“Un hombre de altura” (“Un homme à la hauteur”), remake de la comedia argentina “Corazón de León” (2013), es una historia entretenida, con algunos fallos garrafales, dirigida por Laurent Tirard (“Astérix & Obélix: Al servicio de Su Majestad”, “El pequeño Nicolás”) y protagonizada por Jean Dujardin (ganador de un Oscar por su brillante interpretación en “The Artist”, “El lobo de Wall Street”) y Virginie Efira (“En solitario», “20 años no importan”), basada en un clásico: la leyenda de la bella y la bestia, en este caso encarnada en la figura de, más que un enano, un liliputiense.
Diane es una mujer hermosa, abogada brillante, con fuerte personalidad y gran sentido del humor. Acaba de poner fin a un matrimonio infeliz y se encuentra preparada para encontrar al hombre de su vida. Inesperadamente recibe la llamada de Alexandre, un desconocido que ha encontrado su teléfono móvil, olvidado en la mesa de una cafetería. Alexandre parece un tipo divertido, culto, amable… Diane se deja convencer y fijan una cita. Naturalmente, la primera impresión no es lo que esperaba la guapa profesional.
Los efectos especiales convierten a Dujardin en un mini-yo, una versión a todas luces trucada del actor, lo que hace realmente difícil tragarse la historia de amor que nos están contando –ni siquiera funciona que el personaje sea un arquitecto mundialmente respetado y rico, riquísimo, obscenamente rico- por mucho que uno sea defensor de la diferencia, del derecho de todos a ser aceptados, del rechazo de los prejuicios…
Todos los principios se vienen abajo cuando el héroe parece una marioneta animada (y no cuando nos enteramos de que mide bastante menos de metro y medio). La película funciona mientras la abogada y el arquitecto se divierten juntos y hacen cosas inéditas; pero se atasca cuando empieza el flirteo y se vuelve hasta cursi cuando se convierte en historia de amor.