA celebrado el 13 y 14 de julio.
Precisamente Argelia había declarado el pasado 18 de mayo como «grupo terrorista» al Movimiento por la Autodeterminación de la Kabilia (MAK).
Estas difíciles relaciones entre los dos países vecinos chocan de nuevo en la misma tribuna, el MPNA. El año pasado, el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, acusó a Argelia de seguir alimentando el separatismo. En su intervención declaró: «a pesar de las circunstancias actuales excepcionales, un país vecino continúa alimentando el separatismo, en violación de los principios fundacionales del MPNA».
Ese mismo mes, mayo de 2020, fue expulsado el cónsul marroquí en Orán, Ahadran Boutahir, tras definir como «país enemigo» a Argelia. Dos meses después, Marruecos también cambió a su embajador en Argel.
El presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, en unas recientes declaraciones al semanario francés Le Point, declaró, tras señalar que seguirá el cierre terrestre de la frontera con Marruecos, que lleva clausurada más de veinticinco años, «la ruptura con Marruecos –y estoy hablando de la monarquía, no del pueblo marroquí- se remonta a tanto tiempo que se convirtió en algo común».
Además recordó que Marruecos siempre fue «el agresor», aludiendo a la guerra de las arenas de 1963: «nunca atacaremos a nuestro vecino, pero tomaremos represalias si somos atacados».
En el trasfondo de esta nueva crisis se encuentra la situación del Sahara donde han vuelto las hostilidades armadas. Mientras Marruecos defiende su ocupación, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) pide un referéndum de autodeterminación, una iniciativa apoyada por las resoluciones de Naciones Unidas y la legalidad internacional sobre los territorios no autónomos, según la ONU.
Argelia acoge en su territorio, en los campamentos de Tinduf, desde hace 45 años más de 173.000 refugiados saharauis.
En este sentido, el abogado francés Joseph Breham, víctima de un programa espía marroquí, junto con otros periodistas y activistas internacionales, señaló este lunes 19 que Marruecos cuando se plantea la cuestión del Sahara, «no es un interlocutor racional, nos enfrentamos a personas que son Kim Jong Un, es Corea del Norte a dos mil kilómetros de París».
Curioso y sorprendente a la vez: argelinos y marroquíes en conflictos casi permanentes por el simple hecho de ese expansionismo, agresivo, torturador impuesto por el Rey Mohamed VI desde hace años al creerse tener el «poder absoluto» de toda esa vasta zona donde hacen frontera pueblos como Mauritania, Argelia, Túnez y un pelín más alejado Libios. Ya está bien de la opresión marroquí sobre el pueblo de la República Sahariana y las insinuaciones bélicas marroquíes a los argelinos, pueblos que tienen el mismo derecho que Marruecos a vivir en paz y a aplicar regímenes democráticos y no dictatoriales. Es hora ya de que alguien le pare los pies al dictador alauita. Hay que parar sus brabuconas, persecuciones, encarcelamientos a periodistas y civiles que discrepan de su dictadura y ponerle en su sitio