Luis de Luis[1]
Poniéndose (en las esperanzadas palabras de Antonio Esteban Agüero) bajo el recuerdo y la protección de Homero, Héctor Alterio y José Luis Merlín vuelven a andar con la sola protección de un puñado de acordes y una ristra de palabras, como dos Rocinantes, como dos viejos y rotos violines por el camino de siempre, musitando los versos y oraciones de los buenos caminantes, los versos y oraciones de León Felipe.
Estos dos peregrinos rehúyen la altisonancia y el relumbrón y andan con paso corto y cauto, siempre firme, siempre consciente. Las palabras de León Felipe lucen en la voz de Alterio cuajadas en asombro y maravilla –a veces ruego, a veces plegaria, a veces (re) cuento– que encuentran su eco, su confirmación y su reverbero en las seis cuerdas e Merlín cuya música (entre la que se encuentra la ya clásica “Suite del Recuerdo”) hace de escolta, guía y espejo.
Así, ambos acogen, recogen y devuelven la poesía de León Felipe al público a quien llegan versos empapados de sentido de maravilla.
Cada verso se dice y se toca con asombro, estupefacción y deleite. Cada verso se decanta, despojado de rimbombancia y altisonancia, para permitir que adquiera sentidos íntimos y privados.
Son versos de esclarecimiento y expiación, son versos de caminante cansado que no quiere detenerse y cada poema, cada interludio, se convierte en remanso y escala de un peregrinaje sabio y, precisamente por eso, desconcertado e infinito.
Como hace 3000 años, como Homero en las plazas públicas y en las cunetas del camino, dos hombres perplejos y asombrados, dos hombres maravillados y estupefacto, que se llaman Héctor Alterio y José Luis Merlín, cuentan y vuelven a contar sobre el camino recorrido y el que aun queda por andar.
- Luis de Luis es crítico teatral
Ficha artística
Intérpretes:
Héctor Alterio
José Luis Merlin
Música original: José Luis Merlin
Producciones Lastra S.L